El acusado por el crimen de Néstor José Smud, un comerciante que estuvo 20 días desaparecido hasta que fue hallado descuartizado a la vera de la autopista a Santa Fe, será juzgado en juicio oral. Como paso previo, Eduardo Rubén Rodríguez, de 55 años, asistió a una audiencia preliminar en la cual los fiscales del caso lo acusaron de los delitos de homicidio simple, tenencia ilegítima de arma de fuego de uso civil y tenencia de arma de guerra, por los cuales requirieron una pena total de 24 años de prisión.
De 69 años, Smud tenía dos hijos, compartía con su esposa un pequeño negocio de venta de bijouterie y no era una persona adinerada. Su familia denunció su desaparición el 7 de julio de 2014, luego de que fuera a trabajar a la tarde a su negocio del centro de Rosario.
Ese día su esposa intentó comunicarse con él pero no pudo ubicarlo. Hasta que alrededor de las 19.30 un desconocido atendió una llamada al celular de Smud y le dijo a la mujer que debía entregar 20 mil pesos para volver a verlo. Hubo un segundo llamado a las 21.30 de ese día efectuado desde un teléfono de la Terminal de Omnibus, pero a partir de ese momento las comunicaciones cesaron.
En siete bolsas. La desaparición del comerciante llegó a ser investigada como un secuestro extorsivo durante varios días. Veinte días después de su último contacto con su familia, el 27 de julio el cuerpo del comerciante fue encontrado descuartizado en siete bolsas de consorcio en un camino lateral de la autopista Rosario-Santa Fe, sobre la margen derecha, en jurisdicción de Capitán Bermúdez. Rodríguez, por entonces desocupado, había sido detenido tres días antes en una casa de Salta al 2300 y aportó los datos que permitieron el hallazgo del cadáver.
Respecto de la motivación del crimen los investigadores se inclinaron por un incidente interpersonal, de naturaleza emotiva, más que por un secuestro planificado. Luego de ser apresado, Rodríguez se clavó un pedazo de hierro en el pecho en la subcomisaría 27ª por lo que fue trasladado al Hospital Alberdi para ser atendido.
“Me quiero morir porque lo maté, lo desmembré, lo puse en bolsas de residuos y lo llevé en el auto a la autopista”, le dijo el hombre acusado al policía que lo llevó al centro asistencial. Estos dichos fueron una de las evidencias que valoró la jueza Roxana Bernardelli para dictarle la prisión preventiva sin plazo en la audiencia imputativa realizada el 29 de julio de 2014.
Contactos. En esa audiencia el fiscal Guillermo Apanowicz remarcó las llamadas telefónicas que recibió la esposa de Smud y los mensajes de texto que se registraron entre el celular del comerciante y el del imputado. “Los contactos fueron los días 3, 4 y 7 de julio”, afirmó entonces el responsable de la acusación. El último llamado del comerciante a esa línea telefónica fue el día 7 a las 17.34, cuando desapareció. Tres minutos antes se había contactado con su nieta. Cuando habían transcurrido más de dos horas, la esposa de Smud llamó a su marido porque no podía localizarlo. Del otro lado de la línea alguien le dijo: “Quedate tranquila. Está acá con nosotros y no hagas la denuncia. Queremos 20 mil pesos. Se tomó el taxi equivocado”.
A las 21.30 de ese día, la esposa del comerciante recibió un llamado en su teléfono fijo. “Está bien. Queremos la plata para mañana a las 8 de la noche y no la hagás larga”. A partir de ese momento no hubo más comunicaciones. Sin embargo, la pesquisa permitió detectar quién era el titular de la línea a la que Smud había realizado el último llamado antes de su desaparición. Estaba a nombre de una mujer identificada como N.C.T. Así, a través de una intervención telefónica al aparato, los pesquisas captaron el 13 de julio que un tal Edu llamó a Rubén y decidieron intervenir la línea de éste último. Eso permitió finalmente ubicar al sospechoso, identificarlo y conocer su domicilio.
La otra evidencia que señaló el responsable de la acusación fueron los dichos de un testigo de identidad reservada. Esta persona refirió que la mañana del 7 de julio Smud le comentó que la semana anterior había conocido “a un muchacho más joven que le había hecho masajes”. También comentó que ese día iba a tener una nueva sesión.
En ese, el 24 de julio de 2014 los investigadores allanaron la casa del sospechoso y lo detuvieron. En el operativo secuestraron una barra de hierro de una pesa que estaba en una mochila, un revólver calibre 38 largo sin numeración que estaba en un placard y un revólver calibre 32 con tres vainas percutadas. También encontraron dos celulares, uno de ellos de Rodríguez.
En otro allanamiento posterior a la casa del imputado se halló una sierra con mango de madera que resultó tener manchas de sangre y era compatible con los cortes realizados al cuerpo de la víctima, cuya muerte fue ocasionada por un traumatismo de cráneo severo.
Nulidad. En la audiencia preliminar realizada el viernes último, el defensor público Gonzalo Armas planteó la nulidad de la actuación de la junta médica que examinó a Rodríguez. “(Los psicólogos y psiquiatras) se extralimitaron porque opinaron sobre temas para los que no fueron convocados. Hicieron referencia a la personalidad y al hecho cuando sólo debían pronunciarse si era imputable o no. Con relación a esto dijeron que era imputable y comprendía la criminalidad de los actos. Los fiscales tomaron en cuenta el informe de la junta médica, pero yo entendía que debía corregirse para no influenciar a los integrantes del tribunal sobre el hecho y la pena”, señaló Armas a La Capital.
El planteo del defensor fue replicado por el fiscal Florentino Malaponte sosteniendo que “habían vencido los plazos para objetar la acusación y la jueza Roxana Bernardelli rechazó la impugnación de la defensa. Finalmente, la magistrada decidió que Rodríguez continúe detenido hasta la realización del juicio oral y público, cuya fecha aún no fue confirmada.