Dos nuevos homicidios en Rosario, a pocas cuadras de distancia entre sí y con apenas unas horas de diferencia entre un hecho y otro. Fueron entre la tarde del martes y la madrugada de este miércoles en el barrio Empalme Graneros y tuvieron como víctimas a una mujer de 33 años y un hombre de la misma edad, ambos asesinados a balazos. Ocurrieron en un sector muy empobrecido del barrio en el cual los vecinos aseguran vivir a merced de quienes controlan la venta de droga en la zona. "Le están pegando a gente que no tiene nada que ver", comentó un joven en relación a un contexto en el cual estos dos crímenes aparecen como los casos extremos de episodios violentos que se vienen dando casi a diario.
El sector del barrio Empalme Graneros conocido como Los Pumitas amaneció conmocionado porque las noticias sobre la violencia que atraviesa Rosario habían hecho foco en ese sector del noroeste de la ciudad. Primero fue por la certeza de que Ezequiel Bahl, de 33 años, había sido asesinado a pocas cuadras de su casa durante la madrugada. A ese hecho se le sumó, horas después, la noticia de que Gabriela del Carmen Zanini, también de 33 años, había fallecido en el hospital después de haber sido baleada durante la tarde del martes en la puerta de su casa. Todo ocurrió a cinco cuadras de distancia en un barrio que, tal como aseguran sus residentes, está atravesado por una violencia que afecta a propios y ajenos al mundo del comercio de drogas a baja escala.
Los hechos
A Gabriela del Carmen Zanini, de 33 años y madre de dos mellizos de 6, la balearon en la puerta de su casa de pasaje Quito al 2500 a las 17.30 del martes. Según la información oficial, luego del aviso de varias detonaciones en la zona, cuando los médicos del Sies llegaron al lugar se encontraron con la mujer herida en la puerta de su casa. Tenía 7 balazos, todos en el estómago y pecho, y fue trasladada primero al Hospital Alberdi y luego al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca), donde confirmaron su fallecimiento a las 7.30 del miércoles.
Para la hora en la que se confirmó la muerte de Zanini, y a pocas cuadras de ahí, los vecinos de ese sector de Empalme Graneros ya atravesaban la conmoción por el asesinato de Ezequiel Bahl. Al muchacho, de 33 años, le dieron dos balazos cerca de las 2.30 en una calle sin nombre, a metros del cruce con Cabal al 1200 bis. Los vecinos dicen que la policía llegó al lugar pasadas las 7 y que el cadáver estuvo en la calle durante toda la noche en medio de la tormenta.
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Foto: Francisco Guillén.
El llanto de una madre
Ezequiel vivía con su madre y tres hermanos menores que él en una casa ubicada en Cabal al 1300 bis. La familia llegó al barrio desde la zona sur en 1992 y se instaló en esa vivienda que en un principio fue precaria, hecha de chapas. Con los años, y a fuerza de trabajo familiar, pudieron mejorarla hasta alcanzar la casa de material que todavía hoy tiene una planta alta en construcción.
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Durante la mañana del miércoles los familiares y vecinos de la víctima se habían reunido en la puerta de la casa. Entre ellos estaba Claudia, la madre de Ezequiel, quien entre lágrimas habló con La Capital y aseguró que su hijo no tenía problemas en el barrio. La mujer contó que Ezequiel solía avisarle cuándo salía y adónde iba. Pero que la noche del martes no lo hizo, y solo vio que se fue a pie.
Entre la tormenta que se desató en plena madrugada y la espera de su hijo, Claudia apenas pudo pegar un ojo durante la noche. Ya cerca del amanecer un vecino golpeó la puerta de la casa, llamado al que atendió uno de los hermanos de Ezequiel. Le avisaron que el muchacho "estaba allá a la vuelta". "Mi hijo preguntó si le había pasado algo y si estaba bien pero no le quisieron decir, le dijeron que vaya a ver. Salió corriendo y volvió gritando que habían matado a Eze", contó Claudia.
"Supuestamente lo llamó una amiga para que fuera a la casa a tomar unos mates y cuando volvía caminando se la pusieron. Él no tenía problemas con nadie, acá lo querían todos los vecinos", agregó la mujer quien además contó que Ezequiel estaba desempleado y solía hacer changas. Durante la mañana del miércoles los demás familiares y vecinos de la víctima que hablaron con La Capital coincidieron en que Ezequiel no tenía algún problema que pusiera en riesgo su vida.
Contexto narco
El riesgo, aseguran los vecinos, es caminar por el barrio a ciertos horarios en las zonas donde se vende drogas. "Te pueden confundir, se pueden creer que estás vendiendo como ellos y te pegan", contó un joven de la zona. A ese comentario lo acompañaron dos casos recientes que sirvieron como ejemplo.
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Uno de ellos fue protagonizado por el propio Ezequiel. Fue una noche de la semana pasada, cuando salió de su casa y a los pocos minutos volvió a las corridas porque había gente que andaba a los tiros. Un mes atrás un vecino fue baleado junto a dos amigos cunado comían un pollo al disco a la vera de la cancha de fútbol de Los Pumitas. Los tiratiros pasaron en moto y abrieron fuego contra el grupo, hiriendo a los tres pero sobre todo a un joven que este miércoles estaba entre los allegados de Ezequiel y se levantó la remera para mostrar una cicatriz vertical que le atraviesa desde el diafragma hasta la pelvis.
Mientras más se avanza sobre calle Cabal hacia el fondo, donde la calle termina a la vera del arroyo Ludueña, aparecen las marcas de la violencia. Hay casa baleadas y hasta una entidad social, el Centro Comunitario Mujeres en Lucha, tiene disparos en su fachada. Allí el barrio comienza a transformarse en una zona en la que se mezclan las casas de material con los asentamientos precarios en los que vive gran parte de la comunidad Qom.
En la profundidad de esa barriada el comentario coincide en que Ezequiel no estaba metido en problemas, pero aseguraron que había pasado buena parte del día con "La Gringa", una joven a quien apuntan como transera en esa zona del barrio. Que incluso durante la tarde lo habían visto pasar varias veces en el auto de ella. En ese sentido los rumores le adjudicaron al menos tres puntos de venta de drogas, uno ubicado a metros de donde fue asesinado Ezequiel.
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"Él era un buen pibe, pero consumía mucho y se tiró al abandono. Le pasó esto por andar con la piba en el auto de ella ayer dando vueltas por el barrio. Ella sabe que la quieren matar, pero le pegaron a él por estar con ella", resumió un vecino de la zona. "Acá pasa cualquier cosa y es culpa de Los Monos, pero acá puede ser cualquiera, es todo territorial, por la zona. Hasta se matan por quién vende más o menos y capaz que la bajan (a la droga) del mismo lugar", contó un joven conocedor de los pormenores de la zona.
Los vecinos saben que en el interior del barrio los encargados de la venta de drogas a baja escala surgen de repente así como desaparecen. "Fijate que estos que venden son pobres y villeros como nosotros. Es porque esto viene de arriba. Acá vienen autos de alta gama a dejar la droga y los patrulleros vienen una vez por semana a cobrar 30 mil pesos. Acá se ve y se escucha todo", contó un vecino.