Hay zonas de Rosario que, por sus características, se convirtieron en lugares propicios para ser escenarios de asesinatos. En el cruce de Lima y Uruguay, barrio La Boca, la urbanización precaria se refleja en una lámpara que cuelga en el medio de la calle y es el único alumbrado público de la cuadra. El lunes por la noche, cerca de las 21, la oscuridad era prácticamente total cuando allí fueron baleados Carlos Alberto Ponce, de 48 años, y Fabiana Estela García, de 51 años, mientras estaban juntos dentro de una Ford Ecosport. El hombre murió en el acto y la mujer unas horas después, en el hospital. En el marco de la investigación hay tres personas detenidas, que habían sido aprehendidas cerca del lugar del ataque, y se esperan los avances de algunos peritajes para saber si están vinculadas al hecho.
Desde la Fiscalía regional comunicaron que cerca de las 21 del lunes hubo llamados al 911 que alertaron de algunos disparos en la zona de Lima y Uruguay, donde había personas heridas. Al llegar, los médicos y policías se encontraron con una Ford Ecosport plateada con un hombre y una mujer en su interior. Para entonces Carlos Alberto Ponce, ubicado en el asiento de conductor, ya había fallecido según constataron los médicos. Fabiana Estela García, que iba como acompañante, agonizaba con una herida de bala en la cabeza. Fue trasladada al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez y allí, unos minutos pasada la medianoche, se confirmó su muerte.
Sobre la mecánica del ataque no trascendieron detalles acerca de si los homicidas actuaron a pie o si iban a bordo de algún vehículo. En la escena del hecho el gabinete criminalístico recogió 4 vainas servidas calibre 40 y un plomo deformado, todo dentro de la Ford Ecosport que a su vez quedó chocada en su parte delantera. No se sabe con precisión si las víctimas alcanzaron a intentar escapar y en ese momento impactaron con un árbol que había en el lugar. Por algunas características a la vista en el vehículo, que quedó bajo custodia de la comisaría 32º, se presume que el autor del ataque se posicionó del lado del conductor y gatilló a muy poca distancia.
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La investigación quedó a cargo del fiscal de Homicidios Adrián Spelta, quien ordenó una serie de medidas al gabinete criminalístico que trabajó en el lugar del doble crimen. Por otro lado el funcionario también espera los avances de una serie de medidas tomadas sobre tres personas que fueron aprehendidas horas después del hecho. Se trata de Franco Ezequiel C., de 23 años; Franco A., de 23 años; y Luciano I., de 19 años, todos con domicilios en distintas zonas de la ciudad lejanas a donde fueron interceptados. Los sospechosos iban en dos motos cuando agentes de la policía Motorizada los aprehendieron tras una persecución iniciada en Avellaneda y Amenábar. Los sospechosos quedaron detenidos en la comisaría 32º y el fiscal ordenó que se les realice un dermotest para confirmar si hay rastros de pólvoras en sus cuerpos.
Preguntas
Este martes por la mañana en la zona del doble crimen los vecinos que hablaron con La Capital marcaron algunos aspectos puntuales. Por un lado aseguraron desconocer totalmente a las víctimas y nunca haber visto ese vehículo en la zona. Algo que los sumergió en la incertidumbre y el misterio, ¿por qué ese lugar fue el elegido para matar a dos personas ajenas al vecindario?
Una respuesta posible está en las características de ese punto del barrio La Boca: unos metros después del cruce con Uruguay la calle Lima se corta con una quinta de cultivos, lo que la vuelve un camino con pocas salidas. En esa esquina solo hay una lámpara de alumbrado público y hay casas abandonadas que, ante la escasez de recolección de residuos, con el tiempo se convirtieron en basurales. En cuanto a las cámaras de vigilancia pública, en el lugar no hay ninguna y la más cercana es una ubicada a unos 400 metros sobre Deán Funes y Avellaneda. Además, los vecinos aseguran que al caer la noche se guardan en sus casas por una cuestión de seguridad. Son descripciones que recrean el escenario del crimen: un lugar oscurísimo, prácticamente inhóspito, y sin testigos.
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Celina Mutti Lovera
Mientras tanto, en donde las víctimas tenían domicilio también reinó el misterio. Entre los pasillos y monoblocks del Fonavi de Seguí al 5600, donde vivía Carlos Alberto Ponce, algunos vecinos recomendaron andar con cuidado porque los asaltos a los transeúntes son moneda corriente a toda hora del día. En ese marco un hombre que parecía vigilar el domicilio de la víctima aseguró que Ponce había tenido algunos conflictos en esa zona, pero eligió no hablar más luego de sugerir que había que despejar el lugar "para evitar problemas".
A una cuadra de allí los familiares de Ponce dijeron que desde la Fiscalía solo le habían asegurado que no tenían una pista determinada en relación al móvil del ataque. Contaron que el hombre tenía dos hijos, que estaba desempleado y que no sabían qué vínculo tenía con la mujer que lo acompañaba cuando lo asesinaron.
A la vuelta de ese lugar, en los Fonavi de Biedma al 5600, vivía Fabiana Estela García. Allí La Capital habló con Ezequiel, uno de sus cuatro hijos, quien contó que su madre "tenía la mejor con todos". El muchacho, si bien evitó entrar en detalles, aseguró que la mujer no tenía ningún conflicto. Que estaba en pareja con Carlos desde hacía dos meses aproximadamente, y que se enteró de su muerte cuando fue a buscarla para darle unos pesos al volver de cirujear.
Ocho dobles crímenes en lo que va de 2023
En lo que va de 2023 se registraron al menos ocho dobles crímenes en el departamento Rosario. Todos fueron cometidos con armas de fuego en ataques que en su mayoría, al menos en un principio, se investigaron con la hipótesis de conflictos relacionados a la venta de drogas. Otra característica que se repite es que en casi todos los casos las víctimas tenían vínculo familiar o de amistad.
El primero ocurrió el 4 de febrero cuando las hermanas Belén Sofía y Noelia Milagros Rodríguez, de 18 y 21 años, fueron atacadas a balazos en su casa de Misiones al 2100, barrio Santa Lucía. Los autores del hecho cometieron el crimen a bordo de un auto.
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Unos días después, el 12 de febrero, fueron asesinados el policía Ricardo Héctor Medini y Sergio Adrián Jones, ambos de 40 años. Los hombres estaban en la puerta de un salón bailable de Juan B. Justo al 8400, barrio Emaús, cuando fueron acribillados en un ataque que pudo dejar más víctimas fatales dado que había otras personas en el lugar.
Los meses siguientes no se registraron hechos con estas características hasta que el 4 de mayo dos adolescentes fueron hallados sin vida en un camino de tierra de Villa Gobernador Gálvez, cercano al paso de la Ruta S22. Milton Uriel Benavento, de 17 años, y Leonardo Isaías Ramírez, de 16 años, habían sido asesinados a balazos ahí mismo según los indicios de los primeros peritajes realizados en el lugar.
Nueve días más tarde fueron asesinados otros dos adolescentes, pero en el barrio La Cerámica. Máximo Luján y su amiga Maite Gálvez, de 14 y 15 años, caminaban por Coliqueo y Medrano el 13 de mayo cuando fueron acribillados desde un auto. Días antes en ese barrio del norte rosarino había sido asesinado otro adolescente que era amigo de las víctimas.
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El 4 de julio, en tanto, un chico de 18 años fue asesinado a balazos junto a su madre de 32. A Gonzalo Ariel Ramos y Marisa Martínez los mataron en un pasillo de Saavedra al 6200, barrio La Lagunita. En este caso los vecinos indicaron que el móvil del ataque pudo ser un conflicto por la vivienda que habitaban las víctimas.
En el mes corriente se registró el último hecho de este tipo antes del doble crimen de este lunes. El 18 de agosto, en otro ataque que pudo tener más víctimas por la cantidad de personas que fueron baleadas, fue asesinado Nicolás Acedo, de 24 años, cuando estaba con un grupo en Pedro Lino Funes y Ancuña, barrio Parque Oeste. Nueve días más tarde murió uno de los jóvenes que estaba con él: Juan Manuel Acevedo, de 34 años.