La madrugada del domingo una adolescente festejaba su cumpleaños de 15, quizás el más importante de su vida. La fiesta era en su humilde casa de Bielsa y Solís, en barrio Ludueña. De pronto llegó al lugar un muchacho que más tarde, sabrían los amigos de la cumpleañera, era Facundo G., un vecino de 19 años a quien las 25 o 30 personas que estaban en el lugar no conocían. Cerca de la 1 de la mañana llegó la hora de cortar la torta, pero la agasajada ya no estaba en su fiesta. Los invitados y los familiares de la jovencita se desesperaron, pidieron ayuda a los vecinos y así se sumaron más y más que comenzaron a buscarla por todo el barrio. Una hora después Celeste, una tía de la chica que daba vueltas en moto por “todos lados” vio a una vecina, Sandra. La mujer llevaba a su sobrina de la mano y toda ensangrentada. “Le pregunte qué pasaba. Sandra me dijo que mi sobrina estaba perdida y yo la vi ensangrentada”. Celeste llamó a Jessica, la madre de la cumpleañera, y entre lamentos, balbuceos y ojos en blanco la niña le dijo a su madre: “Me violaron má”.
Desde un primer momento Jessica supo, por instinto o por una lógica que no es posible explicar, que su hija había sido abusada “por más de un hombre. Ella es muy chiquita de cuerpo y no tuvo novio, para sacarla de la fiesta le dieron alcohol o algo. Un solo tipo basura como éste no podía haberla lastimado así”, dijo en referencia a Facundo G., detenido el lunes e imputado por el atroz hecho por el fiscal de la Unidad de Delitos Contra la Integridad Sexual, Ramiro González Raggio.
Entonces, el representante del Ministerio Público de la Acusación dijo: “No se descarta” que la violación haya sido en manada, pero “no hay elementos para sostener esa teoría”, la misma que desde un primer momento sostuvo Jessica.
Y la mujer parece no haberse equivocado. Ayer fue detenido un segundo muchacho por el hecho, al que se identificó como Pablo E., de 26 años, y el mismo fiscal aseguró que se pudo constatar fehacientemente “la participación de cinco personas” en el brutal suceso.
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Ese mismo domingo a la tarde, mientras familiares de la niña denunciaban el hecho y reclamaban frente a la comisaría 12ª que se detuviera a los responsables, fueron reprimidos por la policía. Eran unas cien personas que se habían convocado mientras la joven agredida estaba en estado delicado en el Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria. Los manifestantes reclamaban hablar con el fiscal para pedirle la detención de los acusados y de la madre de Facundo G., en cuya casa ocurrió todo. “Estábamos tranquilos, bien, pero la policía empezó a reprimirnos a todos, chicos y gente grande”, dijo esa noche un vecino.
La denuncia tomó cuerpo y el fiscal ordenó primero la detención de Facundo G., el joven del cual los vecinos y familiares de la joven sospechan es el principal responsable. Dos días después, por medio de un testigo protegido, el investigador pudo saber que la adolescente había ingresado a la casa de Facundo G. y que con ellos “también ingresaron más de tres hombres”. Ayer ya había dos detenidos y órdenes de captura para otros posibles implicados. Hasta el momento el fiscal asegura que hay cinco personas comprometidas con el caso, aunque con distintos roles.
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La secuencia de la madrugada del domingo fue feroz a los ojos de los allegados a la adolescente. Según Yani, una amiga, “ninguna lo vio a este pibe y solo lo conocíamos de vista. Cuando notamos que ella no estaba en el comedor pensamos que se había ido a dormir. Fuimos a la habitación, buscamos en toda la casa y decidimos salir a la calle. Los vecinos se acercaron, preguntaron y todos empezamos a buscar”.
De pronto barrio Ludueña se vio invadido por gente que gritaba el nombre de la cumpleañera. Luces entre los pasillos y en cada calle alguien mirando detrás de cada puerta. Entre los terraplenes del barrio y en cada bulto en el piso los vecinos se fijaron y la chica no estaba.
Yani y dos amigas más tocaron varias puertas y llegaron hasta la casa de Sandra S., la mamá de Facundo G. “Le preguntamos si la había visto y ella nos dijo que no. La puerta la abrió otro hermano de Facundo y en la casa había chiquitos. Sandra se hacía la que hablaba por el celular, pero nos mintió, seguro que adentro estaba mi amiga con Facundo. Además, al lado de la casa había varios hombres grandes, con camisetas de Rosario Central, tomando y con música”, recordó ayer la amiga de la víctima.
En su desesperación, la familia fue hasta la seccional 12ª a pedir ayuda y que dispusieran un móvil para buscar a la niña contra reloj, pero solo les dijeron que iban a ocuparse.
Celeste, la tía de la joven, recorrió cada calle con su moto hasta que encontró en Gorriti y Solís a Sandra, la mujer con la que habló Yani. “Ella la llevaba de un brazo y la acompañaban una nenita y un chico, un pibe de 10 o 12 años que iba con una capucha. Cuando la vi me llamó la atención la sangre que tenía mi sobrina por todo el cuerpo. Sandra me la dio y se fue”.
Una vez hallada por su tía, la adolescente fue llevada a su casa. Jessica le preguntó que había pasado y la niña le contó lo que recordaba. La violación. “La cargamos en el auto con mi marido y la llevamos al hospital. Apenas llegué la enfermera me dijo «mami dejala acá que tu hija se va en sangre». Ahí me dí cuenta que no podía ser un hombre solo el que le hizo ésto. Ella nombró a un chico y a otras personas, pero ahora no recuerda nada”.
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La joven agredida nació en barrio Ludueña y vive junto a sus padres y dos hermanos de 3 y 11 años. “Es una chica alegre y feliz. Estudia en una escuela fuera del barrio. La mandamos ahí con esfuerzo y pasó a tercer año. Sus amigas la aman y es una nena que nunca anda en la calle ni se da más que con sus amigos”, contó Jessica.
“Ella estaba muy entusiasmada con su cumpleaños. Preparamos todo y las invitamos a las otras nenas y los chicos del barrio. Lo que me hizo este basura es terrible, me mató en vida, todavía tengo en la heladera la torta de mi hija sin cortar”, dijo sumida en una profunda tristeza.
Después que el fiscal Ramiro González Raggio afirmó que con el avance de la investigación se constató “la participación de cinco personas” en el suceso, el funcionario indicó que a la carátula del caso (abuso sexual con acceso carnal agravado por la condición de la víctima) “se suma el agravante de la participación de dos o más personas”.
Respecto a la detención del segundo sospechoso, Pablo E., el fiscal dio dijo que “le envió a su prima un mensaje para ver si podía quedarse en su casa y ella le informó eso a su padre. Este hombre se puso en contacto con la Fiscalía y con la intervención de la Agencia de Investigación Criminal pudimos encontrarlo antes de que escapara”.
Con relación a los otros sospechosos que restan detener, el fiscal sostuvo que “serían dos hermanos del primer imputado y un tercero al que estamos buscando. Hay órdenes de detención para los partícipes e incluso para la madre del primer detenido, Sandra S., a quien antes no podíamos atribuirle el delito de encubrimiento por tratarse de su hijo, pero atento a que hay otras personas que no tendrían vínculo con ella también hay una orden en contra de ella por encubrimiento”.