José María Ferreyra tenía 55 años, era albañil y vivía en el barrio Tío Rolo, al borde de una zona de quintas en el sudoeste rosarino. Cuando lo mataron a tiros delante de uno de sus ocho hijos, en octubre de 2019, sus vecinos denunciaron que una banda conocida como “Los Pogonza” amenazaba al barrio y usurpaba viviendas para vender drogas. Buscado y mencionado como uno de los involucrados en el crimen, Mauricio Pogonza se entregó tres meses más tarde y este viernes comenzó a ser juzgado como partícipe primario del ataque.
El fiscal Adrián Spelta solicitó que el joven de 24 años sea condenado a 21 años de prisión. Ante los jueces María Trinidad Chiabrera, José Luis Suárez y Facundo Becerra acusó a Pogonza como partícipe primario de un homicidio agravado por el uso de arma de fuego, de otro homicidio en tentativa por las heridas de bala causadas a un hijo de la víctima y por la portación y tenencia ilegal de armas de guerra.
Pongoza fue acusado por el ataque que ocurrió en la primera media hora del 27 de octubre del 2019 en la calle Vicente Medina al 6800. De acuerdo con la acusación, Pogonza y su padre fueron hasta donde residía Ferreyra para exigirle que les vendiera la casa y, ante la negativa del albañil, el padre del acusado _aún prófugo_ le disparó en el abdomen, hirió de bala a un hijo de la víctima en un pie e intentó dispararle a otro familiar que se encontraba en el lugar, pero no lo logró al quedarse sin balas.
“Vienen a tu casa y te la quieren usurpar, te la quieren robar para quedarse a vivir ellos o para vender drogas”, dijeron los vecinos tras el crimen de Ferreyra. Contaron que el hombre de 55 años estaba con su hijo Oscar en la puerta de su casa, en el límite entre el barrio Tío Rolo y una zona de quintas y campo, cuando llegó caminando Mauricio Pogonza y comenzó a discutir con ellos. Dijeron que la discusión tenía que ver con la costumbre de “meter miedo” en el barrio: “Se hacen los dueños del barrio, a los tiros y asustando”, dijeron.
La discusión se elevó de tono hasta que el padre del muchacho salió de un pasillo esgrimiendo una pistola 9 milímetros y empezó a dispararle al albañil, alcanzado por siete tiros. Su hijo intentó cubrirlo, mientras le gritaba al agresor que dejara de disparar. Fue así que este hombre de 32 años recibió un balazo en el pie derecho.
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La familia Ferreyra se comunicó con el 911 y desde allí se convocó a una ambulancia del Sies. Minutos después arribó una chata policial y, ante la tardanza de la ambulancia, los familiares subieron a Ferreyra a la caja del móvil y los efectivos lo trasladaron al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez junto a su hijo. El albañil llegó son vida al hospital.
En el lugar del ataque el gabinete criminalístico de la Policía de Investigaciones levantó diez vainas servidas, un cartucho intacto y dos plomos encamisados, todos calibre 9 milímetros.
“Esta banda tiene varias casas en la zona. Hace como veinte años que viven en Tío Rolo y hace como cinco o seis años que venden drogas. Ellos quieren ser los dueños del barrio. Si vos estás en la calle te obligan a que entrés a tu casa o te piden plata”, dijo un vecino tras el crimen.
El 20 de enero de 2020, Mauricio Julián Pogonza se entregó en la Fiscalía de Homicidios al saber que lo buscaban y quedó en prisión preventiva, imputado por su participación en el crimen que ahora se debate en un juicio oral.
Al joven le atribuyen además la tenencia de armas encontradas en un allanamiento a una casa del Pasaje Medina del 6900 del 6 de abril de 2017: una escopeta de doble caño sin marca y una escopeta calibre 12.70 repintada con siete cartuchos intactos; armas que tenía en su poder sin contar con autorización legal. Por la tenencia de esas armas había sido condenado en un procedimiento abreviado Jorge Sánchez a la pena de 2 años y 6 meses de prisión condicional.