Un vecino del barrio Ludueña vive días de incertidumbre por no saber quiénes ni por qué le balearon su casa. La madrugada del lunes al menos seis disparos impactaron contra la fachada de la vivienda ubicada en Bielsa al 6100, donde había una nena durmiendo a metros de donde pegó uno de los balazos. La víctima nunca recibió una advertencia ni los autores del ataque dejaron alguna nota luego del hecho, como para poder darle un contexto. Un mensaje, por ahora desconocido, que presenta una característica particular: las vinas levantadas por los peritos en la escena del hecho tenían grabadas las siglas PSF de la policía de la provincia.
Félix tiene 66 años, trabajó más de treinta años como albañil y en mantenimiento de una empresa textil local muy reconocida. Desde hace poco más de un año, después de jubilarse, atiende un kiosco que abrió en la casa que construyó él mismo a principios de la década del 80. "Esto era todo un descampado y villa", dice y cuenta que en el paso de todos esos años fue también testigo de la transformación del barrio. "Es un barrio problemático, pero está mucho más tranquilo desde que llegó Gendarmería", describe.
Si se habla de la historia reciente, Ludueña aparece como uno de los barrios más afectados por la violencia urbana. En 2022 vivió uno de sus períodos más trágicos al convertirse, junto a los barrios vecinos Empalme Graneros e Industrial, en escenario de una disputa entre dos bandas que dejó al menos 30 homicidios del total de 50 crímenes registrados ese año solo en esos tres barrios. Esas organizaciones fueron desarticuladas entre 2022 y 2023 con investigaciones judiciales que detectaron sus principales características: tenían a sus líderes presos, enviando órdenes desde la cárcel, y contaban con respaldo policial de agentes en actividad o retirados.
Los vecinos fueron espectadores pero también víctimas de esa disputa. Hubo heridos y muertos ajenos a dichas broncas, que tuvieron la desgracia de quedar en medio de la línea de tiro. También fueron blanco de extorsiones aquellos que tenían cualquier tipo de comercio y debían pagar una cuota a alguna pandilla para poder seguir trabajando y no ser blanco de balaceras.
Barrio problemático
A todo ese contexto se refiere Félix cuando habla de Ludueña como "un barrio problemático". Por lo mismo es que toma con cierta naturalidad que el lunes por la madrugada lo levantaran a tiros de la cama. Asegura que nunca le había pasado algo similar, que no tiene ni idea por dónde pudo venir ese ataque, pero no es la primera vez que escucha el ruido de un arma de fuego. "Acá en la esquina hubo una balacera, en la plaza de allá mataron a uno hace un tiempo", cuenta.
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Un marco para la vida diaria que, como a otros vecinos, lo llevó a adoptar algunas costumbres como para cuidarse: "Acá uno se tiene que abstener de lo que ve, se tiene que callar la boca". Nadie escapa a esa verdad. Desde el gobierno provincial y desde el nacional determinaron que sea uno de los barrios en los que desembarcó Gendarmería en el marco del Plan Bandera.
"Está mucho más tranquilo desde que llegó Gendarmería, pudimos vivir un poco más", asegura el vecino. "Me siento mucho más seguro, me gusta verlos pasar, me gusta que compren acá, me siento orgulloso", dice.
Balas de la policía
El lunes, pasadas las 3, estaba durmiendo cuando escuchó una serie de disparos. Cuenta que se asomó a la vereda y no vio nada. Ni siquiera la marca de los tiros, que fueron advertidas por su hija que se asomó después. Uno de los balazos atravesó la ventana del kiosco y rompió el vidrio de la heladera exhibidora. Otro perforó la puerta de la casa e impactó en una pared, a metros de donde dormía una nieta de Félix.
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"No sé nada. Nunca tuve una amenaza, hasta hoy nunca tuve un problema. Vivo desde el año 78 acá", dice el hombre. Tampoco cree que se confundieron con algún vecino, asegura que conoce a todos y que "son laburantes". Por ahora es un misterio quién y cómo ejecutó el ataque. Félix cree que el tirador estaba a pie porque no escuchó ni un auto ni una moto.
En el lugar del hecho los peritos de la policía levantaron tres vainas calibre 9 milímetros con la inscripción PSF, que llevan las municiones de la Policía de la provincia de Santa Fe desde 2021. Los últimos hechos violentos cometidos con balas de la fuerza todavía persisten en la memoria de los rosarinos: los asesinatos de los taxistas Héctor Figueroa y Diego Celentano el 5 y el 6 de marzo pasado.