Las situaciones que genera la presencia del coronavirus en el mundo se repiten y propagan minuto a minuto. Extranjeros aislados en otros países, situaciones insólitas de encierros, gente que no tiene quién se ocupe de ellos en la cuarentena. Infinidad de casos. El de la psicóloga rosarina Fernanda Fernández es uno más. Se trata de una de las pasajeras que viajó en la nave de Buquebús en la que viajaba Luca Singerman, el joven de 21 años que 10 minutos antes de desembarcar en Puerto Madero le indicó al capitán de la nave que era positivo de coronavirus.
“Lo peor es pensar que la enfermedad pueda aparecer. Es como un aditamento de estrés. Sé que no puedo tener contacto con nadie y extremar cuidados de higiene en el departamento. Con mi hija no podemos compartir nada y entre nosotras tenemos que cuidarnos. No podemos ver a nadie, no quiero exponer a nadie. Nos dijeron que dos veces por día nos van a llamar del Ministerio de Salud de la Nación para ver cómo estamos y si presentamos síntomas”. Mientras tanto tenemos que tomarnos la fiebre dos veces por día. Si se presenta fiebre a partir de los 38 grados u otro síntoma eso significa un alerta y tenemos que avisar al servicio médico”, relata Fernanda a La Capital desde el departamento en el centro rosarino donde comparte el aislamiento con su hija Miranda, aunque aclarando que “en espacios diferentes”.
Fernanda había viajado a Punta del Este a compartir un par de días con sus hermanas Claudia, Lorena y Marcela, sus hijas Miranda y Oriana y otros familiares. Pero la situación de la pandemia y las noticias que recibían les hicieron adelantar el regreso al país.
El viaje en el barco Juan Patricio desde Colonia a Buenos Aires fue un tanto caótico, según relata la psicóloga: “Era una multitud y la gente se protegía como podía, con barbijos improvisados con pañuelos y esas cosas. Había muchos bebés y nenes chiquitos y mucha gente muy mayor. Tratábamos de estar alejados lo más posible el uno del otro pero era prácticamente imposible”
Ya en Buenos Aires comenzaron a circular rumores de que en el buque viajaba un joven de 21 años que se había enterado a punto de desembarca que había dado positivo de coronavirus: “Nadie nos decía nada. Empezaron a correr los minutos y la incertidumbre. Alguien comentó entonces que entre el pasaje viajaba un muchacho que había dado positivo de coronavirus y la gente se desesperó. Pero no era oficial, algunos incluso se enteraron porque lograron comunicarse con algunos familiares que estaban esperando en el puerto. Finalmente después de varias horas de espera, a la madrugada vinieron a buscarnos en unos ómnibus y a nosotros nos trasladaron al hotel Panamericano, donde no la pasamos del todo bien. Nos faltó comida y nadie nos decía bien qué pasaba con nosotros”, comenta la psicóloga.
Ayer a la tarde, las autoridades porteñas de Salud determinaron que los pasajeros del barco no presentaron síntomas de coronavirus y que podían continuar con la cuarentena en sus domicilios.
“Estoy un poco angustiada pensando que en cualquier momento puede aparecernos algún síntoma. La cabeza camina y si bien uno sabe que es contraproducente pensarlo, no te sacás la idea de que esta enfermedad se transmite muy rápido. Estoy más preocupada por mi hija que por mí”, agrega desde su confinamiento.
“Por una persona que fue irresponsable, que no tomó conciencia, ni fue solidaria y no pensó en las 400 personas quedamos todos expuestos. A lo mejor no sabía la dimensión de lo que ocurría, pero él se movió por todo el barco, no fue solidario. Pienso en todo eso”, dice con un dejo de tristeza en la voz.