Muy diminuto de estatura, Guanyu Zhou se hizo notar en el ambiente de la Fórmula Uno por ser el primer piloto chino en correr en la máxima categoría del automovilismo mundial. Pero el destino le tenía preparado que para la décima fecha, el Gran Premio de Inglaterra en una de las catedrales, la de Silverstone, sería el gran protagonista. Lo intuyó el sábado, cuando logró su mejor posición de salida con el 9° lugar y se relamía en la largada cuando había logrado adelantar al local George Russell, que partía 8°. Pero de golpe, todo se esfumó. El francés Pierre Gasly había tocado al Mercedes y este a su vez movió el tren trasero del Alfa Romero que venía lanzado a toda máquina para encarar la velocísima primera curva. El topetazo lo hizo volcar, se arrastró por el pavimento y la gramilla patas p'arriba y antes de impactar contra la protección tomó vuelo y pasó del otro lado para estamparse contra el alambrado con la multitud de fondo. Todo se enmudeció pero, una vez más, la extrema seguridad que fueron ganando los coches de F-1 lo salvó de una muerte segura. Y hay antecedentes frescos que avalan la definición. Ah! Dicho sea de paso. Hubo una carrera que se largó mucho después y que le dio al español Carlos Sainz, de Ferrari, su primera victoria en F-1.
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Así quedó el Alfa, con Zhou adentro. Impactante.
Parecieron momentos interminables los que sucedieron al accidente, que atrás involucró además a Alex Albon, Yuki Tsunoda y Esteban Ocon. El Alfa Romeo quedó apuntando al cielo, en el breve espacio entre las protecciones y el alambrado de la tribuna. Y sólo cuando pudo ser sacado del habitáculo y el equipo confirmó que estaba bien, volvió la calma. Claro que lo ocurrido con Zhou, que salvó su vida de milagro, tiene antecedentes importantes en los últimos tiempos, lo que avala la tremenda evolución en materia de seguridad de los autos de F-1, todo a partir de la muerte de Ayrton Senna en el GP de San Marino de 1994.
George Russell in scary crash at British GP which flips Zhou Guanyu's car upside down
El último importante fue precisamente en Silverstone el año pasado, cuando en la terrible lucha por la punta de la primera vuelta entre Lewis Hamilton y Max Verstappen, el británico mandó al neerlandés afuera en la curva más veloz del circuito, por lo que el Red Bull impactó casi de punta sobre las protecciones. El auto se destruyó pero el campeón del mundo salió ileso, mareado, pero sin mayores problemas.
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El Red Bull destrozado de Verstappen.
Claro que antes la F-1 pareció revivir en Bahrein 2020 aquel tremedo accidente de Niki Lauda en Nurburgring 76. El Haas de Romain Grosjean salió despedido hacia las protecciones, que eran guard rails tradicionales, el auto se partió literalmente en dos y quedó una parte de cada lado y, cuando se temía lo peor, el escocés emergió de las llamas prácticamente sin un rasguño, con quemaduras menores que pusieron a prueba la resistencia de los equipamientos que llevan los pilotos.
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Grosjean emerge del fuego. Increíble.
Antes, en Australia 2016, y mientras Fernando Alonso intentaba superar al Haas del mexicano Esteban Gutiérrez, el McLaren se montó en las ruedas traseras y empezó una serie de cabriolas girando sobre sí mismo para terminar hecho un montón de fierros apretados contra el paredón. El asturiano emergió por sus propios medios de un cockpit que soportó todo.
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Alonso salió como pudo del McLaren.
Una más. En el callejero Gilles Villeneuve de Montreal, el polaco Robert Kubica salió volando al perder la referencia en la pista, estampó contra un paredón, dio vueltas para terminar del otro lado del circuito contra los guard rails y con todo el BMW Sauber destrozado excepto una cosa: el cockpit que lo protegió para salir ileso.
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El BMW Sauber de Kubica recorre de costado el guard rail de Montreal.
Por entonces no había halo en los cockpits, algo que se implementó luego de que un resorte que se le escapó al Brawn de su compatriota Rubens Barrichello perforaba el casco del brasileño Felipe Massa en el Gran Premio de Hungría 2009. Acá también evitó que el casco de Zhou pudiera tocar el pavimento, más allá de que también las sujeciones al cuerpo se lo hubieran impedido.
Lo cierto es que Zhou podrá contarla y todo porque desde aquel fatídico Imola 94, el más grande su tiempo, Ayrton Senna, perdió la vida cuando el brazo de suspensión roto tras chocar su Williams contra el muro de Tamburello, le atravesó el casco causándole una herida mortal en la cabeza. Desde entonces, 28 años, solo hubo una muerte en la F-1, la del francés Jules Bianchi en Suzuka 2014, que conjugó mucho con la desgracia, ya que su Marussia se despistó brevemente en el piso húmedo y terminó debajo de la grúa que sacaba el Force India de Adrian Sutil, que tuvo un percance en ese lugar unos giros antes.