Este ciclo que lidera Gabriel Heinze sigue perdiendo vitalidad. Se fue quedando sin banderas, sin argumentos de sostén ni de defensa. Los lineamientos pretendidos en el inicio del año fueron tragados por el pantano de incertidumbre que fue creando su errático transitar. A cada paso parece desintegrarse entre performances fallidas y promesas tácitas incumplidas. A los obstáculos de turno, nunca logró superarlos ni transformarlos en chances dar un salto de calidad, que a esta altura asoma como una utopía cada vez más lejana. A este Newell’s, este nuevo golpazo en el clásico lo dejó aturdido, en zona de turbulencias y replanteos, y las señales de alarma lo acompañarán hasta el final de la temporada. Ya sin margen de maniobra, con cada vez menos avales adentro y afuera.
El Gringo quemó casi todo su crédito en 10 meses y ahora todo parece pender de un hilo. A cualquier otro, la derrota en el clásico lo hubiera dejado afuera del club, de forma instantánea. El halo de ídolo que construyó como jugador todavía genera una coraza de protección y aún alberga alguna esperanza, pero los permanentes tropiezos de este equipo atentan contra sus ansias y sus metas.
Hoy a Heinze lo sostienen su propia confianza, y que todavía quedan posibilidades de ir por algunos de los puestos de liderazgo del grupo B para seguir en carrera en la Copa de la Liga y las chances de ingresar a la zona de clasificación a copas internacionales. Pero si no revierte rápidamente esta preocupante caída en su curva de rendimientos serán aspiraciones que seguirán excediéndolo.
Todo lo demás lo fue perdiendo, por su gran culpa. No estuvo a la altura de lo que se propuso. Bajo su conducción, el conjunto leproso quedó eliminado prematuramente en el comienzo de la Copa Argentina, a través de una caída vergonzosa ante Claypole, en San Nicolás. En instancias clave, mostraba que no daba la talla y esa señal de advertencia tampoco fue atendida a tiempo.
En tanto, en la Sudamericana no se aprovechó el envión positivo de la primera fase, no se tuvo en cuenta el contexto de oportunidad que se le abrió para seguir escalando en la Copa. El mercado de pases fue muy malo y no se trajeron refuerzos de calidad y esa chance pasó de largo sin entender que para Newell’s no era algo habitual. La apuesta debió ser mayor, más decidida, y a tiempo.
Al hincha le quedó la sensación de que el rojinegro pudo haber llegado más lejos. Se presentó una posibilidad que nunca fue valorada debidamente.
Y Heinze, siempre con decisiones extrañas, decidió dejar a Brian Aguirre y Ramiro Sordo en el banco en los duelos decisivos. Y se la jugó por Guillermo Balzi en la vuelta ante Corinthians, cuando no era parte de la columna vertebral que venía presentando el equipo.
Mientras que, en las ligas, nunca pudo cumplir con sus ambiciones de protagonismo. Siempre expuso una gran irregularidad. No le ganó a Boca ni a River, nunca pudo revalidar de visitante lo que esbozó en algunas ocasiones en el Coloso del Parque, y tampoco pudo conseguir un gran triunfo que muestre y afirme el norte.
En los clásicos tampoco pudo conseguir combustible. En el primero ni siquiera pateó al arco jugando de local, y en el segundo cayó ante un Central repleto de problemas de ausencias y lesiones.
Este Newell’s repite errores, continúa siendo frágil atrás y le cuesta demasiado llegar a convertir un gol. Desde Lucas Hoyos y Guillermo Ortiz todo lo que nace desde allí transmite inseguridad y termina contagiando al resto. Y cuando se acerca al área rival se queda sin ideas para vencer la valla adversaria. Todo se va en insinuaciones.
Además, en todo este tiempo no terminó de potenciar y consagrar a ningún jugador. Y la actualidad del plantel no ofrece ninguna pieza para mostrar como modelo o referencia para traccionar una mejora. Hasta los pibes Juan Sforza y Aguirre bajaron sus niveles de juego.
En este contexto, la derrota reciente en el clásico no es una más. Se inscribe en este proceso de evidente deterioro individual y colectivo. Así, este presente de Newell’s generó cuestionamientos hacia afuera y también hacia adentro. Dentro del club ya no tiene apoyos y consensos unánimes, y será el Gringo el que medirá hasta dónde puede estirar esta angustia. Hasta ahora es todo decepción.
Necesita ponerle freno a la serie de derrotas
La pendiente de Newell’s es muy marcada. El conjunto rojinegro comenzó la Copa de la Liga con dos triunfos en condición de local y luego fue perdiendo intensidad y convicción en sus pasos. Las victorias 2-0 sobre Central Córdoba de Santiago del Estero y 1-0 sobre Lanús en el Parque configuraron una situación de inicio que parecía guiñarle un ojo al destino de la lepra en este certamen. Pero tampoco supo aprovechar ese envión positivo.
Después vinieron dos igualdades en uno ante Belgrano en Córdoba y frente a Unión en el parque Independencia. Esas pardas instalaron un momento de dudas que no encontraron la posibilidad de reaccionar.
Tras eso, llegaron tres reveses consecutivos para un Newell’s que parecía haber arrancado el torneo para otra cosa. Las derrotas con Racing 2-1 en Avellaneda, con Estudiantes 1-0 en el Coloso, y fundamentalmente con Rosario Central 1-0 en el clásico, situaron el proceso en período de crisis y debe cortar esta serie. Newell’s en este semestre solo sumó 8 de 21 puntos y debe cambiar ese paso.