Murphy le brindó el apoyo total a su embajador
En el pueblo de 4 mil habitantes en el que nació el DT de Tottenham, Mauricio Pochettino, los vecinos coparon el club Unión y Cultura para seguir la definición de la Champions. Ovación fue testigo de un día inolvidable, aunque ganó Liverpool
2 de junio 2019 · 00:00hs
Mauricio Pochettino puso a su pueblo, Murphy, en la cima del mundo futbolístico. Porque más allá del resultado de la final de la Champions League, en la que Tottenham no pudo alcanzar la gloria eterna y cayó ante Liverpool por 2 a 0 en el Wanda Metropolitano de Madrid, no son pocos los que hoy hablan de este pueblo ubicado 160 kilómetros al sur de Rosario como si lo conocieran. Murphy reza, en el ingreso a la localidad, que es tierra de embajadores del buen fútbol. Ayer, uno de sus hijos dilectos llevó esa bandera al podio europeo. En su casa, el club Unión y Cultura, se armó una tribuna especial en la que unos 300 vecinos, sin distinción de edad, se apostaron formando una platea muy emotiva. No era la final de un Mundial con Argentina protagonista. Era la final de una copa de Europa, pero se vivió como tal. Con el corazón en la mano. Con las emociones escapándose por los poros. Y con un aplauso cerrado y sentido al cierre, un reconocimiento a ese embajador que tienen en el mundo.
Murphy vivió días agitados. La prensa nacional e internacional que llegó durante el último mes a la cuna de Poche puso en estado de expectación a los vecinos. Acá, en este pago de unos 4 mil habitantes en el que todos saben de quién es tal o cual auto, donde las direcciones no se señalan con una altura o el nombre de una calle, el apellido Pochettino atrajo a "extraños” de otras latitudes. Claro, la situación los encontró preparados. Por eso ayer, cuando Ovación transitó las primeras calles y se encontró con las primas de Paulo Gazzaniga, arquero suplente de Tottenham, no las notó desprevenidas. Maquilladas, arregladas, mate en mano cruzando la plaza, pero sobre todo orgullosas del apellido y de su primo, posaron para la foto con la mejor disposición. Sonrientes y ansiosas, como ellas mismas lo reconocieron, valoraron la presencia de su primo en la élite del fútbol. "Esfuerzo” y "sacrificio” fueron los términos en común que usaron para describir los porqué de Paulo en ese lugar. Un rato después se las vio aún más nerviosas, en una de las primeras filas, apostadas frente a la pantalla gigante instalada en el club, con otro tío de Paulo, Chelo, el carnicero del pueblo, y su abuela Alicia, bien concentrada. De un lado a otro iba la presidenta del club, Daniela Lazzari, quien en mangas cortas admitía no sentir frío por "ir y venir”, sin perder la atención en los visitantes y recibiéndolos en la puerta. Tampoco tenía un respiro Analía al frente del bufé. Los "conocidos” de Poche, uno de sus primeros entrenadores, Alberto Broglia, entre otros, armaron una especie de Mesa de los Galanes murphense en el que sólo había un tema: fútbol.
El horario del partido generó que la tradicional siesta, esta vez, no tuviera lugar. Nenas y nenes con camisetas de distintos equipos de fútbol o con los colores de Unión y Cultura surcaron de a poco las calles tiñéndolas de jornada especial. Eso sí. Pocas casacas de Leo Messi, algunas de Carlitos Tévez, otras de River. Y lo sorprendente: las pilchas de Harry Kane, el goleador estrella del Tottenham y la selección inglesa. ¿Quién podría haber supuesto esto hace apenas unos años?
La invitación en Unión y Cultura, el único club de fútbol del pueblo, que abrió especialmente las puertas a sus vecinos para ver el partido de la Champions, prosperó. Tras haber postergado la fecha de inferiores para que los chicos pudieran disfrutar de este partido, la "sala” tuvo todas las emociones. Arrancó con entusiasmo pero fue un golpe el gol de Salah antes de los 2 minutos de juego. Mientras circulaban los primeros mates, los vasitos de Coca Cola y las hamburguesas, los vecinos empezaban a "sufrir”. Cuando la cámara tomó en primer plano a Poche acomodándose en el banco de suplentes, se escucharon los primeros aplausos cerrados. El primer tiempo no dejó buenas sensaciones para el Tottenham, pero tras un estirón de piernas y un breve paseo por la vereda y el bufé, se renovaron las ilusiones.
El sueño de revertirlo
"¿Lo damos vuelta?”, preguntaba el intendente Marcelo Camussoni en el entretiempo. Como si fuera una causa nacional, este partido se vivía intensamente. Y en el segundo tiempo, se soltaron las emociones. Cada pelota salvada, cada contraataque, cada chance neta de gol levantaba a la mayoría de los chicos. Unos tiraban piñas al aire, se agarraban la cabeza, maldecían al árbitro o simplemente respiraban profundo. Cabe otro dato: gran parte de ellos no conoce a Mauricio Pochettino. Algunos tienen la edad que equivale al tiempo que Poche no visita el pueblo. Pero lo admiran, lo reconocen. Ven en él a ese chico de Murphy que "llegó". Entienden que ellos también pueden "llegar". Con una pelota o sin ella.
No se torció la historia. Los Spurs de Pochettino fueron al frente, pero se encontraron con uno de esos días en los que la pelota no entra. Mucho tuvo que ver el arquero rival Alisson, aunque a esta altura las excusas son eso: excusas. Los Reds hicieron valer la experiencia europea y la jerarquía individual. Ampliaron de contra con Origi, se pusieron 2 a 0 y festejaron el título más importante de clubes del Viejo Continente.
Si bien el epílogo del encuentro no le dio al pueblo de Murphy la alegría inmensa que esperaba, sus habitantes saben una cosa: esto es fútbol, el deporte universal que un día te entrega felicidad y otro día la reparte por otro lado. Para la inmensa mayoría, simplemente es un juego. Pero tal vez el único capaz de diluir todas las fronteras. La final de la Champions se jugó en Madrid y la protagonizaron dos equipos ingleses. Murphy, sin embargo, tuvo una tribuna especial. Hoy tal vez siga lamentando goles errados del Tottenham, pero quizás también pueda desahogarse con la Liga Venadense. Hay fecha y la primera de Unión y Cultura juega contra San Jorge de Carmen. Más fútbol. Más historias.