"Si la chance llega, quiero estar lo mejor preparado posible". La declaración pertenece a Aníbal Moreno. Se la dijo a Ovación a fines de agosto pasado. Estaba en la reserva y algunos hinchas se preguntaban por qué no jugaba en la primera. Frank Kudelka tenía sus motivos. El mediocampista no estaba a disposición para los entrenamientos por las convocatorias al seleccionado argentino juvenil.
El entrenador lo fue metiendo de a poco, en dos partidos fue titular y luego volvió al banco. El último viernes estuvo entre los once y no dejó pasar la oportunidad. Tuvo la autoridad de los que tienen un extenso recorrido y un atrevimiento siempre saludable en tiempos en los que muchos jugadores no arriesgan más allá de lo que les dice el técnico. Decisivo en la victoria de Newell's, demostró que se trata de un futbolista a tener en cuenta para el futuro.
Kudelka lo tiene en los planes, aunque la posición que adoptó es no apresurarse y meterlo de a poco. Entiende que a los jóvenes no hay que darles más responsabilidad de la que son capaces de asimilar. Para el partido frente a Independiente se había quedado sin el suspendido Denis Rodríguez y entonces consideró que Moreno debía estar desde el comienzo. Los hinchas también lo estaban esperando, aunque la realidad es que no todos conocen sus cualidades, lo que es capaz de dar y de qué manera sobrelleva las exigencias y obligaciones. El pensamiento común es que el futbolista que está afuera habitualmente es mejor que el que juega.
La derrota estrepitosa con Gimnasia (0-4) en el Coloso marcó la salida de Moreno del equipo. Era el segundo partido de titular en la Superliga. El anterior fue en la fecha previa, con Patronato
(3-1) en Paraná. Kudelka siguió probando sin éxito al reemplazante de Jerónimo Cacciabue, la revelación rojinegra en este torneo y que falta desde la 8ª fecha con Boca por lesiones. Desde que se ausentó, se probó con Moreno, Lucas Villarruel, Braian Rivero y hasta con Julián Fernández y Mauro Formica cambiando a esa posición. No hubo caso y entonces volvió a recurrir a Moreno.
La presentación de Newell’s en Avellaneda era de riesgo. El equipo había perdido funcionamiento y en cierta medida se debía a un mediocampo al que le costaba manejar la pelota con claridad y dejaba bastante sólo a Julián Fernández en la contención. El ingreso de Moreno solucionó esos problemas. Con cualidades más ofensivas que Cacciabue, se desdobló en la mitad de cancha hasta ser reemplazado en el último cuarto de hora, exhausto por el desgaste.
Moreno no fue a la derecha, donde se mantuvo Formica, sino que jugó sobre la izquierda, siendo el enlace entre la defensa y la delantera. Corrió mucho, fue a buscarla y la trasladó, pero sin entretenerse. Preferentemente la recibía, tocaba de inmediato y se mostraba para la descarga. Por una condición innata o por conocimiento, o por ambas cosas, hizo lo debido. No se entretuvo e hizo correr la pelota. La movió de un lado al otro, tratando de asociarse y triangular con los compañeros, para dejar a los rivales por el camino.
El futbolista, que puede
desempeñarse de volante interno o de doble cinco, tocó corto y, cuando veía el resquicio, metía pases filtrados. El enorme cambio de frente de izquierda a derecha para la corrida de Gabrielli a espaldas de la última línea en el primer gol rojinegro fue una demostración de su pegada precisa. Otra muestra fue el derechazo de lejos que alcanzó a tocar el arquero Campaña y dio en el travesaño.
Moreno fue prolijo, aportó claridad y pases de gol. Fue habitual que mueva las manos indicando a los compañeros que se le acerquen para tocar. Asumió con personalidad el rol que le dieron, colaborando además en la marca, presionando y ocupando bien los espacios.
El catamarqueño respondió en Avellaneda a las expectativas que se generaron alrededor de su figura. Si bien fue un partido, hay señales claras de que tiene potencial. Por más que su carrera en primera recién está comenzando, jugó para ilusionar.