La verdad sea dicha. Lionel Messi nunca olvida sus orígenes. La boda que acaparó la atención del mundo en todos los medios periodísticos, se dediquen al deporte o no, fue acaso la última prueba. Acaso la más contundente. Pero no la única, claro que no. Siempre, desde que es reconocido como el mejor jugador planetario del momento, desde que Argentina es conocida en todos lados por él, como lo fue (y lo es) antes con Diego Armando Maradona, siempre, siempre eligió volver. Y mostrarse. Quizás últimamente no tanto en lugares públicos, pero hasta no hace mucho cualquier hijo de vecino podía verlo en algún restorán comiendo algo con los amigos de toda la vida sin problemas, o caminando por la calle. Como uno más. Eso habla muy bien de él, más allá de cualquier otra razón que pudo haber influido para decidir trasladar el glamour del fútbol mundial más cotizado a barrio La Granada, no tan lejos de donde él creció. Casi que se casó en el patio de su casa.
Tampoco quiso mostrar lo que no es. No invitó a personajes famosos que hicieran bulto, sino a sus amigos. Los famosos, compañeros y ex, del Barsa y de la selección argentina. Ningún otro que levante la temperatura mediática y que no tenga que ver con sus afectos. Como los compañeros de ruta de toda la vida y vecinos queridos, que compartieron la noche de sus sueños con aquellos. Acá. En Rosario.
Pudo casarse en Barcelona y quizás ayudar a trasladar a todos sus seres queridos allá. Los trajo a los de allá para acá, que pueden hacerlo sin problemas. Actuales compañeros como Busquets, Neymar, Suárez, Piqué y Jordi Alba estuvieron al pie del cañón, como los ex Puyol, Eto'o, Xavi, Fábregas, Pinto y Dani Alves. Figuras estelares del fútbol que jamás hubieran llegado a Rosario sino fuera por Messi. Y, por supuesto, no podían faltar los "rosarinos" Di María, Banega, Guzmán, Lavezzi, Mascherano y Maxi Rodríguez o el Laucha Formica, más los seleccionados Biglia, Romero, Andújar, Zabaleta, Higuaín, Gago, Agüero, Demichelis y Rojo, entre otros. También, por él.
Movió al mundo y lo trajo a sus calles, adonde viven sus padres y los de su esposa Antonela, donde se puede volver a abrazar con sus compañeros de la famosa 87 rojinegra. Rosario, fue la capital del planeta como nunca. Por Messi.