Montero dijo, previo al debut, que se iba a ver "un Central diferente". En el partido con Colón se notaron algunas variaciones en el juego, especialmente en la ofensiva
Montero dijo, previo al debut, que se iba a ver "un Central diferente". En el partido con Colón se notaron algunas variaciones en el juego, especialmente en la ofensiva
"Las características de los que se fueron no son las mismas de los que llegaron. Por supuesto que se va a ver un Central diferente". Paolo Montero advirtió un cuadro de situación que, a su criterio, indefectiblemente se iba a presentar. Tiene que ver con la forma de juego en la que su equipo se aprestaba a afrontar el nuevo torneo. Apenas un partido pasó y es muy probable que de poco sirva para establecer un cuadro comparativo, con elementos demasiado contundentes, que sirvan para hablar de que esas "diferencias" ya son claras y notorias. Eso no invalida la vida que tomaron ya algunos comportamientos futbolísticos que sí antes costaba encontrarlos.
"Martínez o Tobio no son Pinola, Romero no es Musto, Zampedri no es Teo Gutiérrez", fue la respuesta de entrenador antes del debut frente a Colón ante la consulta sobre si en este nuevo campeonato algunas cosas futbolísticas iban a cambiar.
La primera sentencia que se debe hacer es que la gran metamorfosis que sufrió el equipo está relacionada con el ataque. Pero no con los nombres, aunque esto sea parte también de la cuestión, sino con las formas. Se insiste en que van sólo 90 minutos de juego y que la mano de Montero está para moldear cualquier cosa que considere necesaria, pero sin dudas que este Central se comportará de una manera diferente en su tránsito por los caminos al gol, al menos hasta que un poco más atrás, en la zona de gestación, las piezas terminen de engranar.
La comparación es inevitable: Teófilo Gutiérrez tenía una forma de jugar y las características de Zampedri distan mucho de las del colombiano. Queda a gusto del lector declarar cuál es mejor que otra, aunque eso no sea hoy lo más relevante. Hoy lo único que se puede decir es que son distintas.
Ver a Marco Ruben levantando el brazo y señalando a Zampedri para que el pelotazo vaya hacia el ex Atlético Tucumán, tal como sucedió en varias ocasiones en el Brigadier López, pudo parecer un detalle menor. Pero no lo es. No hace falta ni aclarar que el capitán lejos estaba de desentenderse de la jugada, sino que lo que pretendía era que Zampedri fuera el receptor para aguantar o bien peinar para que él mismo pudiera buscar la segunda pelota. Antes sucedía lo contrario, Marco era quien recibía algún bochazo (la idea siempre fue llegar por abajo) para que Teo rápidamente pudiera acoplarse.
Aquí quizá radique la primera y gran diferencia de aquel Central del semestre pasado a este. No es que el equipo ya haya tirado claros indicios de que va a jugar al pelotazo. Nada de eso. Sí que en esa estructura quien saldrá más del área a merodear la zona de tres cuartos es Ruben. El no es de los jugadores que le escapan a los duelos físicos, pero también se debe consignar que sacarlo de su hábitat natural (el área), en el que mejor se mueve, podría ser contraproducente en cuando a su capacidad goleadora. La potencia física de Zampedri es una alternativa más que tendrá a mano el equipo cuando intente atacar. Es que muchas veces no se puede salir por abajo y el recurso de la búsqueda frontal es una alternativa. Hasta el semestre pasado era más difícil que esto sucediera. Es que Teo estaba para otra cosa, para recibir en tres cuartos, tanto por derecha como por izquierda, y tejer juego con el balón pelota al pie.
Hoy Central no tiene eso. Al menos no lo demostró en cancha de Colón, aunque tiempo le sobra para mejorar. Si la pelota no llegó tan clara por abajo fue porque no hubo un jugador que pudiera hacerse cargo de la situación. El Colo Gil tampoco es Colman, más allá de que el ex Chacarita en los años que lleva en Arroyito nunca haya podido ponerse el traje del gran conductor.
Mucho menos evidente fue la diferencia entre Musto y el Colo Romero. Es que el uruguayo se paró bien de volante central y más allá de cuestiones técnicas propiamente dichas tuvo un buen andar en relación a las funciones que el puesto requiere. Ubicación sobre todo.
En lo que hace a la última línea tal vez sean necesarios muchos más partidos para ver cómo responde de acuerdo a las exigencias del técnico en esto de acortar el equipo achicando hacia adelante. El sábado fue Martínez y un rato Ortiz. Próximamente será el turno de Tobio.
Apenas algunos indicios de lo que era y de lo que es. En un contexto de tan sólo 90 minutos de acción hay más "sensaciones" que "afirmaciones" sobre dos formas de juego, entre las que se pueda marcar hoy una diferencia ya establecida. Con el correr de los partidos el equipo irá tomando ritmo y en la misma medida forjando su nueva identidad.
Por Mariano D'Arrigo
Por Nachi Saieg