Hay unas cuantas aristas a través de las cuales entrarle al análisis de lo que fue la puesta en escena de Central en la Bombonera. Lo que sí, cualquiera que se utilice entregará un saldo con más puntos en el haber que en el debe. Pero hay algo que Edgardo Bauza buscó en la previa del partido y lo consiguió: lograr que el equipo tenga más juego y, por ende, mayor peso en la ofensiva. Todo esto sin descuidar el orden que el técnico canalla siempre pregonó y que justamente en los últimos partidos había perdido, pero inquietar más al rival era la gran cuenta a saldar. Con el partido de Boca ya como parte de la historia, el aprendizaje fue bueno.
Todo lo que se habló sobre que Boca ponía en cancha un equipo alternativo fue un dato aleatorio. Se hace la salvedad en este punto porque considerar a Rossi, Peruzzi, Goltz, Mas, Gago, Villa, Cardona, Zárate y Benedetto futbolistas de segunda clase es cuanto menos una ironía. En el 90 por ciento de los equipos del fútbol argentino serían titulares inamovibles.
Ante eso Central logró pulir su funcionamiento, aceitar en cierta forma la maquinaria futbolística y estrechar lazos con uno de los mandamientos vitales que demanda el fútbol: la generación de situaciones de gol.
En materia ofensiva, el del sábado fue, por lejos, el mejor partido del canalla en lo que va del semestre (se retira del análisis el encuentro frente a Juventud Antoniana de Salta justamente por la categoría del rival). Es que quizá juntando varios de los últimos partidos no generó tantas situaciones como lo hizo en los 90 en la Bombonera.
Y esto va un poco más allá de los resultados propiamente dichos, muchos de los cuales suelen entregar señales engañosas. Sólo por citar un ejemplo, frente a Gimnasia el canalla estuvo más cerca del triunfo que ante Boca (de hecho iba ganando y el empate llegó por un error del árbitro), pero en esa ocasión el equipo del Patón llegó con peligro al arco tripero una sola vez: el tiro libre del Colo Gil que terminó en gol fue el único remate al arco.
Lo mismo corre para otros tantos encuentros en los que todo quedó reducido a unas buenas intenciones que lejos quedaron de traducirlas en hechos concretos.
Por eso, lo de la necesidad de mostrar algo distinto, más osado, no es cuento. Fue lo que llevó al Patón Bauza a meter algún pequeño retoque desde lo táctico (la inclusión de Lovera en zona de tres cuartos y cruzar de carriles a Camacho y Carrizo fueron las decisiones más salientes). Indudablemente su inconformismo fue de la mano con la escasa generación de juego que su equipo estaba mostrando. Y lo dicho, esa nueva postura dio sus dividendos. Claro que el fútbol después entrega situaciones fortuitas que motorizan alegrías o tristezas, dependiendo si una pelota pega en el palo y entra o sale; si hay una definición correcta o fallida.
Pero para Central la cosa fue un poco más allá de cómo se definieron esas situaciones. Lo primordial fue haberlas generado. Y lo que es mejor, el número de veces en las que pudo haber marcado. Para lo que venía mostrando el canalla en los últimos partidos fue una enormidad.
Teniendo en cuenta que ante Gimnasia hubo un solo remate al arco, que ante Almagro por Copa Argentina el gol llegó en la única jugada de riesgo y con una acción más fortuita que otra cosa (a Herrera la pelota prácticamente le rebotó tras el centro de Ruben), que frente a Unión sólo hubo un cabezazo del Chaqueño, lo de Boca fue infinitamente superior. Entre otras estuvieron: el remate de Zampedri tras el pase en cortada de Camacho, una mala resolución de Lovera con superioridad numérica sobre el rival, el cabezazo de Ortiz tras el centro de Gil, el toque de cachetada de Parot después de la habilitación de Benedetto, el cabezazo de Herrera que tapó Rossi y dio en el travesaño (cobraron offside pero estaba habilitado), la volea de Carrizo en el borde del área chica y el cabezazo del Pachi cuando el partido se moría. Claramente más del doble que las generadas en los últimos tres partidos.
Suele pasar que con una sola chance, bien resuelta por supuesto, alcanza. Pero como dice el refrán, "lo que abunda no daña". Para Central como cualquier otro equipo, siempre habrás más posibilidades de llegar a un buen resultado teniendo mayores chances para definir. Si a Bauza le dieran a elegir, seguramente optaría por lograr que lo hecho frente a Boca se extienda en el tiempo. Por la sencilla razón de que el equipo logró ese peso en ofensiva que hasta aquí prácticamente no había mostrado. Y lo que es mejor para Bauza y sus dirigidos, si bien está por delante el partido ante Patronato, esta mejoría llegó en lo que ya es la recta final para el clásico por Copa Argentina.