El 2 de diciembre de 2010 Rusia y Qatar fueron elegidas como sedes de los mundiales de fútbol de 2018 y 2022 en una sospechosa votación. Ayer, cinco años y numerosos escándalos después, el comité ejecutivo de la Fifa se reunió en Zurich para debatir sobre el futuro y varios de sus miembros se mostraron a favor de emprender profundas reformas.
La niebla cubría por la mañana la suntuosa sede de la Fifa como un velo y los muros del cuartel general del ente rector del fútbol mundial se preparaban para un día ajetreado. La reunión de ayer y hoy, la última del ejecutivo en un 2015 lleno de sobresaltos, debería servir para construir los cimientos de una nueva Fifa.
“Parto de la base de que hay una mayoría para aplicar las reformas necesarias”, señaló Wolfgang Niersbach antes de su primer encuentro con los altos dirigentes de fútbol mundial tras renunciar a la presidencia de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) a comienzos de noviembre por la supuesta compra de votos en la adjudicación del Mundial 2006.
A diferencia de Niersbach, que entró en la sede de la Fifa por el garaje, como la mayoría de sus colegas, el influyente y rico Ahmad Al-Fahad Al-Sabah accedió por la puerta principal. Vestido con una camisa rosa, se mostró muy optimista.
“Hoy llegó el día para las reformas, estamos en el buen camino. Crucemos los dedos”, dijo el jeque kuwaití. Al-Sabah, que forma parte del comité ejecutivo de la Fifa desde hace medio año, es un directivo influyente en la política deportiva internacional a partir de su trabajo como jefe del Consejo Olímpico de Asia.
Justo ayer se cumplieron cinco años de la votación que dio origen a la actual crisis que vive la Fifa. Y el punto más importante del orden del día era escuchar las propuestas de François Carrard, jefe de la comisión de reformas, un ente que en sus cinco meses de trabajo sólo consiguió una cosa: recibir críticas.
Un vistazo al listado de asistentes al comité ejecutivo da una buena muestra de cómo cambiaron las cosas en la Federación Internacional de Fútbol Asociado desde 2010: sólo 6 de las 24 personas que conformaban el órgano que eligió a Rusia y Qatar se mantienen en el cargo. Casi una decena están sancionadas o en el foco de la justicia, incluido Joseph Blatter, presidente de la Fifa desde 1998, y Michel Platini, máximo dirigente de la Uefa.
Se espera que la situación de ambos sea debatida durante el encuentro, aunque la decisión firme se tomaría en las próximas semanas. Blatter y Platini fueron suspendidos en octubre de forma provisional por un sospechoso pago de dos millones de francos suizos (unos dos millones de dólares) que el suizo hizo al francés en 2011.
Nadie en Zurich recordaba ayer cuándo fue la última reunión del ejecutivo a la que no asistió Blatter. Y justo no estuvo en la más importante de los últimos años. Si lo que se habló ayer terminará o no entrando en los libros de historia de la Fifa dependerá sin embargo de las decisiones que se tomen en el futuro sobre democracia y transparencia.
Es probable que se apruebe un límite de edad de 74 años y un mandato de como mucho 12 años. Sin embargo, en el Congreso de San Pablo de 2014 ya se tumbaron propuestas similares.
En los papeles de Carrard también hay borradores sobre cambios en la estructura y en la composición del ente rector del fútbol mundial. El comité ejecutivo podría sentar las bases para una futura autodisolución y en su lugar se podría crear una junta de supervisión y un consejo de administración. No obstante, el posible cambio de estatutos no podrá ser aprobado hasta el 26 de febrero del año próximo, cuando se reunirá el Congreso. Ese mismo día también se harán las elecciones en las que se votará al sucesor de Blatter.
¿Pero están dispuestos los miembros del comité ejecutivo a poner fin a sus carreras en las altas esferas? Muchos perderían el cargo y verían cómo disminuirían su enorme influencia.
Sin dudas, esta historia tendrá más capítulos.