Los dos años en Ferrari (más aquel GP de Italia del 76, en que iba a reemplazar a Lauda pero el austríaco retornó sorpresivamente tras el accidente en Nürburgring y entonces corrió un tercer auto del Cavallino en Monza) fueron un tormento desde el lado de la crítica, porque en la Scudería cuando se gana lo hacía el auto y cuando no era culpa del piloto. Con don Enzo vivo y siempre presente ni siquiera Lauda gozó de su plena simpatía. Siempre se dijo que il Commendatore quiso sólo a dos pilotos: el mítico Tazio Nuvolari, de la era pre Fórmula 1, y Gilles Villeneuve Siempre se dijo que il Commendatore quiso sólo a dos pilotos: el mítico Tazio Nuvolari, de la era pre Fórmula 1, y Gilles Villeneuve, el coequiper inexperto del Lole en ese 1978.
Reutemann decidió salir de Ferrari e irse al equipo campeón Lotus. Parecía lo más acertado, pero no sólo il Cavalllino se consagraría en el 79 con el reemplazante del santafesino, Jody Scheckter, y una genial T4, sino que la escuadra de Colin Chapman entraría en un cono de sombras del que apenas emergió efímeramente cuando tuvo a Ayrton Senna en su butaca a mediados de los 80. Ese año ya habían salido mejores copias del Lotus 79, el promocionado Lotus 80 que debutaría en la 5ª del año en España fue un fiasco y el Lole, de buena primera mitad, desaparecería de escena el resto de la temporada.
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El Lole en el Lotus 79, en el GP argentino, donde sería 2º de Laffitte. El año empezó bárbaro. Después, el ostracismo.
Para entonces, no sólo los frágiles Renault con los poderosos motores turbo habían copado la parada, sino el Williams FW07 en manos de Alan Jones, pese a que sería Clay Regazzoni el que le daría la primera victoria en Silverstone. A fin de año el suizo ya empezaba a despedirse de la F-1 (lo haría al año siguiente, tras un grave accidente en Long Beach, ya a bordo de un Ensing) y Frank Williams vio en Reutemann al complemento ideal para ir por la primera corona para el equipo. En manos de Jones, claro.
Claramente Lole tendría el papel de segundo piloto ese 1980, pero su ambición de título ya podía verse desde la primera carrera. El llanto por el abandono en Buenos Aires, un tórrido 13 de enero, no hacía más que confirmarlo. En Brasil y Sudáfrica, con sendas victorias de René Arnoux con Renault, clasificaría delante de Jones y en Kyalami obtendría los primeros 2 puntos con el 5º puesto. Otra vez la transmisión, como en Interlagos, lo dejaría de a pie de entrada en Long Beach, donde Nelson Piquet obtendría su primera victoria en F-1. En Zolder obtendría el primer podio, detrás de Didier Pironi, que hacía renacer a Ligier, y de Alan Jones. A Mónaco, ese 18 de mayo de 1980, se llegaba con Arnoux líder con 21 puntos, seguido del australiano con 19, Piquet con 18 y Pironi 13. ¿Reutemann? Apenas 6.
Lole perdió por apenas 69 milésimas la pole con Pironi y tras la largada Jones los despojó en Saint Devote del segundo lugar, mientras atrás Dereck Daly protagonizaba uno de esos vuelos inolvidables en la primera curva, aterrizando el Tyrrel sobre su compañero Jean Pierre Jarier. La carambola dejó afuera a varios autos pero la carrera no se detuvo. Lo que siguió fue una lucha sin cuartel entre el francés y el australiano, con Reutemann siempre a la expectativa.
La caja dejó de a pie a Jones en el giro 24 y, cuando una llovizna fina empezó a caer a 22 del final y Reutemann se le acercaba, Pironi golpeó el Ligier contra el guard-rail tras romper la caja y el argentino pasó a la punta. Lo que siguió tal vez fue aburrido a la vista, pero dentro del habitáculo de la versión B del FW07 estrenado en Zolder todo era preocupación. La segunda y tercera marcha fallaban, debió levantar el visor del casco manchado con aceite de la caja de Pironi porque no veía y en esa última vuelta, la 76, empezó a llover con intensidad, corriendo con neumáticos lisos.
Pese a eso, pese a hacer esos últimos 3.312 metros en cámara lenta, en sus 12 triunfos en F-1 nunca le sacó tanta ventaja al escolta: 1m 13,63s. Y a Jacques Lafitte, que toda la carrera estuvo atrás suyo. Piquet, tercero, se subía a la punta del campeonato.
GP Montecarlo 1980 (Triunfo Carlos Reutemann - TV Argentina)
Fue la 10ª victoria de Reutemann, la primera después de un año sin alegrías. Era la primera vez que iban a una carrera sus hijas Cora y Mariana, Mimicha lo acompañó en el podio a saludar al príncipe Raniero y la princesa Grace. Héctor Acosta, fallecido en 2004 y relator de las carreras de Lole de entonces, no sólo ya casi no pudo relatar el paso por la bandera a cuadros del Williams número 28, sino que también lloró al momento del himno. “Al fin, Carlos”, quedó patentizado. Sabía él, que lo acompañaba por el mundo, cuántas decepciones cortó ese GP de Mónaco de 1980.
Un año después de un día como ayer, Lole ganaría su última carrera en Zolder.
Fue la última victoria de Carlos Alberto Reutemann en la Fórmula 1. Pero la que menos festejó. No podía hacerlo pese a que ese 17 de mayo de 1981 era su mejor momento en la Fórmula Uno. Con 39 años cumplidos el 12 de abril en pleno Gran Premio de la República Argentina, Lole se deshacía de sus rivales principales en la lucha por el campeonato y se acomodaba más puntero que nunca al cumplirse la 5ª de 15 fechas del calendario. Nada podía estar mejor. Sin embargo, mientras Jacques Laffitte y Nigel Mansell descorchaban champán al lado suyo, el gesto adusto lo decía todo. Zolder, Bélgica, fue acaso el cénit de la desorganización de una categoría tironeada por la disputa entre la Fisa de Jean Marie Ballestré y la Foca de Bernie Ecclestone. Y la consecuencia fue un mecánico fallecido por un golpe del Williams del santafesino el viernes y otro en coma tras una largadas de las peores que se recuerden.
La F-1 daba para cualquier cosa en ese 1981. Tanto que la primera carrera se disputó en Kyalami y fue una magnífica victoria de Reutemann, quien se aguantó el piso húmedo en las primeras vueltas corriendo con slicks para abrumar cuando la lluvia paró y el pavimento se secó. Pero en un escritorio borraron de un plumazo esos 9 puntos que le hubieran dado la corona una carrera antes del final, todo porque la Fisa presionó a sus escuderías afines para que no se presentaran, y entre ellas estaban Ferrari y Renault. Fue cuando hasta el sanjuanino Ricardo Zunino llegó a estar tercero con el Brabham de la escuadra de Ecclestone.
Al desconcierto de Kyalami siguió la apertura en Long Beach y la victoria del campeón Alan Jones, que aprovechó un error del santafesino para superarlo. Lo que podía darse en el callejero estadounidense se dio bajo la lluvia torrencial de Jacarepaguá. Lole delante de su compañero de equipo, el cartel al final del equipo Williams ordenando dejarle paso y la desobedicencia de Reutemann para llevarse un gran triunfo. Un grosero error de Nelson Piquet, al tratar de emular lo hecho por el santesino en Sudáfrica, impidió ver ya en esa carrera las tremendas ventajas reglamentarias del Brabham BT49C, equipado con suspensiones hidroneumáticas. El efecto-suelo que hizo ganador a Lotus en el 78 y que irrumpió con peligrosidad en el 80, fue prohibido en el 81, pero el genial Gordon Murray lo puso en acción igual burlando los reglamentos, con un sistema que aplastaba el auto contra el piso en la pista pero que, al bajar la velocidad hacía que las polleritas subieras hasta tener 6 cm de despegue, que era lo exigible.
En Argentina, tercera del año, ahí sí Piquet humilló a todos con una victoria aplastante y hasta hubiera sido segundo el reemplazante de Zunino, el mexicano Héctor Rebaque pero un despiste lo dejó afuera cuando había superado a Reutemann. Siguió un triunfo contundente, aunque viniendo de atrás, del brasileño en Imola y para Zolder ya todos los equipos habían copiado el sistema que derivó en múltiples discusiones que enrarecieron aún más esa disputa Fisa-Foca. Pero claro, las copias no suelen ser buenas de entrada y Jones lo padeció el viernes de clasificación, cuando le quitaron el mejor tiempo porque su auto no dio el despegue. Así, Reutemann heredó la pole que no se bajaría al día siguiente.
Pero ese viernes ya terminó mal para el Lole. Cuando salía por última vez a pista para intentar bajar el tiempo, un inexperto mecánico de Osella, el joven Giovanni Amadeo de sólo 21 años, se cruzó desde el paredón que bordea a la recta, pegó su pierna en el pontón izquierdo del Williams y golpeó fuerte la cabeza contra el cordón. Ver hoy las imágenes paralizan cualquier análisis. No se podía entender cómo se podía correr en ese estrecho corredor de boxes y además con la cantidad de gente que circulaba por allí. Inclusive, la atención médica no fue inmediata y fueron los mismos mecánicos de Enzo Osella los que corrieron el cuerpo y lo asistieron durante varios minutos. Su deceso se confirmaría en la semana posterior al Gran Premio.
Reutemann protagoniza un trágico accidente, 1981
Y el domingo no podía ser peor. Los mecánicos de todos los equipos organizaron una protesta por el deceso de Amadeo en plena recta y a minutos de lanzarse la carrera, y todo era un caos, con fuertes discusiones entre dueños de equipos y sus empleados. En la locura, hasta Nelson Piquet, que largaba al lado del Lole, dio una vuelta previa más y todos debieron esperarlo con los motores en marcha a que regrese y vuelva a acomodarse en ese cajón de largada, en una recta también super angosta. Increíble. En la locura, hasta Nelson Piquet, que largaba al lado del Lole, dio una vuelta previa más y todos debieron esperarlo con los motores en marcha a que regrese y vuelva a acomodarse en ese cajón de largada, en una recta también super angosta. Increíble. Y para completar el combo, al momento de partir, Ricardo Patresse, que largaba 4º, hizo señas de que su Arrows no arrancaba, un mecánico se metió como un rayo para darle el encendido detrás del auto y se largó igual, con tal mala fortuna que su compañero, Siegfrid Sthör, le pegó de atrás. Increíblemente, el mecánico salvaría su vida y sólo sufriría fracturas en ambas piernas.
Así se largó la carrera y Reutemann no parecía estar en su mejor día. Jones, Piquet y Pironi lo superaron, pero uno a uno se fueron autoeliminando. El último fue Jones, quien se despistó feo y terminó lesionado en una pierna. Desde ahí, cuando recién iba el primer tramo de carrera, Lole se encaminó hacia una fácil victoria, seguido por Laffitte con el Ligier y un feliz Mansell, que lograba con el Lotus su primer podio en F-1.
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El gesto adusto de Reutemann en el podio de Bélgica. A su lado, Mansell y Laffitte, felices.
Reutemann finalizaba el primer tercio del campeonato con 34 puntos, 12 más que Piquet y, fundamentalmente, 16 más que Jones, lo que debió ser el comienzo del apoyo decidido a su postulación al título, algo que nunca sucedió. A partir de ahí, sólo el 2º puesto en Silverstone y el brillante 3º en Monza, en una de sus mejores actuaciones, fueron lo mejor de lo que siguió, siempre con Williams priorizando a Jones y con el error cometido de volver a los neumáticos Good Year a mitad de año. Ese 17 de mayo fue la última victoria del Lole. Entonces, nunca tan en la cima en la Fórmula Uno, pero ni siquiera pudo festejarlo.