Newell’s comenzó su periplo internacional con el mismo libreto que juega fronteras adentro. Apostó al sacrificio, el orden y la sorpresa para contraatacar. Pero el plan le salió a medias y por ello no pasó del empate en suelo brasileño. Está claro que el rival Goianiense no es uno de los clubes poderosos de Brasil y evidenció sus marcadas limitaciones. Y que Newell’s está en proceso de formación y consolidación de las ideas que pretende el Mono para su equipo. Por ello el punto no es para despreciar si es que sirve como plataforma de despegue, ya que jugando de local la lepra deberá mostrar un repertorio de mayor protagonismo y agresividad ofensiva para dar pelea en la clasificación a los octavos de final de la Sudamericana, en la que sólo hay un boleto para ese objetivo. Fue un debut apenas discreto desde el juego, pero aprobado desde las matemáticas. Ahora deberá ir por más.
De entrada el objetivo de Newell’s no fue encajonarse contra Aguerre y trató de que Pablo Pérez maneje la pelota, una situación que en ciertos pasajes consiguió, ante un adversario que estuvo lejos de ser una tromba en el comienzo. Y con el paso de los minutos Negri y Cacciabue se animaron a trepar y Maxi encontró espacios en tres cuartos para triangular, aunque muchas veces lejos del arco adversario. Así se consumió un primer tiempo chatísimo en el que Aguerre empezó a decir presente cada vez que lo exigieron, a pesar de que sus tapadas principales y decisivas estuvieron en el complemento.
Precisamente en la etapa final Goianiense intentó pisar el acelerador y merodeó con peligro el área leprosa en un par de ocasiones, como cuando el ingresado Llano logró despejar de cabeza la pelota sobre la línea y luego el balón dio en el travesaño en la más clara del local. Scocco ya había tomado la posta de Maxi, pero a Nacho esta vez la red le quedó muy lejos.
Fue un partido en el que Burgos siguió apostando por los pibes de la cantera. Porque Diego Calcaterra empezó de zaguero y terminó de doble cinco con Juan Sforza. Porque fueron titulares Julián Marcioni y Luciano Cingolani como extremos, aunque debieron batallar tanto en el retroceso que les quedó poco músculo para encarar hacia adelante. Y luego ingresaron Manuel Llano y Ramiro Sordo. No es menor que en una copa internacional los juveniles sumen experiencia, conozcan el paño y además empiecen a instalar sus apellidos como patrimonio del club.
Es cierto que de no ser por un par de tajadas magistrales de Aguerre tal vez Newell’s podría haber sido derrotado. Y que al equipo de Burgos le faltó peso en últimos treinta metros de la cancha para que la victoria al menos sea una chance real.
Lo que no hay que olvidar es que Burgos llegó con una premisa y era estabilizar a un equipo que venía cuesta abajo para lograr frenar la caída. Y vaya si a esta misión el Mono la consiguió. Porque su equipo mantiene un invicto de seis partidos (4 empates y 2 victorias) y al menos se sacó el ropaje de perdedor.
Por supuesto que con eso sólo no alcanza y deberá dar un salto de calidad en cuanto a poder plasmar en cancha el mayor tiempo posible esas facetas que el DT pretende de su equipo: que todos defiendan, pero que también todos rompan filas y puedan dañar al rival en ataque.
Con las cuestiones a mejorar que existen y deben ser corregidas este Newell’s sigue caminando hacia adelante.
Hoy no le alcanza para correr, pero que al menos está en pie y en movimiento como equipo. Y en esta cruzada los pibes empezaron a tener un rol protagónico, sumando minutos en cancha y jugando partidos importantes.
Se viene Gimnasia, después Libertad por la copa y a continuación el clásico rosarino. Pero antes de esto todo los socios elegirán el domingo a la nueva dirigencia. Y eso sí es para celebrar.