Ningún clásico es uno más. Siempre deja secuelas, para bien o para mal. Nada aparece tan decisivo para el hoy, en este que comenzará a jugarse desde las 16.30 en el Gigante de Arroyito, cualquiera sea el afectado por una posible derrota, pero sí marcará inexorablemente un ciclo que a Central y Newell’s los viene igualando. En las espaldas de los técnicos, en las ilusiones y desilusiones que supieron contagiar, en un fútbol que nunca termina de despegar, más allá de sus estilos diferentes, en fortalezas y debilidades marcadas, acentuadas estas últimas en los últimos tiempos. Son unos de locales, son otros afuera. Ni siquiera una victoria hoy los eximiría de reafirmarla el día después, si es que se pretende que las alegrías sean superadoras a este sólo partido. Que no es poca cosa, claro, pero insuficiente. Es un clásico bipolar y por eso todo puede pasar.
Si a las pruebas hay que remitirse, hay que decir que el favorito hoy es Central. Al revés se hubiera dicho si el local fuera Newell’s. Es que, lo dicho, el equipo de Russo funciona de una manera en el Gigante y otra muy distinta de visitante. No es para nada casual haber hilvanado una racha invicta en todo el año y eso constituye una fortaleza que puede ser decisiva. Pero esa brillante estadística no tapa que tampoco este plantel no es igual al que transitó la Liga Profesional con mucha más expectativa, que el momento no lo ayuda tampoco y que muestra escoraciones de una campaña en baja, con problemas que se le vienen presentando en cantidad.
Así pues, si del local se trata, este equipo de Russo está un escalón abajo del que terminó la LPF. Un solo hombre hace esa diferencia y la partida de Alejo Veliz dejó a Central sin goles, sin terminación de jugada, que por ahora ni por asomo está en condiciones de suplantar. Sea con cuatro en el fondo o cinco, siempre hubo un solo punta de referencia y ahora no está. Un paso atrás que se viene reflejando, afuera, pero también adentro, con actuaciones poco convincentes a las que solo las salvaron resultados que pudieron ser peores.
Con esa realidad se encuentra Central hoy, además afectado por lesiones musculares de jugadores demasiado importantes como para que no sean otro punto en contra.
Pero claro, como bien diría Miguel Ángel, el padre de esta criatura, esto es Central. Con lo malo y lo bueno, como el gran momento de su creativo Jaminton Campaz y el aura que el técnico supo cosechar a lo largo de 10 clásicos, donde aún en inferioridad de condiciones supo imponerse y ante grandes equipos rojinegros como el de 2013. El viejo zorro es un plus, siempre puede esperarse algún planteo sorpresa. La localía y ese mote son hoy las mayores fortalezas canallas.
Y enfrente estará el Newell’s de los amagues, el que casi hace levantar de sus asientos, el que casi explota a full muy buenas individualidades, el que casi como que tiene con qué y más que el rival. El que necesita imperiosamente una victoria rutilante como sería la de este sábado para sacarse el casi de una vez por todas, porque solo así significará crecimiento.
Es que las tablas, las eliminaciones en la Copa Argentina y Sudamericana, no reflejan para nada ese cúmulo de muy buenas intenciones que es el equipo de Heinze, que se aleja cada vez más de las próximas copas, que hasta se apartó del top 4 en este torneo y que apenas está 7 puntos encima de los que hoy desempatarían por el descenso. Hay que decirlo también, más allá de la cantidad de equipos que hay en el medio.
Tampoco el técnico, venerado con los cortos en el Parque, logró forjar currículum en los pocos clásicos que disputó y que no pudo ganar, aunque en esta función empató el único. En eso, está en desventaja con Russo.
Central y Newell’s vienen en pendiente. Se nota y sobre todo en los últimos compromisos ante los equipos de La Plata. Aunque continúan estando de la mitad para arriba entre los 28 equipos, perdieron protagonismo. Se estancaron. Están en un momento en que precisan un espaldarazo porque lo contrario sería arrimarse a la cornisa. Bipolares, término tan de moda en estos tiempos, los define como nunca antes de salir a la cancha. El clásico, señores.