Central volvió a ser Central, el menos de este torneo, en el que las cosas le salen casi siempre mal. Y esta caída ante Huracán contaba con el aliciente de que llegaba después de la goleada ante Independiente, que pareció un verdadero incentivo, pero que resultó la nada misma. Porque el equipo fue más de lo mismo, siendo superado casi de principio a fin y sin siquiera saber aprovechar cuando Huracán se quedó con uno menos (a los 17’ del complemento). Pero no sólo eso, sino que el canalla lo terminó perdiendo estando en superioridad numérica, por eso el aplazo con mayúsculas.
Lo que hizo Central desde el inicio fue plantear un partido de juego lento, sin demasiado ritmo, pero eso llevó consigo un alto riesgo, el de quedar expuesto a las bondades de Huracán, porque de juego poco y nada fue lo que ofreció el equipo de Somoza, con el experimento de Tanlongo como interno por derecha y, nuevamente, con la figura de enganche, encarnada en el Pupi Ferreyra.
Huracán tampoco fue una tromba y eso benefició a Central, que lo poco que buscó fue por izquierda, donde Benítez y Blanco hacían lo que podían, pero que iba poco y nada por el lado de Tanlongo y Almada. Por eso a las situaciones hubo que buscarlas con lupa y todo se encaminaba a algún arresto individual, que finalmente llegó. Es que ese pase en cortada de Benítez a espaldas de Merolla, que se quedó clavado en el piso, encontró el pique de Veliz, para que el pibe eludiera a Marcos Díaz y definiera con categoría.
Hasta ese momento Central fue oportunismo en su máxima expresión. Porque fue eso y nada más, apenas un remate muy desviado de Benítez. Es que cuando el canalla tomaba la pelota intentaba algo, pero con unas dificultades muy visibles. Pero del otro lado tampoco hubo mucha más claridad, aunque sí mayor enjundia y empuje. A través de esas virtudes Huracán logró acercarse con un remate a quemarropa de Cabral que encontró bien parado a Servio y después con un remate de Merolla que cruzó toda el área sin que nadie pudiera empujarla. Un negocio redondo tremendo es el que hacía Central en ese primer tiempo, en el que jugó casi a nada y se estaba llevando todo.
Esa arremetida de Huracán en el final del primer tiempo se hizo extensiva al complemento y fueron los peores minutos de Central en el partido, rebasado en todas las líneas, dedicado exclusivamente a defender, pero con contención cero. Así apareció esa mano de Yacob, el penal y el gol de Cóccaro. Y como era de esperar, Huracán fue con todo y Central se defendía con todo y con todos, resignado por completo a cualquier vocación ofensiva, por más que Somoza seguía empecinado en no romper el molde desde lo táctico para que el equipo luciera más compacto.
¿Qué fue lo mejor que le podía pasar a Central? Lo que sucedió en el minuto 17, con la expulsión de Fattoti. Ahí sí Central pareció meterse en partido porque se acomodó mejor y dejó de sufrir el asedio del globo, encima con Vecchio ya en cancha. ¿Qué fue lo peor que hizo? En superioridad numérica no pudo generarle ni una situación a Huracán.
Pero la endeblez colectiva hizo que aún jugando con uno más se expusiera a cualquier error, que llegó, con esa mala acción de Velázquez, que se llevó puesto del jugador de Huracán. Penal que absolutamente nadie discutió, ni siquiera el propio Velázquez. Gol y poco más que hacer.
Porque Somoza tiró a la cancha a todos los delanteros que tenía en el banco, algo que de nada iba a servirle si primero no generaba. Pero así como no generó antes tampoco lo hizo en ese momento y la consecuencia lógica fue la de la sentencia del resultado, la de la apatía futbolística y, por ende, la de la derrota. Lo perdió porque no jugó a nada.
EL GLOBO se lo dio VUELTA al CANALLA y sueña con CLASIFICAR | Huracán 2-1 Rosario Central | Resumen