La pasión no tiene límites y la locura no entiende de razones. Y esto es lo que pasa en este hermoso deporte llamado fútbol. El sentimiento por los colores del corazón a veces resulta inexplicable y las palabras no alcanzan para describir semejante muestra de cariño. Lo que sucedió el sábado en La Feliz resulta tan loco como a la vez gratificante, porque en definitiva de esto se trata esta profesión que tiene a la redonda como protagonista. Y más aún cuando la alegría se impone sobre la violencia, esa que mancha y lastima.
En la tarde noche de anteayer una gran masa de leprosos pintaron de rojo y negro las calles céntricas de Mardel con una caravana que se inició en la tradicional rambla y concluyó en el céntrico hotel donde se alojan los jugadores, para desatar un carnaval por espacio de más de una hora.
A las 19, donde están las estatuas de los lobos marinos, se juntaron los rojinegros que estaban veraneando en la costa atlántica y otros que decidieron viajar especialmente para dar el presente en esta primera muestra de apoyo al plantel y cuerpo técnico.
Claro, la figura del Tata Martino también ofició de llave para que se llevara a cabo esta movida organizada por la filial de esta ciudad que precisamente lleva el nombre del nuevo entrenador leproso. Al mismo horario, pero en Villa Carlos Paz, en el tradicional Cu-Cú también se hizo una idéntica movida.
A las 19.50 los jugadores llegaron a las adyacencias del hotel y casi de manera instantánea arribó la multitud rojinegra portando banderas y lanzando bombas de estruendo.
El plantel comenzó la batucada arriba del micro y la gente acompañó desde la vereda y la calle
Córdoba, que fue cortada por los agentes de tránsito. Cuando el “Ñubel, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo” sonó con fuerza, los futbolistas descendieron del ómnibus y se mezclaron entre los hinchas, que tiñeron el lugar con humo de colores rojo y negro.
“Ponga huevo Ñubel ponga huevo, que no ha pasado nada”, gritaban los leprosos mientras el profe Coria y Pautasso (Martino llegó antes al hotel) sacaban fotos admirando toda la locura desatada en esta ciudad.
Así, los simpatizantes, los jugadores y gran parte del cuerpo técnico se unieron en un grito para alentar en un sábado de pasión.
Y todos juntos llevaron a cabo la caravana de la felicidad.