Haciendo un análisis de la trayectoria que tienen los países que intervendrán en patín carrera en Rosario 2022, los equipos más fuertes hoy por hoy son los de Colombia y Chile y se puede sumar alguna patinadora ecuatoriana, pero con la rosarina Camila Aquino en la pista, Argentina tranquilamente puede soñar con una medalla. Es un nivel donde todas las competidoras están parejas pero atendiendo al presente y a los tiempos de la patinadora que pasó por Nueva Aurora y ahora representa a Ex Combatientes de Malvinas, si bien la empresa es difícil, no es imposible.
Hacía muchos años que Rosario no tenía una representante en patín a nivel internacional hasta que Camila irrumpió en escena con una historia muy particular, de película, consiguiendo galardones compitiendo aún en desigualdad de condiciones. Es que ella persigue un sueño: decir presente en un Campeonato del Mundo. Y para eso trabaja. No es común ver una chica de 14 años con tanta dedicación y amor por lo que hace, como ella tiene.
Viene de una familia de laburantes, su papá es metalúrgico y la mamá portera quienes más allá de su situación hacen lo imposible por ayudarla y no dudan en acompañar a su hija en este sueño. Inició su carrera en el Centro de Desarrollo Deportivo (CDD) de patín carrera de la Secretaría de Deporte y Turismo de la Municipalidad de Rosario. “Ella empezó a patinar con roller, los patines más comunes. Su mamá la llevó para que “se moviera” en la pista y desde ese primer momento ya se perfilaba como una patinadora distinta. Después cuando pasó a los patines profesionales, se cansó de ganar”, destacó Vanesa Taldo, quien fuera su primera profesora y las vueltas de la vida hicieron que la vuelva a cruzar ahora en la selección nacional.
Tras su paso por el CDD, Camila pasó al club Nueva Aurora donde terminó de formarse. Allí estuvo bajo la conducción de Mónica Gallo durante dos años, tiempo en el cual siguió desplegando sus alas y asombrando tanto a propios como a extraños. Hoy su entrenadora es Aylén Tuya, pero Taldo la vio crecer y la conoce tanto como la madre. Puede dar fe de que su timidez contrata con su carácter dentro de la pista. “Es perseverante, toma decisiones acertadas en los momentos difíciles de la competencia y sabe cómo defenderse. En el atletismo van todos en línea, cada atleta va por su andarivel, pero en el patín no, van todas mezcladas y hay que poner el cuerpo ante los rivales para poder avanzar. Y ella, más allá de que es la más chica (literal), tiene esa capacidad de meterse en lugares a veces impensados y sortear obstáculos, porque tiene una mirada panorámica de la pista que es innato en ella. Todas esas cualidades son las que la diferencia de las otras competidoras de la misma edad. No se dispersa, corre concentrada y está muy pendiente de todo lo que tiene que hacer. Más allá de su juventud, tiene una cabeza que parece ser la de una atleta de alto rendimiento con muchos años encima”, contó Taldo.
Una prueba de ello es cómo logró la clasificación a estos Juegos Suramericanos de la Juventud. Esa clasificación fue muy dura, con un reglamento si se quiere muy cruel, muy cerrado, estricto, donde tenía que tener una ventaja de cuatro puntos sobre la segunda para poder acceder. Ella venía ganando todo pero tenía que seguir corriendo carreras para poder marcar esa diferencia, dado que la otra corredora, venía pisándole los talones con los segundos puestos, con la posibilidad de que si le ganaban podían empatarla o sacarla de ese lugar de privilegio.
Y en el Patinódromo Municipal “Roberto Tagliabué” mostró toda su capacidad en el Torneo Evaluativo que sirvió para terminar de armar el seleccionado argentino.
En los 500 metros venía con ritmo para marcar un récord, pero faltando 20 metros para llegada, incomprensiblemente se cayó sola, se golpeó la cara y se lastimó la rodilla. Pero a ella poco le importó en qué estado había quedado, sino que quería su “segunda chance”.
El reglamento permitía habiendo una caída largar nuevamente la misma distancia. El accidente había pasado a un segundo o tercer plano, lo único que pasó por su cabeza era volver a largar y estar en competencia, seguir adelante. Y así lo hizo. A los 40 minutos volvió a largar, y si bien no hizo un tiempo de récord, hizo una excelente marca y quedó primera.
En la última carrera, la de los 1000 metros, salió última en la partida. La presión, el esfuerzo y el cansancio propio de tantas carreras en apenas dos días, empezaban a jugar sus cartas en esa niña que se está transformando en mujer. Pero, lejos de los pronósticos, en esas cinco vueltas de 200 metros pasó a las cinco patinadoras que estaban delante de ella y se quedó con el primer lugar.
Tiene una proyección impresionante, habida cuenta de que la chica que salió segunda en el selectivo, el año pasado fue al Campeonato del Mundo y estuvo entre las diez mejores. Lo llamativo y lo que genera tristeza y bronca a la vez, es que Camila va a competir con patinadores de otros países, con los mismos patines que usa desde hace tres años, dando una ventaja terrible.
Según Taldo, “ella empezó a correr con una bota usada, que recién logró cambiar en 2019. La bota, con lo que Camila entrena, tiene una vida útil de un año y medio aproximadamente y si bien ella la cuida, el rendimiento de ese elemento no es el mismo que el de una bota nueva. Sus rivales, en tanto, corren con botas a medida, que calzan en el pie como un guante y no sacan ampollas, además de ser ultralivianas de fibra de carbono. Camila lo único que pudo conseguir gracias al aporte de la Asociación Rosarina y de la Federación (a través de sus presidentes, Adrián Rafaeta y José Oliva respectivamente), fueron dos juegos de ruedas nuevas para el momento de la competencia y un tercero que usó para los entrenamientos y el selectivo. Las ruedas salen 120 dólares y la efectividad máxima la tienen en una sola carrera, ya en una segunda carrera no es lo mismo. Pero ella sigue corriendo con esos “carozos” y sigue ganando”, explicó la ex entrenadora.
Aquino, la patinadora que sueña en grande, competirá en pre juvenil damas y será parte en los Juegos defendiendo los colores celeste y blanco en las competencias de 200 metros meta contra meta, 500 metros más distancia y 1.000 metros, y que mejor lugar que Rosario, su ciudad, para que, parafraseando a Fito Páez, ofrezca su corazón como un documento inalterable.