Un suceso sensacional. Eran las 7 de la mañana de ayer, cuando una formidable explosión repercutió por todos los ámbitos de la ciudad y se oyó hasta en los pueblos vecinos. Lo ecos del ruidoso trueno despertaron a todo el mundo, y muchas personas se largaron a todo correr por las calles haciendo suposiciones de todo género. Minutos después comenzaron a sonar los teléfonos policiales y particulares, sabiéndose por fin que había volado la casa de la calle Montevideo 731, habitada por la familia de don Felipe Zanoni. Al llegar la policía y los bomberos al lugar del siniestro, comprobaron que la puerta de entrada había desaparecido y algunos de sus pedazos se habían incrustado en una pared de la vereda opuesta. La familia Zanoni logró salvarse milagrosamente ya que la habitación donde se encontraba, si bien sufrió depresiones y hundimientos, quedó en pie, mientras que el resto de la casa era un informe montón de escombros. Distinta suerte corrió la menor Teresa Antoniazo, sirvienta de esa casa y cuyo cuerpo, horriblemente aplastado y mutilado, fue llevado en una ambulancia a la Asistencia Pública. Según se pudo comprobar, en esa casa se encontraba almacenada para la venta una regular cantidad de dinamita, la que no se sabe si explotó por percusión o si por efecto de la humedad que separó la nitroglicerina de la materia absorvente. También entre los escombros fueron hallados 37 fusiles, dos mil balas, una escopeta con numerosos cartuchos y dos revólveres, una gran cantidad de proyectiles para máuser, varios frascos de pólvora, tachuelas y clavos. Entre los detalles curiosos de esta explosión, cuyo recuerdo perdurará muchos años entre los sucesos sensacionales ocurridos en el Rosario, podemos anotar que casi todos los pájaros de la zona cayeron muertos por la conmoción atmosférica, y que en ese barrio se rompieron centenares de cerraduras, pasadores, fallevas y aldabas. (1908)