Mauricio Macri se fue de vacaciones. Por tres semanas, el presidente dejó Buenos Aires convencido de que lo peor ya pasó. Está claro que no va a ponerlo así en palabras porque la instrucción desde hace unas cuantas semanas del think tank comunicacional de Jaime Durán Barba es evitar todo tipo de pronóstico. No se habla de plazos para la inflación, la reactivación ni nada de eso. Pero intramuros, dicen que se tomó 20 días de parate con mejor ánimo.
Así se explica el discurso del presidente ante los empleados de la Casa de Gobierno rodeado de un Papá Noel un tanto escuálido para la tradición del gordo de rojo y su esposa. Beatriz Sarlo tiene dicho que al presidente no se le dan las expresiones en párrafos largos. Tampoco los más breves le salen bien, agrega la intelectual. Macri, cuando habla en público, recurre siempre al optimismo liviano, de fácil escucha y sin tanto reclamo de análisis de texto. En la Casa Rosada, antes de su descanso, no hizo otra cosa que invocar a una suerte de compromiso "gánico" para superar la tormenta, cita textual, y apelar a la esperanza.
¿Qué se dice puertas adentro del centro del poder? Hay, cuanto menos, dos miradas. El equipo que supo representar los ojos y los oídos del presidente (de paso: Mario Quintana, está de vuelta, conversa con los ministros y, por supuesto, con el señor 1) exhibe encuestas y muestra optimismo. El equipo más político, es prudente. Y, en algunos casos, se anima a la preocupación.
Mauricio Macri termina un año malo. Las variables que él mismo se fijó para evaluar su gestión lo demuestran. Pobreza, creciendo. Unión de los argentinos, en carne viva por la grieta. Y lucha contra el narcotráfico, sin demasiados éxitos remarcables. La devaluación de más del 100 por ciento, la inflación del casi 50, la caída de todas las actividades salvo la financiera y la pérdida del trabajo o el temor concreto de perderlo, han sido letales para estos 365 días. El sector liderado por Marcos Peña responde a todo esto, con encuestas que muestran la recuperación de la imagen de Macri y la intención de voto para el año que ya empieza.
"El verdadero motor de la posible reelección de Mauricio es que enfrente está el infierno o la desconfianza", le dijo a este cronista uno de los asesores del grupo. El infiero, claro, es para el macrismo la posibilidad del regreso de Cristina Kirchner. El desorden, la Alternativa Federal del PJ de Schiaretti, Massa, Urtubey y demás que todavía luce sin forma. El mismo asesor se ocupó de mencionar los avatares de la reunión en la Casa de Córdoba de la Capital Federal en esta semana pasada en donde el gobernador de Santiago del Estero se fue dando un portazo y su colega de Tierra del Fuego pegó la vuelta en su coche a pocas cuadras de llegar.
Cristina Kirchner está en carrera. Nadie, seriamente, puede afirmar hoy que es candidata porque su personalidad sólo permite que ella, y nadie más, lo sepa. Los que trabajan en análisis políticos coinciden todos en que un líder puede cambiar de ideología pero no de personalidad. La doctora Fernández no confía en (casi) nadie y menos a la hora de definir qué hará en 2019. Sin embargo, su despliegue y el trabajo de los dirigentes que la rodean permiten orejear sus intenciones. Alberto Fernández volvió, como antes del 2003, a acercarle políticos, ex funcionarios y, sobre todo, empresarios que la visitan en el Instituto Patria. Juan Grabois, el verdadero vocero del Papa en la Argentina y el líder de una organización social enorme con un trabajo que recorre todo el conurbano precarizado, también teje alianzas.
"Cristina Kirchner está en carrera. Nadie puede afirmar hoy que es candidata porque su personalidad sólo permite que ella, y nadie más, lo sepa" Para el este sector duro del macrismo, todo esto parece una buena noticia. La polarización es combustible preciado para el motor de la estrategia "son ellos o es el pasado". ¿Y si se vuelve?, le pregunta el cronista al asesor. "No hay chances", responde el hombre sin dudar un segundo.
El ala política del gobierno, la que cree en los trabajo de Rogelio Frigerio (probablemente el mejor ministro del deslucido gabinete nacional), Emilio Monzó y pocos otros, se toma su tiempo cuando se hace la misma pregunta. Poco amantes de las encuestas, este grupo de hombres cree que la labilidad del proceso económico y social puede inclinar mañana mismo la balanza en su contra. "La posibilidad de meter la pata está reducida a casi cero", le confió un secretario de Estado a este cronista. "Por eso, hay que ver muy bien qué pasa con el calendario de elecciones que arranca en un poco más de 30 días", agregó.
El año 2019 tendrá comicios en casi todos los meses. El puntapié inicial lo dará La Pampa y, si hay balotaje, el carrusel electoral se terminará en noviembre con la segunda vuelta. Diez meses de seguidos. Sin embargo, la gran pregunta sigue siendo la enorme y decisiva provincia de Buenos Aires. A hoy, la voluntad de María Eugenia Vidal es desdoblar sus comicios con los que definirán si Mauricio Macri es reelecto. Desde afuera, este gesto se ve como un acto de crisis entre los dos dirigentes. Vidal arrastra votos para Macri. ¿Ahora lo deja solo corriendo en la Nación? Los cercanos a la gobernadora aseguran que haciendo esto ayudan mucho más. Le garantizan un triunfo en ese dominó de comicios (en las otras provincias, va a haber poco que celebrar para Cambiemos y desde la Plata están confiados en que Vidal puede con Kicillof, Solá o quien sea) y le permiten hacer campaña a ella por el presidente defendiendo la gestión nacional. Desde el Ministerio de Interior de la Nación, acompañan estas ideas. ¿Marcos Peña y su grupo? Todavía fruncen el ceño ante la idea.
Macri comenzó su largo descanso sin tener definida esta ingeniería electoral y con un horizonte económico incierto. Cuentan los cercanos que antes de abordar su avión con destino a Villa La angostura, alguien le acercó un dossier resumiendo la crisis con la Corte Suprema de Justicia. En el mismo, sus expertos le señalan que el consultor Guillermo Seita, cercano a Ricardo Lorenzetti, fue el autor de la amalgama entre el ex presidente del tribunal, Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda, matriz, dicen los mismos escribas, de una mayoría automática peronista cortesana. Ayer al mediodía, Rosatti envió una carta a un medio de comunicación explicando que en su vida había tratado con Seita y, con tono medido pausado, pretendió aventar conspiraciones.
El presidente deberá evaluar la gestión de sus asesores que le aseguraron que la llegada de Carlos Rosenkrantz a la presidencia de la Corte iba a traer vientos de calma. Por ahora, solo tormentas con fallos adversos a la administración nacional en materia de jubilaciones y de cuestiones penales. Dicen en la Corte que esto recién empieza.