Claro que no todo es color de rosa, porque los participantes enfrentan otros tipos de desafíos, que van más allá de ser una actividad recreativa y competitiva a la vez. Es un espacio para la educación en seguridad vial, el respeto por los autos clásicos sobre todo y el fomento de conductas responsables en la carretera. “Es una linda oportunidad que todos realicen alguna vez una competencia”, acotó Jové a Motores antes de bucear en diversos temas.
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Ramón Sueiras y Julio Jové, piloto y navegante, respectivamente.
—¿La regularidad es una carrera o una prueba?
—Las carreras se asocian siempre con lo que es velocidad. En tanto, la regularidad es velocidad controlada. El que dice carrera de regularidad, no entiende bien el concepto. Con respecto a lo que es en su esencia, es transitar por una ruta a una velocidad indicada respetando todas las disposiciones de prevención y seguridad viales. Es decir que además de una competencia, es una escuela de educación vial, pero en lo deportivo es una competencia acerca de quién hace mejor ese recorrido en el tiempo indicado.
—¿Cómo es que te involucraste en este tema?, ya que lograste erigirte en uno de los referentes a nivel provincial y nacional.
—Empecé a competir en 1981 en forma obligada. Es que venía del automovilismo de velocidad, que es lo que me gustaba.
—¿Fuiste piloto de carreras?
—No, no llegué a ser piloto de carrera. Me quedé con esa frustración, pero pertenecía a un grupo que organizaba carreras de Turismo Grupo 2 limitada santafesina, que era lo mejor de la zona y se llamaba Automóvil Club Deportivo Rosario. Con respecto a eso de que me obligaron a participar de una prueba de regularidad, se dio porque trabajaba en un banco y justo había una competencia para promocionar un producto. Entonces me agarró mi gerente y me dijo que debía representarnos porque me gustaba el automovilismo. Y así arranqué en una prueba donde hubo 96 inscriptos cuyo trayecto era Rosario hasta San Nicolás. Lo llamativo es que pegando la vuelta empecé a darme cuenta de lo que significaba esto. Me fue gustando.
—¿Qué es lo más lindo que tiene la regularidad?
—Está ese rasgo de competitividad, pero lo más lindo es que una vez que terminó la prueba existe una especie de tercer tiempo donde la gente hace relaciones públicas. Se forma un lindo grupo de amigos.
—¿Coincidís en que es una disciplina particular? No a todos los fierreros les gusta.
—Sí, por supuesto que es así. Es que no es velocidad sino velocidad controlada. Incluso la regularidad con el tiempo se fue imponiendo más en el grupo de gente que tiene autos antiguos, porque te permite hacer la prueba a la velocidad que le viene bien al coche, ya que intervienen de todos los años.
—¿Y cómo miden la competencia de un auto moderno con uno clásico?
—Por un sistema de hándicap donde hay recargo por el año del auto, es decir, más nuevo el coche, más importante será el recargo de puntos. Es decir, hay que ajustarte la mayor medida posible a los tiempos de paso que están calculados. Con esto se trata de tratar de emparejar posibilidades, es decir, no restarle posibilidades al auto clásico en relación a uno moderno.
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El auto Unión de Jové es una auténtica reliquia para entendidos.
—¿Qué velocidades están permitidas?
—El promedio para los autos más viejitos es de 60/65 km, mientras que para los más nuevos son de 70/75 km.
—¿Y cómo controlan que uno no se pase de esa velocidad que ustedes imponen?
—Puede ser por el mismo velocímetro del auto, tacómetro o un cuentavueltas, o un velocímetro de tipo TPS. Además, junto al RAS hemos hecho algo así como una escuela de regularidad y les dimos a todos la posibilidad de tener el mismo elemento, ya que el velocímetro original del auto no es el mismo en todos los vehículos. En algunos tenés un cuadrante marcado cada 10 km, otro cada cinco... Para evitar esas diferencias se utiliza una APP en el teléfono con GPS, que te da velocidad instantánea y ahí podés observar la velocidad de cada uno a medida que se la pida la hoja de ruta.
—¿Cómo sacan al ganador?
—Toda la información es volcada a una planilla de autocontrol una vez que finalizó la prueba, y el director compara los tiempos que se fueron pasando con los que están marcados.
—¿Qué competencias hiciste?, porque fuiste varias veces campeón.
—Empecé a correr en 1981. Luego fui a un campeonato sudamericano que se disputó en Buenos Aires. La regularidad es como una escalerita donde vas acompañando la experiencia que vas ganando con el instrumental que vas utilizando. En cuanto a títulos logramos cuatro argentinos y seis subcampeonatos, mientras que a nivel rosarino conquistamos cinco. En realidad, somos varios quienes hicimos bien las cosas en la ciudad.
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Los competidores tienen todas las indicaciones en una app que se instala en el celular.
—¿Cómo sería ese tema?
—Que se arranca con el instrumental original del auto, aunque hoy en día también se puede usar el GPS. Y acorde a tus actuaciones
(resultados) vas subiendo de categoría. Se arranca en Promocional, después pasás a Segunda Categoría y siguen acumulándose antecedentes hasta que llegás a Primera Categoría de velocímetro original. Y una vez que tocaste el techo ahí, existe la mayor y más importante categoría que sería de Velocímetro Libre.
—¿Qué rol ocupó Rosario en la competencia de Regularidad?
—Fue una de las plazas más importantes del país. Incluso fue la mayor del 2000 hasta el 2020 en todo sentido. Pero en la actualidad no hay un Campeonato Rosarino de Regularidad.
—¿Con qué auto competías?
—Arrancamos con un Peugeot 504, luego con un Chevrolet 400, después volvimos al 504, hasta competimos con una coupé Fiat 800 porque tenía buen velocímetro, así que compré una para participar (risas).
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Julio Jové y su piloto Ramón Sueiras tienen varias pruebas de Regularidad y copas ganadas.
—¿Y qué dijeron en tu casa cuando apareciste con la coupé para correr?
—No solo era para correr sino además para pasear en familia, ja. Igual se entienden esas locuras. Había que tener ese auto en aquel momento, porque te daba una gran precisión a la hora de la velocidad.
—¿Eras el piloto o navegante?
—Navegante, y es un papel que siempre hice porque me divierte más. El piloto siempre fue mi cuñado Roberto, salvo una vez que hice una competencia con uno de mis tres hijos, y como era menor porque tenía 17 años, manejé yo. Pero me gusta más la navegación.
—¿Ahora además sos fiscalizador?
—En parte es así. En realidad estamos trabajando con el Rosario Auto Sport (RAS) en esta propuesta que es hacer pruebas para ellos con sus autos. Ya hicimos cinco con muy buena aceptación y la gente descubrió que usar su auto clásico en regularidad es la mejor forma de disfrutarlo.
—En breve harán una prueba.
—Sí, será el próximo domingo 11. Haremos un recorrido corto porque es una escuela de regularidad, aunque la intención es que todos los que tienen un auto clásico se sumen. Saldremos desde Funes hasta Carcarañá y terminaremos la competencia en el autódromo municipal Juan Manuel Fangio.
Cómo se conforma una competencia
Tripulación: Está compuesta mínimamente por piloto y navegante. En el vehículo pueden ir tantas personas como su capacidad normal lo permita.
Reloj: Cualquiera sea su tipo debe apreciar preferentemente a la centésima de segundo. Puede ser un cronómetro, reloj de “pulsera” y hasta el del smartphone.
Calculadora: Elemento auxiliar de gran utilidad para el navegante.
Hoja de ruta: Indica las particularidades de la competencia. Es entregada por el fiscalizador media hora antes del inicio de la competencia.
La competencia:
Largada: El juez de largada, que cuenta con un reloj “patrón” con hora oficial, indica al competidor el momento de poner en marcha su reloj, que no deberá detener hasta finalizar la prueba.
Búsqueda de velocidad: El participante inicia la marcha a la velocidad señalada a la izquierda de su hoja de ruta. En la primera parte de la prueba, se encuentran referencias con la hora de paso informada; el competidor debe tomar “su” hora de paso en ellas y determinar la diferencia de tiempo entre el correspondiente a un espacio informado y el que efectivamente empleó para transitarlo, a velocidad siempre constante. Puede encontrar entonces que ha empleado mayor o menor tiempo que el debido; en consecuencia, debe ajustar la velocidad, y para ello, la bajará o subirá según corresponda.
Autocontroles: Luego de las referencias para búsqueda de velocidad, aparecen en la hoja de ruta las denominadas autocontroles, en las que se informa la hora y minuto, pero no los segundos y centésimas. El competidor debe registrar el paso por ellas con su reloj, y anotar el segundo correspondiente en una planilla de autocontroles, que está adjunta a la hoja de ruta.
Llegada: Al finalizar la competencia, el participante debe entregar la planilla de autocontroles al personal de control.
Clasificación: Finalizada la prueba, se confrontan los tiempos informados por el competidor y los registrados por los controles secretos, con los tiempos exactos en que por cada control debería haber pasado el participante, y por cada segundo de diferencia que exista entre ambos (o centésimas), se penaliza con un punto en contra. Sumados los puntos de los distintos controles para cada competidor, resultará vencedora la tripulación que menos puntos en contra obtuvo, es decir quien menos diferencia haya tenido con los tiempos oficiales de paso.