La gestión integral de pilas en desuso en la provincia, la creación de una planta para su tratamiento y la concientización en el uso de baterías recargables están contemplados en un proyecto de ley que reingresó la diputada Silvana Di Stefano ya que había perdido estado parlamentario en junio de este año.
“Aunque las pilas constituyen un muy bajo porcentaje de la composición de los residuos sólidos urbanos son, junto a los aparatos eléctricos y electrónicos, las que aportan mayor peligrosidad”, señaló la legisladora del bloque de la UCR.
La norma tiene como finalidad resguardar y preservar la salud humana, el ambiente y los recursos naturales de la contaminación generada por las pilas, además de propiciar su tratamiento, clasificación y el reciclado o la disposición final en lugares de eliminación de residuos peligrosos. También impulsa el uso de baterías recargables y concientizar sobre la importancia de su correcto descarte”, explicó Di Stefano.
De aprobarse esta ley, los consumidores tendrán que separar las baterías de los residuos sólidos domésticos para su entrega en puntos de recolección, y seguir las instrucciones de manejo seguro, pero también se imponen obligaciones para quienes las fabriquen o las vendan.
“Este proyecto busca evitar que los residuos de pilas sean desechados junto a los domiciliarios con el fin de impedir que los mismos contaminen el medio ambiente y que ingresen a un circuito de recolección y tratamiento diferenciado”, propuso la diputada radical. Quedan alcanzadas por las disposiciones las pilas eléctricas de uso común (AA, AAA, AAAA, C, D, N, prismáticas 9V), y de tipo botón, tanto no recargables como recargables.
Responsabilidad extendida
Otra parte novedosa de la ley, es que extiende la responsabilidad a los productores o comercializadores de pilas. Quienes las fabriquen e importen, deben elaborar y ejecutar programas de gestión de pilas en desuso, con la finalidad de reducir al mínimo su peligrosidad y de evitar su eliminación con los residuos urbanos.
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Di Stefano propone que quienes las fabriquen e importen, deben ejecutar programas de gestión de pilas en desuso.
En ese marco, toda persona que produzca o importe pilas eléctricas comercializadas en la provincia deberá presentar un programa de gestión de baterías en desuso, y asumir la responsabilidad de recolección.
En tanto, deberán disponer envases recolectores en sus locales comerciales y cumplir con las obligaciones que le sean específicamente asignadas por la autoridad de aplicación que será el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático de la provincia.
Además, el proyecto establece que se creará una comisión de asesoramiento, compuesta por el Ministerio de Medio Ambiente y conformada por investigadores científicos, representantes de organizaciones ambientalistas, sociales, no gubernamentales (ONGs), de defensa del consumidor, organismos ambientales provinciales y municipales, y Universidades Nacionales con sede en la provincia.
El proyecto también es acompañado por el presidente del bloque de la UCR Maximiliano Pullaro y los diputados del mismo, Sergio Basile, Juan Cruz Cándido, Silvia Ciancio, Fabián Palo Oliver, Marcelo González, Georgina Orciani, y Jimena Senn.
Hasta mil años para reciclarse
Se estima que el tiempo de degradación de una pila está comprendido entre 500 y 1000 años, una vez que estas empiezan a descomponerse primero se degrada la capa protectora que recubre todos los metales pesados que componen las pilas. Posteriormente estos metales se liberan siendo muy tóxicos y peligrosos para el medio ambiente y todos los tipos de vida que forman parte de él, según publicó la ambientóloga española, Sandra Ropero Portillo, en la web Ecología Verde.
Algunos de los metales que se pueden encontrar en la composición de las pilas son el plomo, el cromo, el mercurio, el zinc, el arsénico, el cadmio, entre otros. El metal más contaminante es el mercurio.
La degradación de las pilas en la basura domiciliaria, o en ámbitos naturales, tiene como consecuencia grandes impactos para el medio ambiente; una sola pila de botón, es decir, esa pila pequeña que suele usarse para el funcionamiento de objetos como un reloj, está dentro de las más dañinas y contaminantes para el medio ambiente y puede llegar a contaminar toda el agua de una pileta olímpica.
Las pilas que acaban en vertederos o entornos naturales se van descomponiendo lentamente hasta que se destruye la capa protectora que envuelve a todos los metales pesados que la componen. Estos se liberan y se distribuyen por el entorno natural a través del ciclo del agua, contaminando así todos los cuerpos de agua como mares, ríos y acuíferos y también los suelos.
Si las pilas son quemadas, estás serán mucho más tóxicas, pues el cadmio y el mercurio, entre otros metales, al entrar en combustión se convierten en grandes generados de gases de efecto invernadero.
También tienen un efecto perjudicial para la vida, ya que estos metales acaban entrando en la cadena alimenticia porque contaminan los cuerpos de agua y el suelo y todos aquellos alimentos que crecen en esos cultivos y pueden afectar pulmones y riñones, provocar la pérdida de visión y sordera. Además los metales pueden acumularse en la placenta de las embarazadas teniendo efectos dañinos en el cerebro de los neonatos.