Rosario, Santa Fe y Rafaela se quedaron este lunes sin camas críticas. Hubo pacientes ventilados “a mano” en las guardias y el Sies demoró en dar respuesta a todas las derivaciones. Se instalaron en 48 horas 29 respiradores en la provincia y al momento, se ocuparon. Y hubo 12 muertos durante el fin de semana, según recalcó el secretario de Salud, Jorge Prieto.
El escenario de colapso no puede haber tomado a nadie por sorpresa. Hace por lo menos tres semanas que el sistema sanitario santafesino funciona con una ocupación de las terapias intensivas del ámbito público y privado por encima del 95%. En Rosario eso significa que se cuentan las plazas disponibles con los dedos de una mano. A lo que se sumó el aumento de la ocupación también en salas generales por ingreso de Covid. El colapso viene siendo planteado como posibilidad y este lunes fue un hecho.
Sin embargo, no solo la contagiosidad de la segunda ola de la pandemia puede explicar la situación. Para quienes están al frente de los servicios sanitarios públicos y privados, medidas que resultaron insuficientes o fueron poco respetadas, comportamientos “poco responsables” y una circulación de personas que no cesó, son algunas de las razones que empujaron a este escenario.
El secretario de Salud de la Municipalidad, Leonardo Caruana, dejó en claro que “lo que se transitaba en las últimas semanas era una crisis sanitaria, que es lo que sucede cuando se fuerza al máximo la capacidad instalada del sistema de salud. Y hay un día que llegas al 100 por ciento de ocupación y eso hace que tengas demora en el acceso de los pacientes, cuentes de una o tres camas y se oxigenen pacientes a mano en las guardias”.
Con esa descripción, el funcionario municipal dejó en claro que al colapso no se llegó en 24 horas e incluso hubo elementos que agravaron el escenario, como fue el aumento de la ocupación también de las camas generales que venían siendo una especie de reserva. “Están más ocupadas y están más ocupadas con patología Covid porque del total de contagios diarios, un 15 por ciento está utilizando camas de sala general”, apuntó.
Desde el sector privado, el presidente de la Asociación de Clínicas y Sanatorios, Roberto Villavicencio, solicitó a las autoridades provinciales en el inicio de la semana la aplicación del “botón rojo”, un término que supieron acuñar los trabajadores de la salud en 2020 para reclamar medidas restrictivas.
El médico y cabeza del Grupo Oroño señaló que “los contagios no disminuyeron, sino que se amesetaron, y en pacientes de un promedio de 50 años que requieren un tiempo de internación más prolongado” son condimentos que poco ayudaron a evitar la crisis.
“Si bien hemos podido bajar a la mitad la letalidad en la terapia intensiva, hay un 36 por ciento de letalidad que se mantiene y no podemos recuperar. Y además vemos una consulta más tardía e incluso una mayor resistencia a internarse por parte de los pacientes que tiene que ver con ser personas más jóvenes y sanas que no demandan tempranamente asistencia”.
Un dato además que se condice con la rápida evolución de los cuadros que explicó horas antes el segundo del Ministerio de Salud de la provincia. “Estamos viendo pacientes que en 48 horas desmejoran y la contención debe realizarse directamente en terapia intensiva”, dijo.
La clave, la circulación
Las tardes de los últimos sábados y domingos en los parques al centro, norte y sur de la ciudad, sumadas a las actividades laborales y escolares que se mantuvieron durante los días hábiles, mostraron que pese a la alta tensión que atraviesa el sistema sanitario desde hace semanas, la circulación de personas no cesó y por ende la contagiosidad.
En eso fue taxativo el secretario de Salud provincial, que no solo señaló que “no se vio un acompañamiento ni un comportamiento social” acorde a la situación sanitaria, sino que además apuntó que allí está la urgencia en estas horas. “Hay que disminuir la circulación de personas a lo que es esencial, porque menor circulación, es menor contagiosidad, menos internaciones y menos fallecimientos”, afirmó.
Villavicencio coincidió en que “las medidas tomadas o no fueron suficientes o todas las que se necesitaban, o no fueron cumplidas”.
Si bien Caruana apuntó elementos de la segunda ola de la pandemia que la complejizan, como es llegar a un segundo pico de contagios con un piso de ocupación de camas críticas más alto y de cara a las bajas temperaturas y demandas estacionales, agregó también “la persistencia de la circulación” de las personas.
Y allí volvió a apuntar no solo a la falta de cuidados en los espacios al aire libre, donde se vieron aglomeraciones y falta de utilización del barbijo, sino además “a los encuentros sociales y familiares, que son en más del 60 por ciento de los casos los focos de contagios detectados por los llamadores al hacer el seguimiento de los pacientes”.
En otra clave, sumó como factor nocivo “el constante debate de qué actividad es más peligrosa que otra” y no dejó de lado “las especulaciones y disputas políticas que desde el inicio se dieron alrededor de la pandemia, desde la determinación del aislamiento en marzo de 2020 hasta la llegada de las vacunas”.
“No podemos explicar este proceso solo desde los factores sanitarios”, opinó el funcionario, que consideró que “es momento de hacer restricciones importantes, cortas y de mayor alcance, de modo de hacer intervenciones diferentes para obtener resultados diferentes”.