Seis de cada diez empresas del Gran Rosario, tanto del sector industrial como de servicios, no contratan a jóvenes recién egresados de la secundaria. El 56 por ciento de los que no los toman aducen que "se requiere mayor capacitación o experiencia" para acceder a un puesto, mientras que el 16 por ciento apunta a la "falta de compromiso de los jóvenes" e igual proporción esgrime "circunstancias coyunturales". De hecho, ante la pregunta de cuán complicado resulta encontrar jóvenes con las capacidades necesarias para un empleo, el 97 por ciento de los encuestados (empresarios, gerentes y directivos) respondió "difícil" (73 por ciento) o "muy difícil" (24 por ciento) y en el rubro industrial literalmente nadie dijo que fuera "fácil". Esto se asocia de modo directo a la baja ponderación que las patronales atribuyeron al aprendizaje secundario. Para tener una idea: sólo el 30 por ciento consultados lo calificó de "relevante", 12 por ciento de "útil" y 2 por ciento de "satisfactorio".
Ya se sabe que la articulación entre la escuela y el trabajo dista de ser un mero tránsito o pasaje por el cual, título en mano, el egresado de cualquier tramo de la educación formal accede sin más a un empleo.
Para indagar sobre esa complejidad desde la mirada patronal, la Fundación Cimientos encaró una encuesta en Rosario y zonas de influencia para "conocer cuáles son las percepciones del empresariado local sobre la empleabilidad de los jóvenes egresados del nivel secundario".
El título del trabajo, desarrollado por el Equipo de Evaluación de la entidad, que dirige la socióloga Daniela Valencia, es "La transición de la escuela al mundo del trabajo".
En el proyecto colaboraron la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, la red de empresas responsables Moverse, la Cámara de San Lorenzo y el portal de negocios Punto Biz.
De las empresas encuestadas, el 56 por ciento fueron industriales y el 44 por ciento de servicios. El 61 por ciento de ellas pequeñas, el 22 por ciento medianas y el 17 por ciento grandes, mientras que la mayoría de quienes respondieron se identificaron como propietarios, directores o gerentes, seguidos de analistas de Recursos Humanos.
"A la pregunta de si su empresa contrataría jóvenes egresados del secundario, el 61 por ciento respondió que no, mientras que el 39 por ciento dijo que sí", contó Valencia. Esa era la cuestión medular.
Porque así como entre quienes no se mostraron dispuestos a contratarlos se argumentó que carecían de suficiente capacitación o de experiencia, los que sí dijeron que les ofrecerían un puesto razonaron que "es importante darles la oportunidad, que los jóvenes tienen «ganas de aprender» y cuentan con las habilidades necesarias". Sólo en un caso se hizo mención a su "bajo costo salarial".
Cuando se indagó a los encuestados acerca de cuáles eran, a su criterio, las habilidades exigibles a jóvenes de entre 18 y 25 años para acceder a un primer empleo, se les pidió que las calificaran con un puntaje.
Y tanto entre industriales como en el sector de servicios, las respuestas privilegiaron el "conocimiento" por sobre las aptitudes socioemocionales y las técnicas.
Donde surgieron posiciones más contundentes fue ante la pregunta de "cuán complicado resulta encontrar jóvenes con capacidades necesarias para un empleo", adelantó Valencia.
Hallarlos fue considerado "difícil o muy difícil" por la mayor parte de los encuestados. En el sector industrial esa opinión representó el total, ya que nadie aceptó la posibilidad de que fuera "fácil", mientras que entre los servicios sólo lo hizo el 4 por ciento de los directivos y el 96 por ciento restante lo vio complejo o muy complejo.
Formación
La culpa pareció apuntar a la formación escolar. Al preguntarles a los encuestados cómo ponderaban el aprendizaje de los jóvenes en la secundaria, "7 de cada 10 dijeron que era poco relevante, el 88 por ciento dijo que era poco útil y el 98 por ciento que resultaba poco satisfactorio", reveló la socióloga a cargo del estudio.
En cambio, que tuvieran o no experiencia laboral previa no les pareció mayoritariamente relevante. De hecho, sólo el 2 por ciento lo calificó de "muy importante" y el 51 por ciento como "poco importante.
Acerca de si preferirían contratar hombres o mujeres, el género no figuró como determinante, aunque se vieron matices interesantes. Para ocupar un puesto profesional, el 76 por ciento dijo que le era indistinto; para la oficina el 59 por ciento (aunque hubo un 24 por ciento que se volcó hacia las mujeres); para vendedor el 51 por ciento también sostuvo que era lo mismo (con un 27 por ciento que prefirió varones) y sólo como operarios los más elegidos fueron hombres.
Apuntada ya como foco problemático la educación media, cabía esperar que las empresas al menos conocieran las escuelas de su zona. Así fue: 7 de cada 10 dijeron conocerlas. Y de esas compañías, sólo el 28 por ciento reconoció haber encarado "acciones de articulación" o "en conjunto" como visitas, pasantías, talleres de trabajo e intervenciones educativas.
En las técnicas
En Santa Fe existen desde el 2013 las "prácticas profesionalizantes", que integran la propuesta curricular de las escuelas técnicas en forma articulada con empresas y organizaciones de sistema productivo. Esas clases se desarrollan bajo coordinación escolar, dentro o fuera de los establecimientos educativos. Este año participan de esa modalidad 1.493 alumnos y 1.274 firmas (entre ellas centros comerciales e industriales, cooperativas, mutuales, asociaciones, cámaras, ONGs, municipios y universidades), gracias a 132 convenios.
Aparte, en el marco del Programa Redes, otra iniciativa santafesina que desde marzo busca mejorar las condiciones de empleabilidad, hoy se dictan 364 cursos de formación profesional para mayores de 16 años, tanto desocupados como ocupados con necesidades de recalificación. El objetivo es vincular a los egresados con posibilidades concretas de inserción laboral.