La provincia de Entre Ríos aprobó el plan de manejo para el área protegida de islas en jurisdicción del municipio de Victoria. La norma es una herramienta para la protección, restauración y conservación de los humedales y establece condiciones para el desarrollo de actividades productivas, pesqueras y de habilitación de emprendimientos comerciales y recreativos. Para las agrupaciones ecologistas, se trata de que todas las acciones que se desarrollen en el delta del Paraná se realicen de forma amigable con el ambiente.
La resolución de la Secretaría de Ambiente entrerriana se firmó el lunes pasado y lleva el número 652. De esta forma, se aprueba el marco regulatorio para ordenar el sector del delta del Paraná que el Concejo Deliberante de Victoria aprobó por unanimidad hace cinco días.
Se trata de un humedal de casi 400 mil hectáreas que hace diez años fueron declaradas área natural protegida por la vecina ciudad y un poco más cercano en el tiempo, en 2019, la provincia de Entre Ríos inscribió como Reserva de Usos Múltiples Humedales e Islas de Victoria.
Pero además, de un territorio que en los últimos años estuvo en medio de múltiples tensiones, arrasado en gran parte por los incendios, considerados un verdadero ecocidio, la construcción de terraplenes ilegales, la caza ilegal y la práctica ganadera no sostenible. Según su definición, la legislación apunta a "conservar la dinámica natural de un sistema complejo de paisajes de humedales típicos del río Paraná, así como su cultura, ecoturismo y formas de producción sostenibles cuidándolas en todas las dimensiones que sea posible".
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César Saavedra, referente de Guardianes de Victoria y la Multisectorial por los Humedales, dos organizaciones que empujan desde hace tres años la sanción de legislación protectiva de esa zona del delta, destacó que "es la primera vez que en nuestro humedal se hace un relevamiento y se lleva a cabo un plan de manejo".
Y apuntó que el posesivo "nuestro" no sólo alcanza a los habitantes de Victoria sino "a todos los habitantes del mundo, por la importancia que tiene el humedal en el ciclo de la vida". Entre otros beneficios ecosistémicos, los humedales garantizan acceso al agua dulce, la regulación de inundaciones, la conservación de la biodiversidad y la absorción de dióxido de carbono.
Zona por zona
El plan de manejo establece distintas zonas dentro de la extensa zona de islas de Victoria y regula las actividades permitidas y no permitidas en cada una. La resolución habilita el desarrollo de actividades productivas y de viviendas, siempre que no atente contra el equilibrio de este ecosistema.
Por ejemplo, de acuerdo a la resolución, se permitirán los balnearios, restaurantes y bares existentes en la zona de usos especiales, "en la medida en que se cumplimenten los requerimientos de la administración", pero no se podrán agregar nuevos emprendimientos "salvo que se produzcan vacantes o la autoridad de aplicación de la norma lo autorice formalmente".
En cuanto a los usos turísticos y gastronómicos, dice la norma, se podrán realizar eventos cuyas características sean compatibles con el entorno del área protegida y con la idiosincrasia de sus habitantes", como por ejemplo encuentros tradicionales y eventos deportivos siempre que se garanticen los servicios sanitarios".
Deberá también realizarse un seguimiento sobre las construcciones realizadas en el delta y garantizar que respeten el camino de Sirga, es decir una ruta de libre acceso a la ribera del Paraná para personas y embarcaciones.
La idea general es, resumió Saavedra, que la producción comercial se desarrolle de forma amigable con el humedal.
Un bien común
"El delta del río Paraná es considerada un bien común para para todos los habitantes de este Litoral, pero también para el planeta entero por la intransferible cantidad de propiedades que aporta a la vida en general y al humano en particular", advirtió Daniel Agnese, uno de los impulsores de de Salvemos los Humedales Villa Constitución, otra organización comprometida con el proceso de construcción del plan de manejo para las islas de Victoria.
Por eso, señaló, este conjunto de islas, cauces, lagunas y vida silvestre fue habitado desde hace siglos por pueblos originarios a los que luego se sumaron poblaciones criollas. Y, hasta hace pocas décadas, "estos suelos fueron considerados de baja categoría para la producción agrícola-ganadera y también para el sector inmobiliario, por lo tanto no fueron tentadoras para el mercado y menos aún visibles para la población en general".
Por eso, desde los poderes públicos, parte de sus tierras fueron cedidas u otorgadas a particulares, muchas veces en forma irregular y sin ningún tipo de control sobre las actividades que allí se realizan. Actualmente, recordó, los terrenos tienen una situación catastral particular: hay parcelas privadas con escrituras legales, parcelas “ocupadas” con escrituras apócrifas, tierras fiscales arrendadas y tierras fiscales ocupadas sin ningún permiso oficial.
Agnese apuntó que "a partir de la inauguración de la traza vial Victoria-Rosario, el interés productivo por estas islas se incrementó exponencialmente y como consecuencia de las alteraciones de sus suelos y cursos de agua por parte de los productores buscando aumentar sus dividendos privados, el humedal se está modificando y degradando cada vez más rápido".
En este punto el plan de manejo de los humedales "sienta los principios básicos para ordenar el territorio y para generar herramientas y recursos de control y fiscalización, con la premisa de adecuar a las actividades humanas al ambiente y no el ambiente a las actividades humanas, protegiendo así la dinámica natural de nuestro bien común para nosotros y para nuestra posteridad", aseguró.
La aprobación del plan de manejo es un gran paso para contar con reglas claras en un territorio que durante mucho tiempo fue considerado "tierra de nadie".