La enumeración de los valores de las facturas de los servicios del último mes, la cuota del alquiler y la caída de las ventas —y aún con los costos laborales prácticamente congelados, aclara— provocaron que en los últimos meses "no den los números, Estoy poniendo plata de mi bolsillo", reconoció. "Debo algunas facturas de la luz y del gas y siempre honré mis cuentas, por eso en estos días cierro", aseguró.
A grandes rasgos y sin contar el costo laboral de sus dos empleados, las boletas de servicios y alquiler rondaron los 60 mil pesos, y con una mayor caída de las ventas "es imposible seguir". Recordó que en promedio vendía unas 110 docenas un viernes y que últimamente la media bajó a unas 60.
"Es triste, porque fue un invento nuestro esto de vender sólo empanadas, toda una historia, pero ahora estoy cerca de cumplir 67 años y es una lástima que no pueda continuar", dijo Di Nanno buscando no expresar la bronca que también le genera bajar la persiana a quien desde casi cuatro décadas desarrolló su proyecto, que luego fue copiado por otros emprendedores gastronómicos que llegaron incluso a transformar la venta de empanadas en franquicias.
"Yo no bajé la calidad, mi delivery no bajó la cantidad de pedidos, pero sí cayó a la mitad lo que pide la gente. Esa realidad se mezcla con los servicios seis o siete veces más caros que hace un año, y vos no podés trasladar todo a los precios, por eso no me dan los números", detalló mientras hilvanaba anécdotas desde que abrió en 1981 en San Juan y Dorrego, y luego se mudó.
Golpeados
Los comerciantes cercanos al local de Di Nanno de algún modo coincidieron con su visión. "Como viene la cosa, no vamos a salir a flote en poco tiempo, y no es que no le tenga fe al país", dijo uno. Otros, en tanto, admitieron que desde hace algunos meses vienen analizando seguir los mismos pasos que el Gran Pipón. "Las próximas facturas de los servicios definirán si sigo", admitió un comerciante que prefirió evitar dar su nombre para no angustiar a su familia.
Otros también le apuntaron a los propietarios de los inmuebles. "Ellos siguen con aumentos en las renovaciones de los alquileres como si nada. Entiendo que los precios no paran de subir, pero hoy es un socio caro como son la luz y el gas", sentenció otro comerciante, que le esquiva a suscribir un convenio de pago porque "terminará generando una bola más grande a futuro".
"Llegó el momento de dar las hurras", admitió en tanto Di Nanno, que pasa a diario doce horas en el negocio "porque todo es artesanal". También de terminar la nota. Amablemente aclara que no quiere que se le escape algún exabrupto por la emoción o la bronca hasta sellar los últimos repulgues.