La del jardín Nº 44 es una historia ligada a la cooperación de los vecinos de la zona oeste de Rosario, que en 1975 impulsaron la creación de una institución educativa para los más chicos del barrio Francetti. Con un acto en la calle, torta y un reconocimiento del Concejo, el Jardín Arco Iris festejó este miércoles los 50 años de la institución.
"En estos años han pasado tantas cosas. Cada directivo, docente y familia dejó su huella en el jardín y la comunidad merecía festejar", dijo a La Capital Carolina Sanabria, la vicedirectora del establecimiento.
La fiesta fue este miércoles por la mañana con un acto en la calle, en las puertas de la sede fundacional del jardín, en la esquina de Bemporat y Guatemala, a la altura de Riobamba al 7100.
Allí se preparó una celebración para la cual invitaron a las escuelas de la zona. Además recibieron un reconocimiento por parte del Concejo Municipal para el jardín público. El acto estaba pensado originalmente para el 15 de septiembre, pero la tormenta de ese día obligó a reprogramarlo.
La historia del jardín
Las tierras en donde fue construido el jardín, en Bemporat y Guatemala, pertenecían a una mujer que, al no tener herederos, se contactó con un sacerdote del barrio (el padre Tito) y le donó el terreno, con la condición de que se realice allí una obra de beneficencia para el barrio Francetti, delimitado por las calles Provincias Unidas, 27 de Febrero, colectora de Circunvalación y Pasco.
Fue así que en ese lugar funcionó primero una vecinal con biblioteca y luego el Centro Cultural Santa María. Con el tiempo y las dictaduras militares la entidad fue disuelta. Hasta que surgió en el barrio la necesidad de tener un jardín de infantes. Las familias de la zona comenzaron a movilizarse y en 1975 el Centro Cultural Santa María ofreció su local para la creación del jardín, que esta semana festejó sus 50 años de vida.
En la década del 80 se elaboró un proyecto para darle identidad al jardín y se eligió el nombre de Arco Iris, el honor a los colores de la bandera de la cooperatividad que simbolizan la diversidad y la unión. La cooperación entre vecinos y docentes fue el motor para la concreción de este proyecto, que funciona en dos sedes: la original de pasaje Bemporat y otra en un edificio de Nicaragua y Monte Flores. Entre ambas suman 14 salas para albergar a 234 chicos y chicos en salas de tres, cuatro, y cinco años.
"Hay generaciones de familias que vinieron a este jardín. Y hasta docentes de otros barrio que eligen trabajar acá. Por algo será", resumió la vicedirectora.