La guarda preadoptiva de una nena de ocho años en el hogar de una pareja de barrio Alvear quedó envuelta en una tormenta. Rogelio Príncipe, inscripto junto a su esposa Norma como aspirante a padre adoptivo desde 1999 en Tribunales, y desde el 2011 en el Registro Unico (Ruaga), salió a denunciar que la Subsecretaría de los Derechos de la Niñez retiró a la niña de su casa tras casi dos años de convivencia "sin dar explicaciones" y generando un dramático corte de sus vínculos afectivos, familiares, escolares y hasta médicos. Sin embargo, desde el Ruaga y Niñez fundamentaron la decisión en que hubo "sucesivos informes adversos" elaborados por los respectivos equipos profesionales interdisciplinarios. Irregularidades y hasta "vulneración de derechos" de la nena funcionaron como argumentos terminantes.
Como suele ocurrir en estos casos, donde se solapan fervientes deseos de maternidad y paternidad por parte de personas adultas con la necesidad y el derecho de una criatura a recibir afecto y protección en un marco familiar, las versiones difieren según de dónde vengan.
En diálogo con LaCapital, Príncipe contó que en mayo de 2015 una psicóloga del Ruaga les sugirió que comenzaran a vincularse con D., una nena de por entonces seis años que llevaba cuatro viviendo en instituciones alejada de su familia biológica. Príncipe y su esposa empezaron a llevarla a su hogar de barrio Alvear los fines de semana.
Tres meses después, estando a cargo de Niñez Fabiola Piemonte, en lo que ellos creyeron era el inicio de un "trámite de adopción", firmaron un "acta de acogimiento" de la nena, que tiene otros ocho hermanos, dos de ellos en estado de adoptabilidad: otra niña un año mayor y un nene un año menor. Todos nacidos en otra localidad santafesina.
Siempre según Príncipe, "ese acta no correspondía" porque los sindicaba como "familia acogedora" (o solidaria), cuando ellos pretendían adoptar. Funciones que son incompatibles.
Aun así, "estaba clarísimo", dijo el hombre, que ellos buscaban adoptar a D., quien comenzó a ir a la escuela. Con una leve discapacidad (que Príncipe catalogó de "pequeño trastorno del espectro autista") transitó dos veces por preescolar y cursó primer grado en una escuela común, aunque luego una psicopedagoga les aconsejó que la inscribieran en otra especial, cuyas autoridades dijeron a la familia que "en apenas dos meses D. había hecho avances enormes".
Príncipe, que es electricista, aseguró que la nena "se comunicaba y era muy cariñosa, tenía primos, tíos y una abuela, jugaba con las mascotas y juguetes, veía televisión en ciertos horarios en su cuarto y estaba muy integrada incluso en el barrio, donde todo el mundo la trataba como una reina", conscientes de que los Príncipe ansiaban un hijo, pero no podían concebirlo.
El hombre se encargó de fechar cada una de las reuniones que mantuvieron con personal del Ruaga y de Niñez, en las que aseguró que siempre se les dijo que estaban "en camino" de convertirse en padres adoptivos plenos. "Nos decían «lleva tiempo», «D. ya es tu hija» o «sólo faltan papeles, pero todo va a salir bien», afirmó, convencido de que hasta allí "no hubo mala fe".
En diciembre pasado le informaron desde el Ruaga que le harían una "visita de rutina", algo que aunque debía haberse dado "cada tres o cuatro meses, no había ocurrido nunca".
En enero y febrero la nena fue entrevistada por una psicopedagoga. Y en mayo fue Norma, su esposa, quien recibió la llamada de un coordinador de Niñez, Martín Almada, quien les pidió que se acercaran a la sede local de cortada Ricardone.
Con "cierta mala espina" los tres fueron hasta allí. Y ese fue el último día en que vieron a D. "Dejaron a la nena abajo y nos hicieron subir. Sin más explicación solamente nos dijeron que iban a dar de baja el acta y que a D. no la íbamos a ver más".
Luego la pareja se enteró de que la chiquita está ahora alojada con otra familia junto a su hermanito, en una localidad vecina a Rosario. Destrozados e indignados, buscaron un abogado y se conectaron con una ONG santafesina dispuestos a recuperar a la nena. Hasta ahora sin éxito.
Desde Niñez llegó la respuesta, mesurada pero tajante. "Se les dieron todas explicaciones: simplemente se toma la decisión de retirar a la nena porque existen varios informes interdisciplinarios negativos por parte de los equipos profesionales del Ruaga y de la Subsecretaría de Inclusión", detalló la directora de Niñez, Claudia Aguilera.
Básicamente, se entendió que la niña se hallaba en situación de "aislamiento", que estaba siendo "incapacitada" en el hogar y que desde ese punto de vista se le vulneraban derechos. Entre otras cosas, también se divulgaron sus datos por redes sociales. "Todo eso se le informó a la pareja, incluso por carta certificada", recordó Aguilera.
El Ruaga compartió esa valoración y en ese entendimiento privilegió el interés de la nena. Sólo que en la trama se colaron también fuertes dolores adultos.