Se pudo recorrer los stands de las librerías, asistir a presentaciones de libros y lecturas, intercambiar opiniones con autores y editores o participar de talleres. Por segundo año consecutivo, después de dos de pandemia, la Feria Internacional del Libro Rosario definitivamente se ganó un lugar en el calendario de los eventos culturales más importantes de la ciudad. Abierta y gratuita, hasta el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa se acercaron unas 300 mil personas, según el cálculo de la Secretaría de Cultura del municipio, en su mayoría fueron mujeres, menores de 35 años y estudiantes. Libreros y editores consideran que el encuentro es una oportunidad para difundir la lectura y hacer conocer el trabajo de autores locales, por eso piden que se consolide y tenga una fecha fija para su realización.
La Feria Internacional del Libro Rosario cerró el sábado pasado con una asistencia casi perfecta. El público llenó las salas para participar de la performance que brindó Cristian Alarcón para presentar su último libro, Tercer Paraíso, premio Alfaguara de novela 2022. La jornada había empezado temprano, por la mañana, con la actuación de la Escuela Orquesta Barrio Ludueña y la Banda Infanto Juvenil “Villa Hortensia”, que ofrecieron un repertorio alusivo a los 40 años de democracia en la explanada del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa.
La celebración de la recuperación democrática en el país fue el eje que atravesó la programación desarrollada en los once días que se extendió la feria organizada por segundo año consecutivo por la Municipalidad y la Fundación El Libro, a cargo entre otras de la Feria del Libro de Buenos Aires. Si bien al encuentro le faltó un día por la coincidencia con las Paso de este domingo, los organizadores destacaron la buena respuesta de la convocatoria: unas 300 mil personas recorrieron los stands o participaron de presentaciones de libros, charlas o talleres.
Una encuesta realizada por personal de la Secretaría de Cultura del municipio, que alcanzó a 530 personas, permite acercarse más a ese público. Por ejemplo, destaca que seis de cada diez asistentes fueron mujeres. En cuanto a edades, el 28,6 % tenía entre 18 y 24 años y otro 23,8% entre 25 y 34. La mitad vivía en el centro de la ciudad.
Entre otros datos relevantes, gran parte de los visitantes reincidieron: del total de personas encuestadas hasta el cierre, el 61,1% ya había ido a la feria y el 38,9% concurría por primera vez. El estudio, que aún se está terminando de procesar, tuvo como objetivo indagar en la experiencia en la Feria, el perfil de las personas que la visitaron y sus consumos culturales.
Los desafíos
Con estos datos y los recuerdos de los once días de feria todavía frescos, quienes estuvieron al frente de los stands coincidieron en la importancia de la actividad como una herramienta para difundir la lectura y, sobre todo, servir de vidriera a la producción de escritoras y escritores locales. Pero al mismo tiempo destacaron la importancia de consolidar este espacio y asignarle una fecha fija en el calendario.
"Sin dudas la feria es uno de los principales eventos culturales que tiene la ciudad, sirve y ayuda a crear hábitos de lectura, ya que tiene un poder de atracción para personas que generalmente no van a las librerías ni son lectores asiduos", destacó Perico Pérez, de la librería Homo Sapiens.
De acuerdo a su experiencia, parte de ese público "durante el año se acercará a una librería a comprar un libro que le interese". La misma función, apuntó, cumplen las visitas escolares y los espacios para las infancias, "porque ahí están los nuevos lectores que hay que fortalecer e incentivar a la lectura"
Pero más allá de eso, consideró que el encuentro es una oportunidad de promocionar y dar voz a escritoras y escritores de la región. "La feria visibiliza todo lo que se produce y se edita en la ciudad. En Rosario se produce mucho y, a veces, las librerías no tienen suficiente espacio para mostrar todos esos libros. Así que se trata de un buen lugar para que se vean todos los libros de cada editorial", apuntó.
Pérez consideró "muy importante" que el encuentro tenga continuidad. Es más, destacó, "tendría que tener una fecha fija establecida por ordenanza, de forma de garantizar su realización y la formación de una comisión para establecer con suficiente anticipación cómo se va a desarrollar la feria".
Una celebración
Para el editor Nicolás Manzi (UNR Editora), en esta nueva edición la feria fortaleció su perfil de gran acontecimiento cultural de la ciudad. "Es una feria de libros que no se restringe a los libros sino que atraviesa a toda la cultura. En cada feria me pregunto qué es un libro, y si es el libro lo que está en el centro de lo que está pasando. Y la respuesta suele ser que el libro es la excusa, y lo que está en el centro son las personas, nosotros relacionándonos con los libros", señaló.
Por eso, consideró que uno de los desafíos que existen es articular el campo cultural y el campo del libro. "En Rosario son tantas las personas que trabajan todo el año con los libros, que producen, invierten, se desvelan, luchan por esto que se visibiliza en la feria". Se trata de un trabajo a pulmón y muchas veces sin rédito económico que en la feria tiene un lugar de encuentro e intercambio de experiencias. "Así nacieron las ferias de libros, en el medioevo, y creo que sería interesante que ese diálogo fructifique en más sentidos".
Esta edición del evento no tuvo el mejor contexto. Con una fecha acotada por las vacaciones de invierno y las Paso nacionales y en un momento económico adverso, las ventas no fueron tan buenas como el año pasado. "Es un mérito que se haya podido hacer en un año difícil. Y es fundamental que se haga el año que viene para que la actividad se consolide", apuntó Marcos Buchín (Buchín Libros) y destacó la calidad de la agenda, la cantidad de presencia local y la buena convocatoria.
"El mayor acierto es haberle dado continuidad en un año tan difícil por la situación económica, donde mes a mes cambian los números y es un desafío planificar algo. Y el desafío es que la actividad se instaure, se haga costumbre y se convierta en un ritual, como la feria de colectividades o la Crack, Bang, Boom, más allá de quien esté en la Intendencia o cuál sea su visión política, que sea un festejo cultural de la ciudad"