El agua potable es un recurso vital. Sin embargo, en algunas zonas de Rosario se consume casi el doble de lo necesario para beber, limpiar la casa o regar las plantas. Este derroche adquiere actualidad con la llegada del verano, en medio de una bajante inédita del río Paraná que obligó a reforzar las bombas de extracción de Aguas Santafesinas. Pero el consumo de agua no es parejo en toda la ciudad: un vecino del centro se estima que utiliza entre 270 litros por día, mientras en los barrios son 225 litros y en la periferia, sin servicio formal, se disponen menos de 165 litros diarios. Entre un 40 y un 25 por ciento menos. El agua que se derrocha en el centro es la que falta en los barrios que crecen por fuera de los bulevares.
Según advierte la investigación realizada en octubre pasado, en Rosario existe una percepción por parte de la población de que el agua es un recurso ilimitado, incrementada por la posición estratégica de la ciudad, recortada sobre el caudaloso Paraná. Por eso, concientizar respecto al consumo para evitar derroches resulta indispensable.
“Mientras mayor sea el desperdicio de agua y las pérdidas en las zonas más céntricas de la ciudad y barrios consolidados, menores caudales y presiones llegarán a los barrios más alejados, que ya de por sí se encuentran en situaciones desventajosas debido a su vulnerabilidad”, señala la investigación.
La idea de registrar estas inequidades surgió con el objetivo de concientizar sobre el uso responsable del agua potable en un contexto marcado por la bajante extrema que atraviesa el río, que este invierno obligó a reforzar las bombas de toma de agua del Paraná en la planta potabilizadora de Aguas Santafesinas.
“Debemos comprender como sociedad que ya no tenemos más margen para seguir derrochando el agua segura”, señalan las autoras del trabajo, Lucía Pairetti y Delfina Soljan, ambas adscriptas al CIS y alumnas de la carrera de Ingeniería Civil, y advierten que “el cambio de hábitos debe ser ya; para no llegar a una situación irreversible”.
El trabajo se realizó en el marco del Programa Barrios de la Facultad de Ciencias Exactas, que suma acciones de saneamiento del agua en los barrios vulnerables e investigaciones sobre la eficiencia en el uso del recurso. “Ambos temas se relacionan: uno es cómo se utiliza el recurso una vez que entra a la vivienda, otra es la eficiencia de la propia infraestructura y la necesidad de minimizar las fugas externas, para minimizar impactos ambientales en el marco de la bajante del río; y porque utilizando bien las infraestructuras existentes en los barrios consolidados, tenemos más disponibilidad de agua para los barrios vulnerables”, apunta la directora del trabajo, Virginia Pacini, investigadora del CIS.
Desigualdades
Rosario es una ciudad desigual en cuanto al acceso al agua potable. Las alumnas investigadoras realizaron algunas hipótesis para sus estimaciones y dividieron el mapa de la ciudad en tres zonas.
El área entre avenidas, con mayores porcentajes de cobertura en servicios de infraestructura, mayores calidades constructivas en las viviendas, bajo porcentaje de hacinamiento y de privación de recursos corrientes y patrimonial.
Los barrios consolidados que rodean esta zona, con cobertura en servicios de infraestructura, aceptable calidad constructiva en viviendas, bajo porcentaje de hacinamiento y de privación de recursos corrientes y patrimonial.
Y los barrios periféricos, donde los porcentajes de cobertura en servicios de infraestructura son escasos, hay una baja calidad constructiva en las viviendas, alto porcentaje de hacinamiento y de privación de recursos corrientes y patrimoniales.
En cada una de estas zonas el consumo de agua por habitante es diferente. Mientras en el centro se estima que se consumen unos 270 litros por día por habitante, en los barrios se utilizan 225 litros y en los márgenes de la ciudad entre 0 y apenas unos 165 litros diarios por persona.
El uso del agua también es diferente de acuerdo al lugar de la ciudad donde se viva, describe el trabajo. En aquellos lugares donde mayor escasez de agua hay, los usos y costumbres son mucho más conscientes. También, acorde a diversos estudios se ha comprobado que aquellas personas que no cuentan con desagüe cloacal, cuidan más el consumo.
Para las investigadoras, la forma de cobro del servicio no colabora para cuidar el recurso: la facturación no guarda relación con el consumo y las tarifas son económicas, dos factores que hacen poco para acotar el derroche.
Todo y nada
“La base de un consumo responsable es medir lo que se consume”, destaca el trabajo y en base a las estimaciones de cada zona se plantea que en el centro se podría ahorrar un 100% el agua que se utiliza, en los barrios consolidados un 50%, y en la periferia un 10% de las cantidades propuestas.
La investigadora del CIS destaca la importancia de este ahorro solidario. “Fuera de las áreas servidas por la infraestructura formal, hay zonas donde la situación es muy delicada”, apunta Pacini. Y describe que quienes viven en estos barrios toman agua de las periferias del radio con conexión formal, donde “las cañerías se ven prácticamente desbastadas y los sistemas informales construidos por los propios vecinos, presentan muchas falencias: fugas físicas de agua potable por falta de conocimientos técnicos, recursos y estar por fuera de la reglamentación vigente”.
Estos tendidos informales viajan por zanjas donde conviven con aguas servidas y residuos sólidos. “De esta forma, desde el punto de vista sanitario, el agua potable clorada y segura, puede convertirse en no potable”, señala la especialista. Evitar el derroche de agua, puede ser el comienzo de una solución.
Los malos hábitos que incrementan el consumo
Reducir el consumo de agua potable del hogar es posible y no demanda más que prestar atención al uso que se hace del recurso. De acuerdo al trabajo sobre "Consumo responsable de agua en viviendas" realizado en el Centro de Ingeniería Sanitaria (Cis), una ducha de más de 20 minutos puede demandar el 30 por ciento del total del consumo de agua de una persona. La descarga del inodoro se ubica en el segundo lugar.
Conocer cuáles son los mayores consumos de agua dentro de una vivienda resulta de vital importancia para determinar cómo con pequeñas acciones se puede evitar el despilfarro de un recurso que no llega a todos los rosarinos por igual.
La investigación plantea numerosos ejemplos. Por cada minuto que la ducha esta abierta se consumen 10 litros de agua. Un baño de 20 minutos implica un gasto de agua de 200 litros, por lo cual reducir el tiempo del aseo a la mitad permitiría ahorrar 100 litros de agua. Es el mínimo diario que necesitan 50 personas para beber.
Además, si se juntara el agua que se desperdicia esperando que se logre la temperatura requerida para el baño, se podrían recuperar 10 litros de agua para regar las plantas, por ejemplo.
Las descargas de inodoro son otro problema. Los antiguos consumen más de diez litros por descarga; los nuevos permiten regular entre 3 a 6 litros por uso. Pero no es necesario cambiar aparatos para reducir el consumo, si se coloca una botella con agua y arena dentro de la mochila del inodoro se puede reducir el volumen de agua en el depósito y, de esta forma, achicar el consumo. También Es importante no usar el inodoro como cesto de basura. De esta manera, se evitan además obstrucciones indeseadas en la instalación.
El lavarropas consume hasta cien litros de agua por carga, dependiendo del modelo. Lo ideal es minimizar la cantidad de lavados por semana, usar el lavarropas lleno o con la cantidad de ropa máxima según el modo de carga y usar ciclos de lavado cortos.
Pero hay más ejemplos. Por cada minuto que el agua de la canilla esté corriendo se desperdician 6 litros de agua. Con esta cantidad podrían hidratarse adecuadamente 3 personas en un día. Por eso, es importante cerrar la canilla cuando no es indispensable. Es decir, mientras se cepillan los dientes, se enjabonan las manos o durante el afeitado. También al enjabonar los platos o lavar frutas y verduras.
Una manguera abierta consume diez litros de agua por minuto, por eso cuando se la emplea para regar, lavar la vereda o el auto, se recomienda colocar artefactos que permitan realizar el corte de agua cuando no se utiliza. Cada 6 segundos que se deja correr el agua se desperdicia 1 litro de agua potable.