"A mí lo que me gusta es el viento en la cara"; "A mí, representar a mi barrio y superarme"; "A mí no me gusta correr, pero vengo igual para buscar novio". Las respuestas, de Yamila (12), Lucas (16) y Celeste (13), pintan algunas de las personalísimas motivaciones que ayer llevaron a 750 vecinos de barrio Las Flores, la mayoría chicos, a correr el 5º Maratón Nuestra Señora de Itatí bajo el lema "Un recorrido por la paz". Algunos mayores también se bancaron los 2,5 kilómetros, pero en forma de caminata. Ese fue el caso de tres amigas, Angélica, Leonarda y María Celina, que a sus 79, 78 y 75 años no quisieron perder la ocasión de hacer algo por sí mismas y por el barrio. "Cuando hace cinco años vivíamos la primera oleada fuerte del narcotráfico pensamos que había que salir rápido a disputarle el territorio y recuperar el espacio público", confió ayer el director de la secundaria Itatí, Gastón Zencic, orgulloso de que el vecindario ya sea el dueño de la movida.
La fisonomía de Las Flores, ayer temprano, distaba de la de cualquier miércoles. En el polideportivo de Cantú al 6900 sonaba fuerte la música y en el fondo se veía el punto de largada. Un enorme inflable parecía decir "acá hay fiesta" en su lenguaje de colores.
A la competencia se habían anotado ya doce escuelas y 750 personas. Los participantes ostentaban sus números sobre unas camisetas maratónicas entregadas ad hoc y ya se aprestaban a empezar con el trote. Mientras, funcionarios de la provincia y la Municipalidad organizaban la posterior entrega de diplomas y medallas.
Crecimiento. El maratón de Las Flores de ayer fue la quinta edición de un proyecto surgido originalmente desde el colegio Itatí, pero al que rápidamente se fueron sumando otras organizaciones sociales e instituciones del barrio y luego, más orgánicamente, los distintos niveles de gobierno; el Gabinete Joven y la delegación VI de Educación de la provincia y la Subsecretaría de Recreación y Deportes, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social municipal.
Gracias a ese apoyo pudieron contar con vigilancia policial, cobertura médica, indumentaria deportiva, agua y una merienda. Desde el propio vecindario se sumaron microemprendedores y artesanos, y las escuelas, los jardines de infantes, el centro de salud y el de convivencia barrial aportaron juegos, entretenimientos y buena onda. Así, con el correr de las horas el maratón se fue transformando en una kermés.
En realidad, la competencia se diagramó con diferentes distancias: 4,5 kilómetros de trote, 2 infantiles y 2 de caminata para adultos. Los pibitos corrieron todos, pero al menor cansancio se frenaron y sin mayor prisa se divirtieron con sus amigos. La historia no pasaba por llegar primero, sino por pasarla bien entre todos.
"La mayoría de los participantes ya había corrido en ediciones anteriores del mismo maratón; otros, incluso en competencias realizadas en otros barrios.
"Me apasiona", "Corremos siempre juntas", "Me da alegría, sensación de libertad", "Me motiva para superarme a mí mismo y a empezar a prepararme para el próximo", "Le vienen bien al barrio", fueron sólo algunas de las respuestas que recogió LaCapital al hablar con los maratonistas. Mayoría de chicos y adolescentes, mujeres y unos pocos hombres. De hecho, muchas más madres corriendo al lado de sus hijos que papás.
"Nosotras hicimos la caminata porque la edad ya no da", sostuvieron Natalia (40), Gabriela (32) y Claudia (49), paradójicamente bastante jóvenes y compañeras de gimnasia en el polideportivo. Lo valioso es que igual participaron.
En el otro extremo, los más chiquitos, de 2 y 3 años, participaron desde el Centro de Convivencia Barrial. Con ese tamaño, lógicamente caminaron, pero cerca de la meta corrieron para la foto.
La delegada de local de Educación, Daiana Gallo, aseguró que el ministerio "valora y acompaña" el maratón, ya que lo enmarca en una "función socioeducativa donde todos aprendemos algo" y lo concibe como herramienta para la "construcción de convivencia".