Una mujer denunció que fue víctima de un gravísimo hecho de abuso sexual por parte de un enfermero mientras estuvo internada en un hospital privado de Rosario. El profesional fue imputado y quedó en prisión preventiva efectiva por 120 días como presunto autor del delito de abuso sexual con acceso carnal. Habría aprovechado que la mujer estaba sedada para someterla en el baño con la excusa de asistirla mientras se higienizaba.
El pasado 27 de abril, a las 17, una mujer de 45 años llego en ambulancia a la guardia del Hospital Español (Sarmiento 3150) de Rosario con un cólico renal. El médico especialista que ya la trataba ordenó estudios y decidió intervenirla quirúrgicamente al otro día temprano.
Luego de esperar unas tres horas en la guardia, la paciente fue derivada a la habitación 126 del primer piso, donde quedó internada sola. Respiró aliviada, pero jamás imaginó que varias horas después estaría sentada en el inodoro del baño llorando desconsoladamente junto a su hija por haber sido víctima de un ultraje espantoso.
En el límite de la amabilidad
Apenas se acostó un enfermero se presentó para colocarle la medicación y prepararla para la intervención. El hombre, según describió la paciente, se mostró amable y hacía chistes que la mujer trataba de devolver en una circunstancia que no era la óptima.
Pero algunas de esas actitudes pendulaban entre el abuso de confianza y el trabajo profesional. “Me dijo que no aparentaba tener 45 años, que era muy linda, me preguntó si estaba casada o soltera. No me gustó, no le contesté y se fue”, narró la mujer al radicar una denuncia el 11 de mayo en la Unidad de Violencia de Género, Sexual y Familiar del Ministerio Público de la Acusación (MPA).
El enfermero volvió varias veces a la habitación 126 para controlar la medicación, que eran calmantes, suero, y en caso de mucho dolor una pequeña dosis de morfina. Pero la paciente no tenía otra indicación de su médico, como higienizar la zona vaginal o algún tipo de asepsia.
En la ducha
Sobre las 23, M. quería ducharse. Se levantó de la cama como pudo con las vías puestas y caminó por el pasillo unos seis metros para solicitar un toallón. En una oficina estaba el enfermero con una colega. El hombre le dijo que volviera a su habitación, que no tenía toallón y que le alcanzaría un cobertor.
El enfermero entró a la habitación con la manta, la mujer agradeció y le preguntó cuál era la perilla del agua caliente. El profesional señaló el lugar y le colocó un inyectable, que supuestamente era una pequeña dosis de morfina.
Al cabo de unos segundos volvió a colocarle la misma droga. “Me sentía un poco mareada, pero consciente”, narró la paciente. Siempre de pie, ingresó al baño, se sacó la bata y cuando estaba por ducharse, él entró por detrás. “Me dijo que me iba a ayudar, pero le dije que no, que le agradecía, que yo podía sola”, recordó.
Sin embargo, se quedó en el baño. “No tenía cómo pedir ayuda y me sentía muy débil. En ese momento este muchacho se acerca y me toca los pechos. Yo reaccioné y le pregunté qué hacía, pero respondió que «me estaba ayudando»”.
Débil e indefensa
La mujer estaba con jabón en el cuerpo, débil e indefensa. El hombre aprovechó para avanzar con el abuso. En medio de la angustia, pidió que por favor la dejara salir. Ya habían pasado 20 minutos de terror, interminables. El enfermero la acompañó hasta la cama y se retiró. La mujer quedó acostada, absolutamente shockeada.
Como pudo, llamó a su hija. Mientras le contaba lo que había atravesado, el enfermero se presentó en la habitación. La mujer atinó a simular que había cortado, pero la línea estaba abierta y su hija escuchó parte de la conversación. En esa instancia otra vez abusó de ella con la excusa de higienizarla. Al rato llegó la hija, que halló a su madre sentada en el inodoro llorando desconsolada.
Los hechos son parte de la denuncia que hizo la víctima. El fiscal Ramiro González Raggio, de la Unidad de Delitos Sexuales del MPA, abrió un legajo penal e inició una investigación donde además de escuchar a la víctima y a su hija y al propio acusado, entrecruzó testimoniales de colegas, supervisores y directivos del Hospital Español. También sumó un informe médico donde se constató una lesión en la zona genital de la mujer.
Torcer la voluntad
Con todas las evidencias se convocó al enfermero, identificado como J.L.E.B, de 31 años, a una audiencia imputativa que se celebró este lunes en el Centro de Justicia Penal (CJP) ante la jueza de primera instancia Paula Alvarez.
En esa instancia se le imputó la autoría del delito de “abuso sexual con acceso carnal sin consentimiento libre de la víctima”, aprovechando la sedación en la que se encontraba tras ingresar al baño de la habitación y realizarle “tocamientos a partes íntimas y accederla carnalmente”, describió el fiscal.
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La defensa, en manos del abogado penalistas Jorge Bedouret, rechazó el encuadre legal y solicitó la libertad del imputado bajo fianza. Subsidiariamente pidió una morigeración de la prisión preventiva bajo la modalidad domiciliaria, ya que el enfermero se encuentra a cargo del cuidado de sus abuelos.
Tras escuchar a las partes, la jueza Álvarez decidió aceptar la imputación tal cual la propuso la Fiscalía, rechazó el pedido de la defensa y ordenó la prisión preventiva efectiva del profesional por el plazo de 120 días. Según fuentes del caso, la investigación está prácticamente concluida, lo cual conduce el caso a una acusación formal en poco tiempo y con vistas a un juicio oral y público.