Con el desalojo de unas 300 personas que se encontraban en un boliche sin habilitación, en Avellaneda y Marcos Paz, el municipio puso la lupa sobre un modus operandi que se repite: personas que tarjetean en las afueras de las fiestas electrónicas autorizadas, que invitan a "estirar" la noche en lugares sin las mínimas condiciones de seguridad. La Secretaría de Control y Convivencia tiene en la mira al menos 4 after ya clausurados junto a otros lugares improvisados donde las raves clandestinas buscan hacer pie. "Demasiados anteojos de sol en medio de la oscuridad", resumió un funcionario.
Hacia las 6.25 de ayer, personal de la Secretaría de Control y Convivencia Ciudadana junto con agentes de la Unidad Regional II se presentaron en el lugar y dispusieron que unas 300 personas abandonen el after Junior (Avellaneda y Marcos Paz) al que en enero ya se le había caducado la habilitación para funcionar después de numerosas clausuras.
Tras decomisar equipos de difusión musical y concretar la detención del encargado del local, César V., los inspectores dieron cuenta de la precariedad en la que se estaba desarrollando la fiesta clandestina. El local no sólo estaba despoblados de mesas y sillas, sino que para conectar la música empalmaron la conexión a la red de la Empresa Provincial de la Energía en forma directa, ya que el lugar no tenía medidor de luz. Tampoco elementos de seguridad, puertas de emergencia o protocolo de evacuación.
El joven que oficiaba las veces de "encargado" fue trasladado a la Comisaría 6ª con el fin de quedar a disposición de la Justicia provincial de Faltas. En principio se lo imputaría de violación de clausura y el empalme ilegal del suministro eléctrico, entre otras acusaciones.
Entre los objetos que secuestró el municipio, figura una lista con los precios de las bebidas alcohólicas (espumantes, cervezas y vinos) que se ofrecían solos o acompañados de bebidas energizantes. Los precios oscilaban entre los 450 y 100 pesos. El agua en botella se vendía a 50 pesos.
En enero pasado, la Municipalidad dispuso el cierre definitivo del bar Junior, uno de los after más conflictivos de la ciudad, luego de que el Tribunal Municipal de Faltas decretara la caducidad de la habilitación por tergiversación de rubro.
El comercio estaba inscripto como bar pero difundía música fuera de horario, al tiempo que los dueños resistían ser controlados. Cabe aclarar que el 8 de enero pasado, tuvo lugar en las inmediaciones un tiroteo que dejó un herido.
Amén de los antecedentes, donde el ambiente de Junior estaba más vinculado a otro perfil de la noche, el desalojo de la madrugada de ayer tuvo un público de fiestas electrónicas.
En rigor, una alta fuente del Palacio de los Leones reconoció que tienen bajo la lupa un "modus operandi" que puso en alerta a los inspectores. La presencia de las 300 personas en Junior se habrían trasladado de una fiesta electrónica que el sábado tuvo lugar en Metropolitano. Una mudanza que no relaciona un evento con el otro.
Según afirmaron desde el municipio, Amnesia Ibiza Latin Américan Tour, organizado por una empresa local no tendría nada que ver con la rave clandestina que se detectó en Avellaneda y Marcos Paz.
"Estamos viendo que a la salida de las fiestas electrónicas autorizadas, reguladas, con protocolo y medidas de seguridad e higiene llegan a la salida tarjeteros de otra movida. Y es muy probable que usen el egreso de este público para captar gente que quiere estirar la noche en otro lugar", apuntó un funcionario con competencia directa en el control de la nocturnidad.
"Por todo ello suponemos que en un local vacío y sin el perfil del ambiente de Junior, el dueño haya arreglado con el organizador que use el espacio. Son algunos vivillos que manejan una parte del mundo after y ofrecen una agenda anexa donde los que están a medio tanque puedan terminar el combustible", dijo una fuente en alusión al consumo de pastillas. Para inclinarse por la hipótesis del "alquiler" del local por organizadores de las fiestas truchas, un funcionario consultado resaltó que en el retiro de las personas reinó la tranquilidad. "No era un ambiente espeso o pesado, por el contrario muy similar al público de las fiestas electrónicas que cuando salen todos juntos parece más pacíficos que la salida de una escuela primaria, todos en silencio y abrazados", graficó la fuente.
Antecedentes de estas tergiversarciones ya obran en la Secretaría de Control. Como ejemplo se puede citar el pelotero de Sarmiento y Gálvez cuando en agosto de 2016, y a las 7.30 de la mañana, encontró a 300 personas consumiendo alcohol y bailando al compás de la música electrónica. En el caso de Junior, el martes pasado los agentes de la Guardia Urbana Municipal habían acudido hacia las 18 a Avellaneda y Marcos Paz a raíz de denuncias advirtiendo movimientos extraños. Constataron que se estaba retirando sillas y mesas. Ante las sospechas se decidió montar un punto fijo que derivó en el desalojo de ayer.