La Municipalidad no encuentra el modo de ejercer un control eficiente sobre la
prestación del servicio público de taxis. Cualquier rosarino puede constatar que decenas de
unidades permanecen paradas frente a bares y minimercados en las horas pico mientras los usuarios
pugnan por conseguir alguna. Si bien los trabajadores deben tener un necesario y merecido descanso
en medio su jornada laboral (algunas de hasta 16 horas), hay un porcentaje que parece abusar del
relax. Con la inyección de las 470 nuevas licencias que se incorporaron desde fines de 2007 a mayo
de este año se oxigenó el sistema, pero aún cuesta reordenar la prestación.
Son por lo menos media docena los reductos del macrocentro
donde los tacheros eligen "hacer el café del día" o simplemente estirar las piernas después de
varias horas de conducir. Se trata de una costumbre bien arraigada en el sector, aunque al
multiplicarse los autos parados aparecen las grietas en el sistema.
Esta situación se produce ante la vista de la gente. Y
surge la primera pregunta: ¿las autoridades controlan que los taxis funcionen 12, 16 ó 24 horas
como obliga la ordenanza según la cantidad de choferes de cada unidad?
La parada obligada. Este diario hizo una recorrida en varios momentos del
día por algunos sitios puntuales: las estaciones de servicio de Alvear y Brown, Mitre y Zeballos,
Maipú y 27 de Febrero, Gálvez y Entre Ríos, Provincias Unidas y Juan José Paso, y frente a los
bares de Lavalle y Pellegrini y de San Martín y Montevideo.
El jueves pasado, a las 10.30, en Alvear y Brown —uno
de los lugares más concurridos y donde el mal estacionamiento no provoca accidentes de
milagro— había 20 taxis parados. En Mitre y Zeballos, a las 11.40, otros 10, y en Maipú y 27
de Febrero, cinco a las 11.55. Había una decena más en Lavalle y Pellegrini. La misma cantidad se
observó en Maipú y 27 de Febrero, y en Gálvez y Entre Ríos, entre las 11 y las 12. En total, más 50
coches permanecían sin circular casi simultáneamente.
Conseguir una unidad a las 19 en el microcentro resulta
complejo. La gente se amontona en las esquinas de Mitre y Santa Fe, o Entre Ríos y San Lorenzo, y
espera uno libre durante varios minutos .
En rigor, también hay otros factores que modificaron la
dinámica de los tacheros. Uno de ellos es la inseguridad: muchos vehículos prestan el servicio de
día y deciden retirarlos por la noche para no exponerse a hechos violentos.
A pesar de que este diario pidió a la Secretaría de Servicios Públicos un
detalle del cronograma que deben cumplir los taxis de acuerdo a la normativa que está vigente,
ese dato no fue suministrado. Es decir, las horas que un coche debe estar en la calle de
acuerdo a la cantidad de choferes que posee.
Duros de domar. "No es fácil controlarlos. Es un tema complejo y hay muchas
variables. Además, los colectivos no funcionan bien. Varios dueños de taxis trabajan de día y se
guardan por la noche. Pero no todos se paran a descansar; es difícil que se abusen los peones que
se ganan el mango, porque van a porcentaje", admitió una fuente de Servicios Públicos.
Tampoco se entiende por qué un sector se niega a instalar el sistema de rastreo
satelital (GPS). O sí. "Saben que de esa manera van a estar controlados", dijo el mismo vocero.
Son muchos flancos para una gestión a la que le cuesta ponerle límites al
problema.
Déficit de colectivos. El sistema de transporte urbano de pasajeros tampoco ayuda.
Y sólo basta con esperar, por ejemplo, la línea 120 en cualquier punto de su recorrido. A veces
tarda más de media hora, y eso que la gestiona el Ejecutivo.
Taxis o colectivos: en ambos casos, el servicio de transporte público de
pasajeros no está a la altura de lo que Rosario se merece.