Scouts de Argentina Asociación Civil (Saac) agrupa territorialmente a las comunidades scouts por “zonas”. Todo el sur de la provincia de Santa Fe es denominado por la asociación como Zona 19, donde 28 grupos scouts desarrollan sus actividades de forma constante los sábados por la tarde. La mitad de ellos se ubica en Rosario, mientras que el resto tienen sede en las localidades aledañas a la ciudad, con agrupaciones scout en Funes, Zavalla, Venado Tuerto, Galvez, Centeno, Beltrán, San Lorenzo y Villa Constitución.
Pero Verón explicó a La Capital que Scouts de Argentina tiene un convenio con varios espacios, entre los cuales está incluido la Iglesia Católica, debido a que una de las aristas educativas donde el escultismo trabaja es la espiritualidad de los jóvenes, más allá de la religión de los chicos.
“Lo que más cuesta es el adulto, que vea su participación como un voluntariado de forma continua”, expresó la directora zonal. Actualmente, Saac tiene registrados a 500 adultos y más de 1500 jóvenes, con edades de entre 7 y 21 años que disfrutan del aire libre como escenario de aprendizaje para una ciudadanía activa y responsable. En Argentina, la cifra traspasa holgadamente los 70 mil afiliados y más de un millar de grupos scout en todo el territorio nacional.
“El escultismo es una herramienta de transformación social”, sostuvo Ignacio Ventura, director nacional de Juventudes de Saac. El joven tiene apenas 27 años y ha viajado desde Perú hasta Arabia Saudí en representación de los scouts del país, y hoy está en la mesa directiva de la asociación. Para Ventura, no da lo mismo que haya un grupo scout o no en un barrio.
“Los grupos scouts proporcionan un espacio seguro y estimulante donde los jóvenes no son simplemente beneficiarios de programas o proyectos, sino que son los protagonistas de su propio desarrollo”, aseguró Ventura a La Capital y apuntó que los scouts “forman lazos fuertes de amistad, trabajan en equipo y se apoyan mutuamente, lo que les brinda un ambiente de apoyo emocional y social, altamente demandado en tiempos de individualismo, aislamiento y crecientes problemáticas de salud mental”.
Ventura destacó que “a diferencia de muchos entornos educativos tradicionales, los scouts aprenden a través de la práctica y la experiencia directa, es decir, aplican lo que aprenden en situaciones reales. Desde acampar en la naturaleza hasta aprender habilidades de supervivencia, permiten aventuras que no suelen encontrar en otros espacios y que promueven valores como el liderazgo, la responsabilidad, la solidaridad y el respeto por el ambiente, lo que contribuye significativamente a su crecimiento personal”.
El Método, la Ley y la Promesa
El escultismo se define a sí mismo como un movimiento de educación no formal que tiene como lineamientos la ley scout, que contiene las normas de las actividades que los scouts proponen. "El método está basado en una Ley una Promesa, donde se encuentran todos los valores a desarrollar en cada persona en particular, que es lo rico que tiene nuestro movimiento”, explicó Norma Verón.
Los scouts tienen tres principios, que son el cumplimiento de los deberes para con la Patria, con los demás y consigo mismo en cuanto al propio cuidado de la salud y el cumplimiento de las normas civiles: “Nosotros partimos desde nuestro Proyecto Educativo, que está basado en valores como la solidaridad, el amor, la amistad, el compañerismo, la sensibilidad de la gente hacia el otro, la empatía, la solidaridad, el servicio a los demás, todos esos valores que hacen a un ciudadano activo y comprometido”, enumeró la scout.
La Promesa Scout es el compromiso libre que realizan los scouts para con sus compañeros y la sociedad que los rodea en respeto a un código de conducta que los empuja a ser responsables, ordenados, sanos, leales y trabajadores.
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Final de la ceremonia de inauguración del año scout en el Parque Nacional a la Bandera, mayo de 1981. Cientos de niños y jóvenes scouts arrojan al aire en señal de festejo sus tradicionales boinas (Foto: archivo de La Capital)
Las acciones de scouts durante la pandemia
Durante la pandemia, el movimiento scout tardó pocas semanas en salir a las calles a dar una mano. Con ollas populares, comedores comunitarios, recolección y reparto de bolsones de alimentos, elaboración de abrigos y demás acciones solidarias, los scouts dieron su “Siempre Listos” en el momento más crítico del que la sociedad tenga recuerdo, sin nunca dejar de aprovechar la oportunidad como una experiencia educativa y de exploración personal como cualquier otra.
Según Ventura, las acciones solidarias llevadas adelante por grupos afiliados a Saac fortalecieron su participación en un centenar de villas y barrios vulnerables de todo el país, reunieron 50 mil juguetes para familias para donar en las fiestas durante la pandemia y repartieron casi un millón de viandas y bolsones: “No da lo mismo que cada grupo scout sea un espacio de contención contra los abusos, las adicciones y los maltratos”, apuntó.
Tal es el caso de Tomás Caselli, un joven oriundo de San Lorenzo que descubrió su vocación por la construcción y cómo brindar su conocimiento en servicio de los demás a través del movimiento scout: “A Scout quise entrar siempre, desde los 10 años, pero como en San Lorenzo hay un solo grupo scout, había poca capacidad. No había lugar y recién con 15 años pude entrar”, recordó el joven, quien es maestro mayor de obras.
Tomás inició su camino en el escultismo gracias a compañeros de la escuela primaria, diagnosticado con hiperactividad. Sus dirigentes supieron ver gran potencial en él y con el correr de los meses su confianza en sí mismo aumentó y comenzó a participar de cuanto servicio de voluntariado le propusieran sus compañeros: “Durante la pandemia buscamos la forma de cómo trabajar para la ciudad. Llegamos a juntar siete toneladas de alimentos y algunas veces también ropa. Hubiera barro, truene o llueva, llenábamos la camioneta para poder darle de comer a las familias del barrio”, recordó el joven.
Caselli contó a La Capital que en mayo del 2021 conoció a un grupo de educadores que intentaba levantar una escuela rural en el Parque Nacional El Impenetrable, en la provincia de Chaco: “Siempre basado en los valores de la Promesa scout, viajé todo el 2021 y 2022 al bosque”, donde llegó a vivir durante dos meses. Con sus conocimientos como maestro mayor de obras y con la voluntad de un scout que apenas tenía 21 años, levantaron un parador sanitario que pronto se convertiría un aula.
Tomas se encargó de hacer un pre-censo junto con los educadores de la escuela para ver qué chicos querían ir a la escuela, cuál era la situación de la población y conversar con las familias de los chicos. Actualmente, la escuela permite que 40 chicos tengan clases, conexión wifi por medio del satélite Arsat, agua caliente y electricidad de 220 w por medio de paneles solares.
“El movimiento scout me ha enseñado que si tenemos mucho unos y poco los otros, si uno no logra compartir lo que tiene con alguien no sirve para nada. Uno es feliz en la medida que puede compartir su felicidad con el otro. Por eso es que cuando entré al movimiento no me quise ir más”, sentenció Caselli.
Más de un siglo haciendo la buena acción
El movimiento scout llegó a Argentina en 1906 a partir de que un niño de 16 años hijo de ingleses, Arturo Penny, recibió en sus manos los seis tomos de publicaciones escritas por el general Roberto Baden Powell, fundador del Movimiento Scout, cuyos textos después se transformarían en el libro “Escultismo Para Muchachos”. Este compendio de enseñanzas morales, prácticas y técnicas para formar ciudadanos activos y comprometidos con su comunidad y capacitados para la experiencia en la naturaleza darían origen al escultismo.
Al igual que había sucedido en Londres y en un sinfín de ciudades y pueblos de Inglaterra, Penny organizó a varios amigos y vecinos en pequeñas patrullas para ir de campamento, las cuales comenzaron sus primeras reuniones en la casa del doctor Daniel Inocencio Moreno, hermano del perito Francisco Moreno, quien institucionalizaría la actividad en julio de 1912. Esa agrupación scout inicial aún existe bajo el nombre “General Juan Galo de Lavalle”, el primer grupo scout registrado en Argentina.
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Ceremonia de inauguración de actividades zonal de los scouts de Unión de Scouts Católicos Argentinos (Usca) realizada en el Parque Nacional a la Bandera. (Foto: archivo de La Capital)
El escultismo en Rosario nació veintisiete años después en la ciudad de Victoria (Entre Ríos). Bajo la recomendación de maestros scouts de Buenos Aires, se buscó la implantación del movimiento scout en Rosario. El lugar elegido fue la parroquia San Antonio de Padua (Provincias Unidas y Mendoza). Los registros identifican a los jóvenes Inocencio Pasetto y Ramón Veliz como los encargados de conformar el primer grupo scout de la ciudad en el barrio Belgrano, bajo el nombre del santo que les dio techo.
La Unión de Scouts Católicos Argentinos (Usca) lo nomencló con la numeración “Grupo Scout n° 30 San Antonio de Padua”, que con el tiempo fue llamado “El Treinta”, la piedra angular del escultismo en la ciudad que hoy sigue en actividad y les da un hogar a miles de chicos.