“Basta de una vez. No más Mauros por favor, estamos desconsolados y con terror”, dijo Alejandra, una taxista que trabaja en el turno noche y que no paraba de llorar mientras daba su testimonio ante las cámaras. Quizás un resumen de lo que se produjo en la noche de este jueves en Corrientes y 27 de Febrero, la estación de servicio donde trabajaba Mauro Villamil, el joven asesinado mientras hacía las compras en una verdulería de Corrientes y Gutiérrez. Así, Rosario sumó otra estrella roja en el pavimento para recordar una nueva víctima de la inseguridad.
El playero además hacía extras como taxista en el auto de su padre y por ello una caravana de coches de alquiler se concentró en esa esquina y luego marchó hasta la sala velatoria de Francia y Salta.
La movilización fue el epílogo de una medida de fuerza que el sindicato de estaciones de servicio lanzó entre las 18 y las 22 en repudio al salvaje homicidio.
No solo se sumó el sector taxista a la huelga sino que todo el centro comercial de Tiro Suizo, en la zona sur, también se hizo eco con un cierre masivo de las persianas de los locales.
Al caer la tarde los taxis se fueron concentrando por Corrientes en un extensa hilera al igual que por 27 de Febrero, para luego cortar el tránsito en forma parcial e invitar a los taxistas que transitaban por allí a sumarse al paro. Hubo momentos de silencio pero también de bocinazos de los autos que pasaban por el lugar, e instantes de aplausos de los manifestantes.
Con el rostro lleno de lágrimas
Alejandra miraba al vacío y no encontraba consuelo. Es taxista y confiesa tener miedo. “Estamos en peligro todo el tiempo. Mirar para atrás por si viene una moto. Desconfiar de quién sube. No se puede más. Siempre trabajo de noche doce horas pero no alcanza. Hoy decimos basta, por favor. Tenemos el derecho a trabajar tranquilos. Mauro fue el último. Por favor, que nos escuche el gobernador porque no hacen nada. No nos cuidan, no hacen nada. Que hagan algo”, dijo, y reflexionó: “Hoy concentramos, ¿y mañana qué? La Policía no existe, ¿quién nos cuida? Lo hacemos entre nosotros, nos cuidamos, perseguimos a los delincuentes, estamos totalmente desprotegidos”.
Diego hace 15 años que es taxista y 12 que conocía a Mauro. “Un pibe diez puntos. Laburo de noche y tengo miedo. Mi hija me pide que no salga pero es lo que sé hacer. Esto no va más. Si las autoridades no pueden hacer nada, ¿qué hacemos nosotros?”, se preguntó.
El conductor recordó que Villamil acudió a la verdulería a hacer la compra para un asado posterior a los picados de fútbol que todos los miércoles hacían en Cerrito y Corrientes. “Tenía tres hijos, el más chico de solo 10 años”, dijo con tristeza.
Vecinos impactados
Florencia vive a escasos metros de la estación de servicios de Corrientes y 27 de Febrero desde hace casi 30 años. “Rosario nos está desangrando, no se puede más. A Mauro lo conocí hace años al igual que toda mi familia. Siempre atento, no se merecía esto para nada. Ayer (por el miércoles) lo saludé porque vengo todas las mañanas a comprar un café antes de ir a trabajar. Estamos paralizados”, dijo shockeada la joven de 35 años.
Graciela tiene una granja apenas cruzando Corrientes hacia el este. Hasta allí iba a diario Mauro a comprarse su almuerzo o la merienda. “Estoy muy triste. Tengo el miedo a diario, estamos expuestos a todo, ver esto da un desconsuelo tremendo ¿Qué le van a decir a sus hijos? Su padre fue a una verdulería y lo mataron, es tremendo”, dijo la comerciante y vecina de décadas.
Cae la noche, vuelven los aplausos, crece el temor y el terror se apodera de los rostros de quienes marchan rogando justicia y seguridad. Rosario vivió una saga de cinco crímenes en 12 horas.