La explosión urbana por el festejo del campeonato alteró toda regla medianamente respetada en días “normales”. A la multitud incesante que no paró de llegar desde los cuatro puntos de la ciudad hasta el Monumento a la Bandera y por el corredor gastronómico de Pellegrini, había que agregarle una pregunta difícil de contestar: ¿dónde estacionar el auto?
Según estimaciones oficiales llegaron hasta la zona del Monumento unas 80 mil personas entrada la tarde. El municipio indicó que había un operativo diseñado que se concretó, pero que puso su foco en la prevención de conflictos. “El tránsito esta colapsado por la cantidad de autos y por más que pongamos 200 inspectores no hay manera de ordenarlo”, razonó la secretaria de Control municipal, Carolina Labayru.
La consagración de la Copa del Mundo desató el ingenio e hizo que muchos automovilistas dejaran sus coches en veredas y plazas, sobre la mano izquierda de las calles céntricas o frente a las galerías. Al ritmo de las canciones tribuneras de la Selección, la gratitud eterna a Lionel Messi y la locura desatada por el tercer campeonato del Mundo, reinó el “autocontrol”.
Autos arriba de las plazas, como sucedió en la Montenegro, triple fila de vehículos estacionados, la bajada Sargento Cabral y la avenida Belgrano fueron algunas muestras de que nada importó más que fusionarse en una comunión entre argentinos y festejar abrazados.
Doble fila de coches estacionados sobre Sarmiento al 600, autos cruzados arriba de las veredas por Santa Fe, San Martín, Sarmiento, Sargento Cabral, y San Lorenzo. Motos a contramano haciendo Willy o rociando a la gente de espuma loca. Los transeúntes haciendo malabares para pasar entre los vehículos estacionados por la subida de Urquiza y también en la bajada San Martín.
En la plaza San Martín el espacio estaba tapizado de autos sobre el espacio público, incluso las motos se estacionaron allí por doquier. También la plaza de la Cooperación de Tucumán y Mitre se transformó en un estacionamiento al aire libre.
Además, el caos para llegar a los centros tradicionales de festejos dejó escenas complicadas en el tránsito. Los semáforos tuvieron su día libre para ser respetados, y la gente se adueñó de las calles en forma espontánea. Así ocurrió en Pellegrini, donde hubo un mix entre motos, autos y la gente de a pie sobre la calzada. Todo fue válido. Argentina cosechó su tercera estrella en el escudo.
“El viernes nos reunimos con la jefa de policía y organizamos el operativo” explicó Labayru a mediatarde para agregar: “Con tanta cantidad de gente, la prioridad es que no se generen conflictos”. Para la funcionaria, la clave fue “ordenamiento vehicular y cortes preventivos de calle., control de los que venden alcohol y prevención de conflictos”. El secretario de Seguridad santafesino, Claudio Brilloni, también destacó que desplegaron policías para evitar problemas.
Así, la alegría pudo más. Una armonía que la gente pudo mantener en la celebración celeste y blanca.