Mientras las marcas de indumentaria buscan estrategias para atraer clientes, un sector abre las puertas y recibe cada vez más consultas. En los últimos meses, costureras y zapateros vieron un boom de pedidos. En tiempos donde cada peso cuenta, los rosarinos se volcaron por reparar ropa y calzado antes que comprarlos.
Son oficios que no dejan de existir. Es cierto, cada vez hay menos personas que los ejercen, pero están y tienen sus locales desbordados con jeans sin ruedo, camisas para entallar, buzos descocidos y hasta abrigos pesados, es decir, parkas, ropa de lana o chaquetas con relleno de plumón, entre otras. En tanto, los locales que venden insumos para zapatos ven como llegan clientes en busca de productos para la compostura.
“Siempre se necesita”, sostuvo a La Capital, Norma Suto de Bueno, costurera que hace 25 años se instaló en el microcentro de Rosario. “La calidad, el tiempo y el amor a cada prenda son importantísimos para estos trabajos”, se sinceró la mujer de 82 años. “La reparación de calzado va a seguir siempre. En épocas malas, como las de ahora, la gente recurre a reparar”, comentó, por su parte, Rolando Canzani, diseñador y modelista de calzado, docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) en el terciario de Diseño e Indumentaria y parte integrante de la Cámara de Calzado de Santa Fe.
En tiempos de bolsillos golpeados, la indumentaria y el calzado buscan ser reutilizados y se piensa dos veces antes de descartar una prenda o zapatos. Ante esto, aparecen con creces los comercios donde se reparan estos bienes semiduraderos. Se trata de ahorrar.
Más ropa usada para arreglar
Norma lleva la agenda de cada arreglo, costura y prenda. Anota día a día y en los últimos meses evidenció una gran cantidad de trabajo sobre ropa usada. “Cada vez más vieja. Antes la gente compraba y traía lo nuevo para que se lo acomodara, pero ahora todo es usado”, contó a La Capital la costurera desde su local en el subsuelo de la galería La Favorita.
Aunque reconoce que nunca faltó trabajo desde sus inicios, Norma Suto de Bueno ve entrar a su local “valijas” enteras de ropa usada. “Es una forma de decir, la gente saca todo del placard y lo trae para arreglar”, aseguró parada delante de una estantería repleta de trabajos terminados y a su derecha una repisa desbordada de pedidos que serán entregados con el correr de los días.
Jean o pantalones deportivos, remeras y suéteres, todo pasa por el local de Suto de Bueno. “Muchos llegan por el ruedo. Ahora está la moda lo corto o angosto en jeans. La gente lo pide. Como así las remeras o abrigos entallados”, apuntó la mujer que abrió su local tras enviudar en 2000.
En su negocio colgaba un gran tapado que esperaba ya a su dueña; Norma tuvo que entallarlo y arreglar las roturas del paso del tiempo: “Esta ropa ya no se consigue, tiene tela y paño distintos a los de ahora”.
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Foto: Sebastián Suarez Meccia / La Capital
El subsuelo de la galería La Favorita, el laberintico espacio comercial, ofrece varios locales para arreglar y confeccionar indumentaria. Día a día recibe a clientes que llegan con bolso en mano para poner a punto una remera o jean usados. En la parte alta, ya por la peatonal Córdoba, emergen los locales con prendas a estrenar. “Te la ponés una vez y se descose. Entonces, un arreglo sale un 10% de lo que sale una nueva de primera marca. Un ruedo está 12 mil pesos o una costura 10 mil pesos, y te duran. Y mi precio es el mismo si es ropa nueva o usada”, explicó Suto.
Con sus máquinas, una recta para trabajos en velocidad y una remalladora para detalles, Suto tiene el local abierto de lunes a viernes y en una semana entrega las prendas arregladas. Por su experiencia exige que cada trabajo sea medido por ella. Lo único que no toma es indumentaria con piel, cuero o cuerina ya que desgasta las máquinas por los altos componentes plásticos que contiene.
Compostura de calzado, salida laboral y oportunidad para el cliente
Rolando Canzani tiene una larga trayectoria en la docencia. Además de dar clases en la UNR, años antes ofrecía cursos en la Cámara de Calzado de Santa Fe, en 1º de Mayo al 3100. Todavía se lamenta porque el gobierno nacional discontinuó los cursos de capacitación gratuitos ya que bajó un 50% la matrícula en 2025. “La gente se anota por un emprendimiento o para reparar calzado”, reconoció el docente.
En medio de un sector muy golpeado por la apertura de importaciones, los precios de zapatillas y zapatos no parecen ceder. Con un poder adquisitivo reducido, los rosarinos se vuelcan a los negocios de reparación de calzado y los comercios que suministran insumos “venden mucho más”, reconoció Canzani y agregó: “Van a comprar productos casi exclusivamente para reparar. Goma, suela, base, entre otros. Todo para renovar”. El diseñador, que trabaja para las hermanas cantantes Soledad y Natalia Pastorutti, comparó la tendencia por reparar zapatos antes de comprar nuevos con la crisis de 2001.
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Foto: @rolandocanzani_oficial
Pegar una zapatilla o una costura chica en un botín ronda los 10 mil pesos, cambiar una base de calzado no supera los 30 mil pesos, según detalló Canzani. En contraste, zapatillas nuevas comienzan en los 90 mil pesos y pueden llegar a los 400 mil pesos, en una reconocida cadena deportiva de Rosario. Así, reparar un calzado puede reducir entre un 30% y un 95% los costos de comprar uno nuevo.
A los cursos arancelados que ofrece la Cámara de Calzado de Santa Fe suelen llegar estudiantes de la ciudad entrerriana Paraná, de Reconquista, en el norte santafesino, y otras ciudades de la región. La mitad de los 12 alumnos de este 2025, reconoció Canzani, se inscribieron para aprender a reparar zapatos y lanzarse con su propio local.