Volvieron las largas filas en las paradas de taxis. Una postal de la “malaria” que encuentra múltiples explicaciones, como el aumento del material rodante, insumos, repuestos, seguros y el combustible, que aumentará en los próximos días. Ahora, para achicar gastos, y en varios momentos del día, los tacheros esperan en las paradas su chance de hacer un viaje. Si hasta el año pasado, el promedio por hora era de 3 traslados, hoy a duras penas se sube un pasajero cada 60 minutos. “No nos queda otra que frenar y cuidar el combustible, si no después no se recupera en la recaudación”, resumió un trabajador.
Tras doce horas de trabajo en las manos de los choferes quedan 10 mil pesos al día y unos 22 mil para el dueño del auto. Una ecuación “inviable” para el sector que, además, de enfrentar los reiterados aumentos de combustible y repuestos tiene a la plataforma Uber como “un pacman que come viajes un 35 por ciento más baratos, y que ya colonizó los barrios, remiserías y una parte de nuestro sector (ver página 3)”, admitió el referente de la cámara Catiltar, José Iantosca.
Para el responsable de la Asociación de Titulares de Taxis Independiente (Atti), Mario Cesca, la caída de viajes es del orden “del 40 por ciento en el horario diurno”, estimó, y advirtió: “Pero en el nocturno la caída es estrepitosa. Hace rato que hacemos un promedio de un viaje por hora. Te aclaro que para tener rentabilidad tendríamos que hacer 3 viajes por hora”, graficó a La Capital.
A comienzos de enero, el sector recibió el visto bueno del Concejo Municipal para aumentar la tarifa otro 40 por ciento. Desde el 10 del mes pasado, la bajada de bandera diurna es de 918 pesos, y la ficha cada cien metros de 43 pesos. Los valores aumentan a la noche y los fines de semana también a la noche. Pero, ya como advirtieron en su momento, lejos de ser una solución el retoque en los relojes les jugó en contra. “La caída de recaudación es la misma que antes del aumento. La espera a veces es de más de 1 hora y a la noche un viaje es una lotería. Pagás para trabajar. Si caminás y no tenés suerte de levantar un viaje, es tiempo y plata que no vuelve”, resumió el veterano dirigente para graficar: “Somos una especie en extinción”.
La mirada crítica se vuelve nuevamente sobre el Concejo Municipal adonde los taxistas llevan sus reclamos e inquietudes en forma periódica. “Están en otra. No se dan cuenta que a nosotros la economía y Uber nos están destruyendo. Y no vemos una decisión de parte de las autoridades en salvar al sector. Este viernes aumentan los combustibles y no sé cómo vamos hacer. Esperamos que la semana entrante nos reciban las autoridades del Palacio Vasallo para decirles que no podemos aumentar más y que si no se reducen impuestos, vamos a tener devolver las licencias”.
Iantosca usó la misma frase que su colega Cesca para autodefinirse. “Estamos en vías de extinción. Estamos haciendo un viaje por hora, veremos si con las escuelas levantamos algo. Uber se comió todos los viajes de los barrios, de las remiseras, y se morfa parte de nuestos viajes. Hay una recesión tremenda, no hay movimiento en la calle. De tarde te parás en el medio de la calle y no pasa nadie”, expresa.
Luego vendrá la comparativa del aumento en el valor de los autos en dólares y la advertencia de los “floteros” que administran taxis que están devolviendo chapas en caución para ver qué pasa más adelante. “Las mandatarias pierden millones. Hoy un auto con chofer es literalmente pérdida, y están pensando en hacerle juicio a la Municipalidad”, advirtió el dirigente de Catiltar.
Por día, y tras 12 horas de jornada laboral, el titular del taxi recibe entre 20 y 25 mil pesos y con eso tiene que pagar todos los costos. El peón se lleva 10 mil. “Inviable”, remarcó Iantosca. La cosa empeora de noche. El dueño se queda solo con 15 mil pesos.
“Uber cobra un 35 por ciento menos que el taxi. Y al tachero le queda entre un 44 a 45 por ciento del valor de la tarifa. Trabaja por debajo de los costos. Te fundís o por poca recaudación o por los autos de las aplicaciones. Si caminaste con el auto 350 kilómetros, tenés 10 mil pesos de combustible y habías recaudado solo 50 mil pesos, a los que hay que descontarle este gasto”, indicó lápiz en mano el taxista para hacer la radiografía del Uber.
“No” a otro aumento
Lejos de las manifestaciones de antaño, donde los taxistas rodeaban al Concejo pidiendo una autorización de aumento, o marchaban frente al Palacio de los Leones, hoy otro aumento sería “improcedente”. “¿Cómo nos van a dar tarifa si Uber cobra lo que sea. Se van a fundir también ellos, con la inflación. No hay posibilidad de suba, pero igual la más reciente fue en enero y el 23 de diciembre fue el último día que trabajamos bien. De ahí en más, todo para abajo. Es decir que la tarifa no afectó porque ya veníamos mal. De diciembre para adelante no laburamos nunca más”, cerró Iantosca.
También Cesca se pronunció en idéntico sentido. “Ahora nos preguntan si lo queremos. Como para simplificar el problema. Pero si los sueldos de la gente no suben, esa solución es la peor. Esta vez van a tener que usar el ingenio. El Intendente dice que no tiene plata. De mi parte me voy a oponer”, lanzó Cesca.
Tormenta perfecta
Previo al 10 de enero, los propios dirigentes advertían una “tormenta perfecta” que combina insumos por las nubes, suba de combustibles, y una abrupta caída en los viajes realizados. “En vez de ayudarnos, capaz que nos hunde más”, señalaron los titulares al estimar que con una población que sufre una altísima inflación y bolsillos flacos los llevará a una crisis terminal. Cada vez hay menos peones al volante, y los autos que se rompen no vuelven a la calle y la chapa va en caución”, habían resumido.