El 17 de mayo de este año, la dirección de Intervenciones Emergentes del municipio derivó al Refugio de Felipe Moré al 900 a un joven que venía pasando las noches en un contenedor de Francia y La Paz. Y en septiembre el hecho se replicó.
Por Laura Vilche
El joven asistido este domingo tras caer en el camión recolector de basura por dormir en un contenedor.
El 17 de mayo de este año, la dirección de Intervenciones Emergentes del municipio derivó al Refugio de Felipe Moré al 900 a un joven que venía pasando las noches en un contenedor de Francia y La Paz. Y en septiembre el hecho se replicó.
Tras un llamado de vecinos al 147 de atención al ciudadano, se localizó al mismo joven en otro contenedor de Virasoro e Iriondo. Pero si bien se trata de un caso reincidente, al menos se pudo socorrer al muchacho que no solo vive en situación de calle sino que padece problemas de consumo, según le confirmó el director de la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat, José Tabares, a La Capital.
Un hecho "cada vez más habitual" y que obliga a los recolectores de residuos golpear los volquetes para ver si alguien duerme adentro, según declaró el secretario general del Sindicato de Recolectores de Residuos, Marcelo “Pipi” Andrada.
Esta declaración la hizo tras conocer que el último domingo dos trabajadores de la empresa Sumar, no se dieron cuenta que un hombre estaba durmiendo en uno de estos receptáculos de Constitución al 1800 y lo arrojaron en la tolva del camión.
El chofer que acompañaba a los trabajadores, desde las cámaras del camión, sí se dio cuenta que alguien estaba entre la basura y paró la compactación. La víctima, que no era un sin techo porque se supo después que tenía obra social, fue rescatada por los bomberos y se la derivó al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca), con lesiones.
Pero por el hecho se demoró a los dos trabajadores y a uno de ellos se le inició una causa judicial y el gremio, al entender que la causa no era justa y en solidaridad con sus afiliados lanzó un paro sorpresivo. Un cese de actividades que se reanudó "normalmente" con refuerzos este lunes, según confirmó el municipio.
El subsecretario de Espacio Público de la Municipalidad de Rosario, Luciano Marelli, a diferencia de Andrada dijo que estos casos se dan en forma "muy esporádica" y "aislada".
Aunque relatos de recolectores, vecinos y gente que asiste a personas en situación de calle digan lo contrario. Tal el caso de Laura Oyola, voluntaria de Manos Solidarias, la ONG que le brinda abrigo y un plato de comida a personas que están en la calle, de martes a domingos y en distintos puntos de la ciudad.
"En pleno invierno hemos visto a gente dormir en contenedores, porque muchos vecinos no les permiten que duerman en las entradas de sus edificios, palieres o en los espacios de cajeros automáticos", dijo Oyola quien dio el teléfono de su ONG, para quien quiera ayudar o entregar ropa en buen estado (04341-3416610892 o contactarse por las redes @manossolidariasrosario).
De todos modos desde el municipio remarcaron como "importante" denunciar los casos al 147. "Nosotros registramos y asistimos cuando nos llaman, si hay más casos no nos consta", remarcó Tabares.
En septiembre de 2001, cuando el secretario de Servicios Públicos era el ya fallecido Miguel Lifschitz, la bolsita de basura en la vereda pasó a ser una postal del pasado en Rosario porque llegaron los contenedores de residuos domiciliarios a un pequeño sector de la ciudad delimitado por las calles Moreno, Cerrito, Paraguay y Cochabamba. Eran apenas unos 150 (hoy hay 9 mil en toda la ciudad), de color naranja, de una capacidad de mil litros y con tapa manual.
El nuevo sistema fue aplaudido por los vecinos del macrocentro, por sus beneficios en materia de limpieza urbana, pero también reflejó los problemas que tres meses después estallarían con la crisis político, económico, financiera y social de "Diciembre de 2001", "corralito" mediante.
Es que esos primeros contenedores por un tiempo y como su nombre lo indica "contuvieron los residuos" que gente, perros, viento y lluvia dejaban desparramados por las calles. Pero el orden no duró mucho: familias enteras comenzaron a buscar algo para llevar a su casa, en la basura y con los años hasta se usaron de "baño" por parte de los que trasnochan o viven en la calle, quienes a la vez los usan como dormitorio como los citados en esta nota y otros tantos que no se denuncian.
>>Leer más: Video: vecinos capturan a un delincuente que se había escondido en un contenedor
Hasta los usó joven el año pasado, en Pueyrredón y 9 de julio, cuando escapaba de la policía motorizada y la gendarmería. La escena había quedado registrada en un video
Los contenedores demostraron hasta ahora que ordenan pero no pueden tapar, ni esconder la vulnerabilidad social, ni a los sectores empobrecidos que recogen cosas para vender o lo que es peor, para comer.
Algo que sí intentó en abril de 2019, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (CABA), Horacio Rodríguez Larreta.
El funcionario, para evitar que se saque la basura de los contenedores y se deje todo desparramado o se tomen los habitáculos para dormir. Les puso llave. Algo así como "muerto el perro se acabó la rabia".
El número de indigentes en esa ciudad se había duplicado, según la Dirección de Estadísticas y Censos porteños. De 100 mil personas registradas en la tasa de indigencia (son quienes no cubren la Canasta Básica Alimentaria) se había pasado en 2018, a 204 mil. Entonces se colocaron por el centro, en calle Corrientes, contenedores inteligentes que solo se abrían con tarjetas magnéticas
"Es para evitar que la gente se meta y saque basura. Así va a mejorar mucho la limpieza de la avenida (Corrientes)”, había dicho el ministro de Espacio Público de la Ciudad, Eduardo Macchiavelli.
Contenedores "easy” (fácil) aunque no eran fáciles de abrir y tampoco para cualquier hijo de vecino. El sistema tiene un sensor que únicamente se abre con unas tarjetas magnéticas que están en manos de los “frentistas”. Cuando un vecino quiere abrir la tapa del contenedor, debe apretar un botón y apoyar la tarjeta en un lector que hace que se destrabe. Una vez que se cierra, la tapa del tacho queda bloqueada.
Por Lucas Aranda