Ocho embarazos y partos, ocho bebés asesinados. Y nadie se dio cuenta. Francia está conmocionada
por el caso de una mujer de 45 años que admitió haber matado a ocho de sus recién nacidos entre
1989 y 2006, el peor crimen de este tipo en el país en las tres últimas décadas.
La policía encontró los cadáveres de los pequeños enterrados en dos
jardines distintos, en el pequeño pueblo de Villers-au-Terte, de unos 650 habitantes y a 46
kilómetros al norte de París. “Eran gente normal”, contaban los vecinos, que se negaban
a creer lo que ocurrió a pocos metros de sus casas.
La mujer, Dominique Cottrez, es enfermera y tan corpulenta que apenas se
le notaban los embarazos. Su marido, Pierre-Marie, de 47 años, trabaja como carpintero. En el
pueblo está considerado como alguien servicial y además formaba parte del concejo municipal. Ambos
son miembros del comité de fiestas que organizaba un festejo para el próximo sábado, tienen dos
hijas adultas y dos nietos.
Durante los últimos años, el matrimonio vivió en la granja de los padres
de Dominique. Cuando éstos murieron, vendieron la propiedad y se mudaron al centro del pueblo.
Fueron los nuevos propietarios quienes hicieron el macabro descubrimiento, cuando cavaban una zanja
en el jardín: bolsas de plástico con huesos diminutos. Los investigadores determinaron que se
trataba de restos de dos bebés nacidos hace diez años.
Poco después, Dominique reconoció que eran sus hijos y que aún había más
cadáveres. “Explicó que no quería más niños y que tampoco quería buscar un médico para
recibir métodos contraconceptivos”, dijo ayer el fiscal tras haber sometido a la mujer a
interrogatorios.
Al parecer, el marido no sabía nada de los embarazos y asesinatos, como
aseguró su esposa. De momento sólo comparece como testigo y según fuentes de la investigación está
totalmente aturdido.