Don Gorske, un estadounidense de 54 años, tiene la marca haber comido 23.000 hamburguesas en los últimos 32 años de vida, dieta que sólo quebró en ocho ocasiones en ese tiempo.
Don Gorske, un estadounidense de 54 años, tiene la marca haber comido 23.000 hamburguesas en los últimos 32 años de vida, dieta que sólo quebró en ocho ocasiones en ese tiempo.
Gorske comenzo su obsesión el 17 de mayo de 1972. Desde ese día cuenta las hamburguesas que
come. Su alimentación diaria se limita a carne vacuna y ketchup. "Las sigo disfrutando cada día",
se defiende Gorske. "Necesito dos para llenarme", añade.
Este adicto a las Big Mac, además guarda cada recipiente de plástico de la comida. Dice que
siempre le fascinaron los números, y al comprobar que McDonalds llevaba un registro de sus
consumidores, eso le animó a anotar todas sus consumiciones. Cualquiera puede pensar que esa dieta
es poco saludable, pero este hombre de mediana edad asegura que se mantiene en forma. Mide 1.82
metros, pesa 84 kilos y, asegura, recorre 16 kilómetros al día.
Antes compraba una guarnición de papas fritas, pero ese hábito lo frenó en la década de los
noventa, pidiéndolas sólo una vez al mes. Ahora acompaña cada comida de dos helados. Gorske
escribió un libro contando su experiencia. "A veces la gente me llama raro pero a mi no me importa.
Yo respeto a la gente como es", dijo, reclamando el mismo trato para su persona. "Simplemente
quiero que la gente entienda que no voy a cambiar", publicó el diario El País.
Sólo 8 días sin Big Mac
Gorske cuenta que tan sólo ocho días no pudo satisfacer sus ansias de comida chatarra. Uno de
ellos fue en 1988, el día que su madre murió, en respeto a ella y su recuerdo. "Le hice una promesa
y yo siempre mantengo mis promesas". "También le prometí que nunca me cortaría el pelo y en 20 años
aún no lo he hecho", proclama con un extraño orgullo.
En otras dos ocasiones no pudo comerse un Big Mac porque su trabajo como empleado de un
correccional, no le permitió llegar a tiempo. Otras tres veces estaba de viaje y no pudo encontrar
un McDonald's donde saciar su desorden alimenticio. Tampoco pudo degustar su predilecta comida
rápida el Día de Acción de Gracias del año 2000, y durante unas intensas tormentas de nieve que
cayeron sobre su ciudad que obligó a la franquicia de comida rápida a cerrar sus establecimientos.
Desde entonces, es precavido y congela algunas por si acaso. Nunca faltan hamburguesas en su
congelador, sobre todo en invierno. Es la única manera de seguir alimentando su particular
obsesión.
Por Mariela Mullhall
Por Nicolás Maggi
Por Lucas Ameriso