Un pastor de las afueras de Seúl, capital de Corea del Sur, instaló un buzón de bebés en el que las madres pueden dejar a los niños de forma segura y anónima, en un país en el que ser madre soltera se considera vergonzozo y estigmatizante. Cada semana, cuatro o cinco bebés son abandonados ahí. El buzón está equipado con una cámara y unos sensores que alertan cuando alguien coloca allí un bebé.
Es tal el castigo social de ser madre soltera en Corea del Sur, que muchas mujeres jóvenes se ven incapaces de criar a sus hijos. Y la adopción también está estigmatizada, por lo que muchos de estos niños nunca serán adoptados.
Jijoun, una mujer de 30 años, explicó por qué tomó la decisión desgarradora de deshacerse de su hijo, algo que la llevó cerca del suicidio. Su familia no sabe nada todavía de la existencia del niño.
Ella estaba en una relación cuando quedó embarazada, pero poco después su novio la abandonó. Pensó que lo mejor sería dar a la bebé en adopción porque pensó que no podría criarla.
"Cuando me dieron a mi hija, justo después de dar a luz, era una bebé tan hermosa, tan adorable, que solo quería pasar más tiempo con ella", dijo Jijoun. "Así que me la quedé durante un mes y medio. Me iba a dormir llorando todos los días. Me sentí tan mal que pensé en suicidarme, y estaba tan estresada que no podía dormir".
Jijoun sigue pensando mucho en la niña. "Todavía tengo fotos suyas en el celular". La hija de Jijoun fue adoptada por una familia.
Presión legal. Un cambio reciente en la ley en Corea del Sur requiere que todos los nacimientos sean registrados, lo que significa también que el nacimiento figurará en los papeles oficiales de la madre y puede llegar a oídos de sus potenciales empleadores.
El pastor Jong-Rak Lee, de la Iglesia Comunitaria de Jusarang, que puso en marcha el buzón, explicó que desde los cambios legales el número de bebés abandonados en el buzón ha aumentado un 900 por ciento.
Los críticos dicen que el buzón empeora el problema porque hace más fácil el abandono, pero el pastor simplemente ayuda a la gente.
"Si no existieran estas instalaciones, los abandonarían en la calle", dice el pastor a las puertas de cuya casa varias madres abandonaron a sus bebés.
Hablar abiertamente de sexo es tabú en Corea del Sur y la educación sexual en las escuelas es limitada, por lo que muchos jóvenes saben poco de la anticoncepción.
Suji, una adolescente entrevistada, se quedó embarazada la primera vez que tuvo relaciones sexuales. Lo escondió a todo el mundo salvo a su madre y ahora se enfrenta al dilema de qué hacer con el niño.
"Pensé en cómo abortar sin que mi madre lo supiera", explicó antes de dar a luz. "Mi novio me convenció para tenerlo, me dijo que él se haría cargo de los dos. Pero era una promesa vacía, luego cambió de opinión", agregó la joven.
"Si pudiera dar marcha atrás, usaría anticonceptivos. Pero no sabía nada sobre ellos", confesó.
Suji tuvo una niña; todavía no está segura de poder criarla.
El gobierno da alguna ayuda a las madres solteras, pero no es suficiente para vivir.