Un chico de 12 años, que vive junto a su familia en una humilde casa de las afueras de una ciudad
mendocina, devolvió a su dueño una billetera con 400 pesos y una tarjeta de débito que había
encontrada tirada en la calle.
El pequeño contó que cuando encontró la billetera de cuero en la calle de tierra se quedó
sentado en el lugar "esperando que el dueño volviera a buscarla", hasta que así ocurrió.
Se trata del pequeño Sebastián Francisco Martínez, que tiene 12 años y cursa el quinto grado
en la escuela Libertad, en Piedras Blancas. El menor vive en una humilde casa a más de seis
kilómetros del centro de la ciudad de Pareditas, junto a sus padres y seis hermanos.
Para llegar a su casa deben recorrer caminos de tierra y estrechas huellas en el campo: con
tres hermanos camina a diario varios kilómetros para ir a la escuela.
El dueño de la billetera, en recompensa le dio 5 pesos, mientras que como reconocimiento a su
accionar, el Concejo Deliberante de San Carlos -el distrito donde vive, a unos 100 kilómetros al
sur de Mendoza capital- lo distinguió y le regaló una bicicleta.
Según lo señalado en la edición de hoy del diario Uno de esta ciudad, el pequeño -al que su
familia llama "el gordo"- caminaba por la calle Los Candiles luego de haber llevado un caballo a la
casa de su tía. Junto a una alcantarilla, "vio un objeto de color negro que le llamó la atención",
se señaló.
"Cuando me agaché vi que era una billetera. La abrí y tenía 400 pesos, había unos billetes de
100 y otros más. Miré para todos lados y no había nadie, entonces me quedé en el lugar a esperar
que el dueño la viniera a buscar", relató el chico al diario.
"Pasó un ratito y apareció un señor en bicicleta. Le pregunté si había perdido una billetera
y me dijo que sí, entonces se la entregué", contó Sebastián.
El menor confesó que muchas cosas vinieron a su mente a poco de haber hallado el dinero,
entre ellas que con esa plata podría comprar " un basto para mi caballo, que se llama Estrella".
Pero enseguida agregó: "Nunca pensé en ´dejarme´ esa plata. No era mía y mis padres me
enseñaron que lo que no es de uno debe devolverse". El chico, junto a su familia, vive en una casa
que no cuenta con luz eléctrica, agua corriente potable ni baño.