Bajo el lema "8 horas para trabajar, 8 horas de ocio, 8 horas para dormir" y en el marco de la Revolución Industrial, los movimientos de trabajadores comenzaron a pedir la reducción de la jornada laboral, que por aquel entonces no bajaba las 12 horas diarias. Los gobiernos de muchos países tomaron esa decisión pero los empleadores se negaban a acortar la jornada laboral y comenzaron entonces las huelgas.
En Estados Unidos, el presidente Andrew Johnson sacó en 1868 la ley Ingersoll que establecía la jornada laboral de 8 horas y parecía que iba a despejar el tenso clima que se vivía en las fábricas. Pero los dueños de fábricas continuaban con la negativa a acatar las nuevas normas y las organizaciones comenzaron a movilizarse para que se hicieran cumplir sus derechos.
Con esto como antecedente, el 1° de mayo de 1886 los trabajadores se autoconvocaron en una manifestación en Chicago para hacer oír sus reclamos y como consecuencia un grupo de sindicalistas fue detenido, condenado a cadena perpetua y a la horca un tiempo después.
Más de 80.000 trabajadores se sumaron a las huelgas que comenzaron el primer día del quinto mes del año, las cuales exigían una nueva modalidad de trabajo ya que hasta aquel momento lo único que no estaba permitido era que alguien trabaje más de 18 horas sin justificación alguna. En el caso de que lo hagan, la empresa debería pagar una multa de 25 dólares.
Desde el primer momento, trabajadores y policías estuvieron enfrentados y las huelgas comenzaron a expandirse por distintos estados del país norteamericano. Los primeros reclamaban por sus derechos y los segundos respondían con disparos hacia los manifestantes generando un clima de violencia que fue acrecentando con el pasar de los días.
El día clave
Noventa y seis horas después del primer día de paro se llamó a una protesta en el parque Haymarket. La cita era a las 19.30 del 4 de mayo. Los empleadores seguían firmes con la idea de no reducir las horas de trabajo. En aquella plaza, una vez comenzada la manifestación, explotó un dispositivo cuya procedencia es desconocida hasta el día de hoy. Ese estallido produjo la muerte de un policía y eso bastó para que las fuerzas iniciasen una represión fatal y los enfrentamientos se incrementasen.
La llamada “Revolución de Haymarket” finalizó con un saldo de 39 personas fallecidas, entre ellas el policía. Hubo más de 200 heridos. Se declaró el estado de sitio y hubo toque de queda en el estado de Chicago. Cientos de los trabajadores organizados resultaron detenidos de los cuales solo 8 fueron juzgados y catalogados como responsables de lo sucedido. Pasaron a la historia como los Mártires de Chicago.
Samuel Fielden y Michael Schwab fueron condenados a cadena perpetua, Oscar Neebe debió cumplir con 15 años de trabajos forzados mientras que a George Engel, Adolph Fischer, Albert Parsons, August Vincent Theodore Spies y Louis Lingg se los sentenció a la horca. El último de ellos se suicidó para no vivir ese momento.
En su memoria y la de todos los representantes de los trabajadores que estuvieron presente en las congregaciones es que a partir de un Congreso de la Segunda Internacional que se realizó en 1889 se estableció al 1° de mayo como Día Internacional de los Trabajadores. En casi todos los países del mundo se celebra un día como hoy, sin embargo Estados Unidos y Canadá, por ejemplo, lo conmemoran cada primer lunes de septiembre bajo la consigna de Labor Day.