Al menos seis ballenas murieron en las últimas horas en las costas de Puerto Pirámides, en la Península Valdés de la provincia de Chubut, por razones que aún se desconocen. De acuerdo a los primeros indicios, los ejemplares de la especie franca austral habrían ingerido una fitotoxina presente en el agua.
Al parecer, se trataría de una toxina de la “marea roja”, un fenómeno que afecta a los moluscos a esta altura del año, por lo cual se hace peligroso el consumo de los mismos, mientras que se estima que los animales acuáticos habrían ingerido esa toxina durante su alimentación y, aunque estaban en buen estado de salud, sufrieron efectos mortales.
Algunos de los ejemplares muertos fueron trasladados este martes a las costas de Puerto Pirámides, donde personal del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), el Centro Nacional Patagónico (Cenpat) y la Universidad Nacional de la Patagonia comenzaron con las necropsias para establecer con exactitud la causa de los decesos.
Según el sitio ADNSUR y el Diario Jornada, hasta el momento la única información oficial que se difundió es que los decesos comenzaron el día domingo y se registraron también el lunes y el martes.
Los expertos del Instituto de Conservación de Ballenas, junto con el Centro Nacional Patagónico y la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, comenzaron con las necropsias para establecer con exactitud la causa de las muertes.
No se trata de un fenómeno aislado
Según publica el diario Más Digital Sur, la frecuente aparición de ballenas muertas en esas costas no es un fenómeno aislado, sino que ocurre en otras playas de Latinoamérica. En Brasil, por ejemplo, ya llevan contabilizadas 97 ballenas muertas en lo que va del año.
Gisela Giardino, docente de la cátedra de Mamíferos Marinos de la Universidad Nacional de Mar del Plata e investigadora del Conicet, explicó que se viene registrando un aumento de avistamiento como de varamientos en los últimos años. Entre 2015 y 2021 se registró un incremento del 80 por ciento.
Sobre las causas relacionadas al deceso de cetáceos, la especialista señaló que “el 91% de las jorobadas muertas fueron individuos jóvenes. Esto podría indicar que, ante la falta de experiencia, se fueron desorientando a la hora de encontrar alimento suficiente. Ante la falta de alimentación, se debilitan y quedan propensos a enfermedades”.