El Papa Francisco removió de su cargo en el Vaticano a un ultraconservador cardenal estadounidense que había criticado duramente el liderazgo reformista que ha ejercido el Pontífice en la Iglesia Católica Romana.
El Papa Francisco removió de su cargo en el Vaticano a un ultraconservador cardenal estadounidense que había criticado duramente el liderazgo reformista que ha ejercido el Pontífice en la Iglesia Católica Romana.
El cardenal Raymond Burke, de 66 años, fue apartado de su cargo de Prefecto para la Signatura Apostólica o "ministro de Justicia" de la Iglesia para ser ungido en el honorífico pero modesto cargo de Patrono de la Orden de los Caballeros de Malta.
El exilio a la isla de Malta del tradicionalista purpurado, que en una entrevista declaró hace poco que la Iglesia parece "una nave sin timón", dejó libre un ministerio de la Curia Romana (el gobierno central de la Iglesia) que el Papa argentino cubrió con la promoción del arzobispo francés Dominique Mamberti, actual secretario para las Relaciones con los Estados. El nuevo cargo de Mamberti lo llevará al cardenalato.
La decisión, que fue anunciada por el Vaticano ayer sin hacer comentarios, estaba prevista. Burke dijo el mes pasado que sólo se le había informado que sería removido a un nuevo cargo pero que no sabía cuándo.
Burke, que hasta el sábado era el estadounidense de más alto rango en el Vaticano, ofreció una serie de entrevistas recientemente criticando al Papa y había surgido como la cara de la oposición conservadora a la agenda reformista de Francisco.
En una entrevista ofrecida a una revista española el mes pasado, Burke, conocido por su inflexible interpretación de la doctrina, comparó a la Iglesia Católica bajo el pontificado de Francisco a "un barco sin timón".
En una reunión de obispos de todo el mundo el mes pasado, Burke fue el abanderado de los conservadores que se oponían a que la Iglesia adoptará una actitud más positiva hacia los homosexuales.
Burke se ha enfrentado públicamente al Papa en varias oportunidades desde la elección del pontífice argentino en el 2013 y fuentes en el Vaticano han sostenido que Francisco consideraba la franqueza de Burke como parte de la llamada "cultura de guerras" entre los católicos que quería evitar.
Durante el Sínodo, Burke atacó al cardenal alemán Walter Kasper, que había argumentado que la Iglesia debería modificar la doctrina que impide que los católicos divorciados que volvieron a contraer matrimonio en servicios civiles reciban la comunión.
Burke también criticó duramente un documento sinodal provisional que se refería a los homosexuales de manera más positiva que nunca antes en la historia de la Iglesia.
Conmocionado por el mensaje, Burke y otros obispos conservadores encabezaron una campaña que produjo una versión mucho más suave del documento final.
Es la segunda vez en menos de un año que el Papa remueve de su cargo a Burke, el ex arzobispo de Saint Louis. En diciembre del año pasado, sacó a Burke de la junta del influyente departamento del Vaticano que maneja la designación de los obispos.
Burke dijo el mes pasado que estaría decepcionado de dejar su cargo en la corte del Vaticano, que supervisa la administración de la justicia en la Iglesia y escucha los reclamos de los tribunales más bajos de la Iglesia, pero que tiene el deber de obedecer las órdenes del Papa.
Cuando el predecesor de Francisco, hoy el Papa emérito Benedicto XVI, lo puso a cargo del supremo tribunal de la Signatura Apostólica, el cardenal Burke inició una florida campaña en el Vaticano en favor de la misa en latin. Los conservadores siempre defendieron la liturgia tridentina frente a la reforma de actualización que auspició el Concilio Vaticano II y llevó a cabo el Papa Pablo VI, a quién Francisco proclamó beato el 19 de octubre último.
Burke alarmó al Vaticano y al catolicismo mundial durante el Sínodo respondiendo afirmativamente a un pregunta periodística sobre el riesgo de un cisma en la Iglesia por los enfrentamientos entre los "doctrinarios" (conservadores) y aperturistas.
"Si en un cierto sentido el Sínodo e obispos ha sido visto contrario a las enseñanzas constantes y a la práctica de la Iglesia, el riesgo (de cisma) existe porque las líneas básicas son verdades que no cambian ni pueden ser cambiadas".
Lo cierto es que Francisco comenzó a mover sus piezas estratégicas para avanzar en la renovación de la Curia y en su lucha con los grupos más conservadores.